La aparición del ”mal de las vacas locas” en Estados Unidos tiene impactos disímiles en América Latina, con cuentas tan alegres como cautas a la hora de evaluar aperturas y cierres de mercados para las exportaciones de carne de la región.
Argentina y Brasil, los dos grandes productores latinoamericanos de ganado, vislumbran, junto a Uruguay, la posibilidad de sustituir a Estados Unidos como proveedores de muchos países, pero les preocupa más la posible caída de sus exportaciones al mercado estadounidense.
México enfrenta una gama de problemas, que van desde impedir que este mal traspase sus fronteras por la vía del contrabando de ganado en pie o faenado hasta sustituir los suministros de carnes rojas desde el vecino país, su principal proveedor y socio junto a Canadá en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
En cambio, Chile, un productor marginal de ganado bovino, alienta esperanzas de que el mal propicie una mayor demanda mundial de carnes inmunes a esa enfermedad, como las de cerdo, pollos, salmón y otros pescados y mariscos, en las cuales tiene una alta capacidad de oferta.
En vísperas de la Navidad, desde el noroccidental estado estadounidense de Washington se informó de la detección de una res con síntomas de encefalopatía espongiforme bovina, más conocida como mal de las vacas locas, surgida en los años 80 en Gran Bretaña.
La enfermedad, controlada en Europa al costo del sacrificio de miles de bovinos, tiene su origen en la alimentación de ganado con proteínas animales y puede extenderse a los humanos al consumir carne de un vacuno afectado, provocando el mal de Creutzfeldt-Jakob, que desde 1998 ha contagiado por esta vía a 153 personas en el mundo.
La enfermedad de Creutzfeldt-Jakob era muy rara en el mundo y solía afectar a mayores de 55 años hasta 1996, cuando se detectó su conexión con la encefalopatía espongiforme bovina.
Los primeros síntomas son temblores, nerviosismo, pérdida de memoria y equilibrio, debilidad y alucinaciones. Luego la persona pasa con rapidez a un estado en que no puede caminar ni hablar.
La encefalopatía espongiforme bovina integra un grupo de enfermedades infecciosas poco conocidas que afectan a humanos y animales.
Al igual que el scrapie, su equivalente en las ovejas, no es causada por virus o bacterias sino por un agente conocido como ”prion” que, según se cree, produce una lenta reacción bioquímica que modifica las moléculas de proteína del cerebro.
Como consecuencia, éste adquiere la consistencia de una esponja, con resultados siempre fatales.
La aparición de la enfermedad de las vacas locas en Estados Unidos implicó el inmediato cierre a las exportaciones de carnes de ese país en casi todo el mundo, en particular en Asia, donde se ubican los mayores compradores de productos bovinos estadounidenses.
En 2002 Japón gastó 1.400 millones de dólares en la compra de carnes rojas de Estados Unidos y Corea del Sur hizo lo propio por 732 millones. Esos dos países, más México, importaron 3.200 millones de dólares en carnes estadounidenses el último año.
Son tres mercados que ahora podrían ser abastecidos por los grandes productores ganaderos de América del Sur.
Así lo planteó el 27 de diciembre el diario The New York Times, destacando que Brasil posee el mayor hato ganadero del mundo, con 170 millones de cabezas, Argentina dispone de 50 millones y, entre ellos, está el pequeño Uruguay, con una población bovina de 10,5 millones de animales.
Una ventaja competitiva de la ganadería sudamericana en estas circunstancias radica en que las reses pastan en praderas naturales y su alimentación incluye insumos vegetales como soja y maíz, sin harinas con base en proteínas animales, causantes de la enfermedad.
El presidente de la Asociación Brasileña de Exportadores de Carnes, Marcus Vinicius Pratini de Moraes, dijo al diario estadounidense que las ventas cárnicas de su país pueden crecer 20 por ciento este año, en volumen y valor, con una recuperación de los precios, que cayeron últimamente entre 20 y 30 por ciento debido a un exceso de oferta.
En contraste con el optimismo del brasileño, Carlos Nassif, dirigente de Confederaciones Rurales Argentinas, dijo a IPS que la aparición del mal de las vacas locas en Estados Unidos ”no beneficia a nadie” y, por el contrario, tiende a frustrar las expectativas de su país de mayores ventas de carnes rojas a ese mercado en 2004.
Las ventas de carne fresca a Estados Unidos de Argentina y Uruguay fueron cerradas temporalmente en 2001 por la reaparición de focos de fiebre aftosa en el ganado de ambas naciones. Superada esa emergencia, se estaba en una intensa etapa de recuperar ese mercado.
”Pero ahora lo más probable es que baje el consumo interno (estadounidense) de carnes y que las toneladas que Estados Unidos no podrá exportar, porque se le cerraron los mercados, las volcará en su mercado interno”, señaló Nassif.
Con Nassif coincidió el ingeniero agrónomo Juan Lema, técnico del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay.
”Estados Unidos tenía previsto exportar 1,2 millones de toneladas de carne vacuna (en 2004). Pero el cierre de 90 por ciento de sus mercados hará que destine una gran parte de esa producción al consumo interno, lo cual va a perjudicar las importaciones de carne uruguaya”, explicó Lema a IPS.
No obstante, la aparición del mal en Estados Unidos ”puede tener un efecto positivo en el mediano plazo, pues Uruguay puede apostar a mercados como México y los países asiáticos, para llenar el vacío que deje la carne estadounidense”, añadió Lema.
Para Nassif, la suma de todos los mercados latinoamericanos, excluyendo a Brasil, ”no es representativa y no alcanza a compensar, en cantidad, la demanda (de carnes rojas) de Estados Unidos”.
Por ejemplo, las ventas de Estados Unidos a Venezuela representan apenas cuatro por ciento de las compras de carne de ese país sudamericano, que se abastece sobre todo en Colombia, Brasil y Argentina.
Pero México es también un potencial cliente atractivo, si se considera que en 2002 sus importaciones de carne vacuna fueron de 508.000 toneladas, 85 por ciento de las cuales provenía de Estados Unidos y el resto de Australia y Nueva Zelanda, indicó a IPS Gustavo Torres, presidente de la Confederación Nacional Ganadera de ese país.
La Secretaría (ministerio) de Agricultura y Ganadería mexicana ordenó el cierre de las importaciones cárnicas de Estados Unidos el 24 de diciembre y los dos países dispusieron rigurosos controles en su extensa frontera común.
A pesar de ello, el Congreso Agrario Permanente (CAP) y otras organizaciones alertaron del peligro de que el mal se introduzca en territorio mexicano por medio del contrabando de ganado en pie o de carne que pudiera estar infectada.
José Durán, coordinador del CAP, precisó que sólo por el fronterizo estado de Chihuahua ingresan de contrabando al año unas 40 toneladas de carne congelada. La corrupción, a su vez, facilita el ingreso a México de carnes declaradas no aptas para el consumo humano en Estados Unidos.
La posibilidad de copar los mercados que se cierren al ganado estadounidense no es automática ni inmediata, ya que normalmente los procesos de homologación sanitaria en mercados asiáticos y europeos requieren al menos de un año de trámites.
Además, ”el ciclo de producción del vacuno es de largo plazo y no se puede detener en forma inmediata. Esto va a generar acumulación de 'stocks' (reservas) en Estados Unidos, que van a demorar años en liquidarse porque quedan como carne congelada, lo cual va a distorsionar los precios futuros”, dijo a IPS Juan Miguel Ovalle, presidente de la Asociación de Productores Avícolas y de Cerdos de Chile.
Octavio Sotomayor, subdirector de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias del gobierno chileno comentó a IPS que este país exporta anualmente 13 millones de dólares en carne bovina y tiene reales expectativas de incrementar ese monto este año, apuntando a Japón y a México.
”Tenemos una industria de carnes blancas muy competitiva, que está exportando a distintos mercados del mundo, a Japón, a Europa. Es factible decir que la industria de carnes blancas se va a ver beneficiada con esto” de la enfermedad de las vacas locas, apuntó Sotomayor.
Ovalle resaltó igualmente las oportunidades para las carnes de pollo y de cerdo como sustitutas de la vacuna. ”De hecho, estamos percibiendo un aumento de la demanda internacional, que se refleja en cotizaciones de precio, tanto en Europa como en Asia”, puntualizó.
Chile registró el año pasado exportaciones de carne de ave por unos 30 millones de dólares, mientras las ventas de cerdo llegaron a 120 millones.
* Con aportes de Viviana Alonso (Argentina), Pilar Franco (México), Raúl Pierri (Uruguay) y Humberto Márquez (Venezuela).