El periodista Parmenio Medina fue asesinado por sicarios en Costa Rica el 7 de julio de 2001, para acallar sus investigaciones sobre la radioemisora María de Guadalupe, auspiciada por la Iglesia Católica. Poco antes de morir concedió esta explosiva entrevista, que IPS publica en exclusiva.
El texto está en manos de la justicia costarricense, que en las últimas semanas procesó y encarceló al sacerdote católico Minor Calvo y al empresario Omar Chaves por autoría intelectual del asesinato. Pero no había llegado al público hasta ahora, por pedido expreso de los investigadores, excepto por un pequeño extracto en el Semanario Universidad, aparecido un día antes del asesinato.
Medina, de 62 años, era productor del programa radial La Patada en 1999 cuando inició sus investigaciones sobre la radioemisora María de Guadalupe, que la Iglesia cerró en 2001 al ser evidentes los fraudes financieros en su administración.
En el diálogo, Medina relató las ofertas de dinero que le hizo Chaves para que cesara de difundir denuncias sobre la radio financiada por donaciones de fieles católicos. Según Medina, Chaves lideraba un grupo dedicado a la compra fraudulenta de propiedades y empresas quebradas, que le permitió enriquecerse rápidamente.
El periodista también aseguró que el entonces arzobispo de San José, Román Arrieta Villalobos, conocía las irregularidades de la emisora, pero las toleró pues con Calvo se ”guardaban la espalda”.
Tras la clausura de la emisora, se comprobó que Calvo la había inscripto como una sociedad anónima vinculada a otra de Panamá, y que nunca reportó sus ingresos a la Iglesia, como le había solicitado Arrieta.
El sacerdote fue desde entonces apartado casi totalmente de las actividades parroquiales. Pero hasta su detención, en diciembre de 2003, viajaba una vez por mes a Estados Unidos para predicar, sin autorización de la curia costarricense.
El periodista Medina, de nacionalidad colombiana, relató asimismo que había recibido llamadas amenazadoras de ”sicarios colombianos”, y había sufrido un atentado a balazos en su casa. Eran preanuncios de su asesinato, cometido días después.
”Este asunto va a tener un final más dramático que todo lo que se ha visto”, pronosticaba sin saber que hablaba de su propia muerte.
-¿Cómo y por qué La Patada empezó a investigar al padre Calvo?
-Dimos trámite a este asunto porque nunca estuve convencido de que este hombre actuara honestamente. Cuando empezó la emisora (radio María) y la manipulación con lo del diezmo (donaciones), me creció el interés.
Lo primero fue dar crédito a una serie de documentos que alguien en forma anónima repartió. A todo el mundo le repartieron los documentos y nadie les dio importancia, yo sí.
Me llamó luego una mujer, preguntando si me interesaban unos documentos sobre el aspecto económico de este cura y de radio María, y le dije que sí.
Los documentos me los dejaron en radio Monumental (emisora de La Patada). Acudí a un contador público y me dijo que el trabajo estaba muy mal hecho, que era obra de un novato, no de un contador público.
Para confirmar, solicité una entrevista a monseñor Arrieta (Villalobos, entonces arzobispo de San José). Esto fue antes de lanzar el primer programa al aire. Me dijo que también tenía los documentos, que se los habían hecho llegar hacía unas semanas y que los estaban estudiando en la curia y el departamento legal. Pregunté si tenían alguna validez para él y me dijo que sí.
Bajo esa premisa hice el primer programa, en octubre o noviembre de 1999. Cuando salió ese primer programa yo llamé al cura y lo traje a la casa.
Para entonces yo conocía nombres de gente metida en radio María. Entre ellos, Omar Chaves. Yo tenía una documentación que me entregó la misma Presidencia de la República sobre Chaves.
Lo que tenía Rogelio Ramos, por entonces viceministro de la Presidencia, no era gran cosa: Chaves tenía demandas civiles y judiciales por incumplimiento de pagos. Le dije a Calvo que se cuidara. La misma inquietud se la llevé a Arrieta. Y les dejé una copia del expediente que me había entregado Rogelio Ramos.
Luego viene un escándalo con el manejo de dineros en radio María. Arrieta siempre se dejó rodar por Calvo y nunca le prestó la atención debida, lo toleró.
Los dueños de esa emisora son Chaves y sus socios, entre ellos Sergio Hernández, primo de Calderón ”Junior” (el presidente de Costa Rica entre 1990 y 1994, Rafael Angel Calderón).
Hernández es un testaferro de Chaves que le ha prestado el nombre desde hace años.
El cura cercado, acude a las tretas. Miente a Arrieta y accede a la formación de una asociación mixta con cinco representantes de la Iglesia y cinco de él para dirigir la emisora. Mientras, formaba dos sociedades anónimas, una en Panamá y otra aquí.
-¿Cuál era la finalidad del grupo de Chaves?
-Apoderarse de la emisora. Calvo no soportará estar en el anonimato. (Sus hermanos) lograron a lo largo de este par de años hacer mucho dinero. Es gente de condición económica muy baja pero que ahora tiene mucha plata.
El interés primordial del grupo era armarse del cura, él es el Maradona (por el talentoso jugador argentino de fútbol Diego Maradona), y luego apoderarse de un medio, la radio.
Es bueno que se investigue dónde está la plata que Chaves debió pagar al señor Patterson, dueño del edificio (de radio María, quien lo vendió) por casi 800.000 dólares y, por la información que tengo, hasta hace un par de meses Chaves no le había pagado nada.
Chaves se especializó en comprar quiebras, empresas que tienen problemas económicos, que están a punto de cierre, que tienen deudas y no tienen liquidez.
Todo este asunto creo que va a tener un final más dramático que todo lo que se ha visto.
-¿Qué hace que Arrieta no actúe?
-Se guardan secretos mutuamente. El y Calvo se cuidan la espalda. En este caso están todos los abogados de Chaves. El cerebro detrás de todo es Omar Chaves.
Este hombre compra la finca de un coreano que es financiada por un banco coreano en Nueva York. El coreano se declara insolvente, pero tiene influencia en los mandos altos y bajos, en los medios políticos, empresariales y judiciales de este país (Costa Rica).
Se trata de Alberto Sheeble Sandoval, quien denuncia por estafa y otros delitos a Omar Chaves, Rosario Delgadillo y José Manuel Hidalgo Barrantes.
-En algún momento usted había enterado a las autoridades y a la iglesia de que por las denuncias podrían venir amenazas.
-Eso se concretó con disparos (hechos en mayo de 2001) que están ahí (señala una ventana de su casa) y que todavía no han venido a cambiar el vidrio.
-¿Pudo ser obra de seguidores del padre Calvo?
-El que promovió todo este asunto de corte policial fue Chaves. En diciembre Chaves me manda un gancho. Un tipo de Cartago que ahora es socio de él y me dice que quiere hablar conmigo. Yo ni lo conocía.
Chaves vino a esta casa y empezó por ofrecerme dinero para que dejara el caso. Ya para diciembre tengo llamadas de sicarios colombianos que me dicen que mejor me salga de la bronca, que no voy a ganar nada. Detrás de ellos estaba Chaves, no tengo la evidencia, pero lo creo.
Le digo que lo mío no es dinero, que son principios y que no voy a parar. El insiste en que medio milloncillo al mes no me cae mal. ”Yo le deposito a nombre de quien quiera y donde quiera”, me dijo. Yo le dije que no me interesaba. Viene a dos, tres, cuatro reuniones más.
(El arzobispo) Arrieta y yo habíamos convenido en diciembre (de 2000) una tregua en relación con el caso, porque el cura le había prometido que en marzo le entregaría la emisora.
Pero pasó febrero y se estaba agotando marzo. Llamo a Arrieta y le pregunto qué pasó con la emisora y él me dijo que nada. Le dije que si al terminar marzo el cura no entregaba la emisora como había prometido a Arrieta, yo volvería con el caso.
Le pregunté si se había reunido con el padre y me dijo que no, que no conocía los estados financieros de la radio.
Vino luego la censura previa y (el fallo) de la Sala IV Constitucional. (El programa La Patada fue sacado del aire por decisión de radio Monumental, donde se transmitía. Pero la justicia ordenó luego que volviera a emitirse).
-¿No hay responsabilidad del cura?
-Por su afán y apego al billete se dejó enredar en sus propios mecates (sogas). Hay un documento de octubre de 1999, ”Radio María, un problema pastoral”, que obispos y vicarios le dirigen a Arrieta y le piden actuar. Se hizo apenas a seis meses de iniciar la radio y ya los obispos estaban disgustados. Sin embargo, eso no interesó a Arrieta.
Este caso ha permitido cerciorarme de una corruptela que existe en ciertos personajes de la Iglesia.
Del último encuentro (con fieles que donaban para el mantenimiento de radio María) que hizo el cura Calvo en (el centro de recreo La Sabana), le tocaron a Arrieta o a la Arquidiócesis cerca de siete millones de colones (unos 21.000 dólares). A Calvo de ahí le tocaron 100.000 dólares libres.
Cuando tengo las reuniones con Chaves, él me dice ”mire Parmenio, si usted sigue con el asunto de Calvo, se nos cae un negocio”.
Yo le pregunto, ”¿qué clase de negocio se les va a caer, don Omar?” Y él me dice: ”Calvo ya no cabe en el edificio de radio María y vamos a comprar el edificio de la McDonald's. Vale siete millones de dólares y yo le voy a financiar. Comprenderá que tengo que ganarme mi platica, me voy a quedar con el piso de abajo y los demás pisos quedan para la emisora. Y en este negocio tienen que estar metidos Calvo, Arrieta y yo”.
”¿Y Arrieta qué, si hay problemas para que la emisora siga?”, pregunto. El me dice: ”Arrieta tiene 200.000 dólares, pero es muy poco, yo voy a financiar eso. Y nos vamos a ganar un mundo de platica y yo quiero que usted gane más. La plata tiene que estar repartida”. Esa reunión fue el jueves 22 de marzo (de 2001).
El negocio se les vino abajo (por la continuidad de las denuncias). He pensado en escribir un libro, donde espero decir lo que no he dicho. No he dicho más de 80 por ciento y aquí lo tengo documentado. Es una historia interminable.
-¿Qué va a pasar con La Patada?
-Quizá termine el programa, quizá lo siga, quizá me vaya a vivir a Cuba. Estoy en una disyuntiva. No he podido resolver. Esto me va a llevar su tiempito, un par de meses para ver dónde y cómo voy a hacer. Porque estoy cansado, tengo 62 años, quiero descansar un poco, cambiar de vida, cambiar de ambiente.
* El autor fue el último en entrevistar a Medina antes de que lo asesinaran. (FIN/2004)