COMERCIO: Agricultura, vara para medir la liberalización

El director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Supachai Panitchpakdi, rechazó la idea de separar la agricultura de los demás temas de la Ronda de Doha para desbloquear el estancamiento de las negociaciones.

El ex primer ministro tailandés arguyó que la mayoría de los 147 países que integran la OMC descartan una conclusión de las negociaciones que no abarque una solución a la espinosa cuestión de la agricultura.

Supachai dijo a IPS que la agricultura es "un patrón, una medida" del resultado de la Ronda de Doha, como se denomina el proceso de profundización de la liberalización comercial establecido por la conferencia ministerial que la OMC realizó en la capital de Qatar, en noviembre de 2001.

La ronda incluye, además de agricultura, negociaciones sobre servicios, aranceles industriales, tratamiento preferencial para países pobres, aplicación de aspectos pendientes que favorecen al Sur, y los denominados temas de Singapur: inversiones, competencia, compras gubernamentales y facilitación del comercio.

En un debate sobre los desafíos de la ronda de negociaciones, organizado por el Foro Económico Mundial (FEM) durante su actual reunión en este centro turístico suizo, se lanzó la sugerencia de aislar el tema de la agricultura del resto de los puntos en discusión.

Banqueros, ejecutivos y economistas de orientación neoliberal asisten a las conferencias del FEM desde el miércoles hasta este domingo.

El presidente de la compañía estadounidense de alimentos Tyson Foods, John H. Tyson, arguyó que de esa manera se podrían lograr progresos en otros temas de la ronda.

El académico estadounidense Dani Rodrik, de la escuela de gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, opinó que se hace demasiado énfasis en el problema de las subvenciones a la agricultura.

La mayoría de las naciones industrializadas, con la Unión Europea, Estados Unidos y Japón a la cabeza, destinan en conjunto casi 1.000 millones de dólares diarios a sostener producciones y exportaciones agrícolas sin rentabilidad alguna.

Los subsidios expulsan del mercado a cientos de millones de campesinos radicados en gran parte en regiones marginales de los países en desarrollo y agravan los problemas de la subsistencia y del hambre en el mundo.

El presidente de Suiza, Joseph Deiss, recordó esta semana en Davos que suman 1.200 millones las personas forzadas en todo el mundo a vivir con ingresos de apenas un dólar por día.

Rodrik, un economista habitualmente escuchado con interés por los especialistas de los países en desarrollo, opinó que el enfoque de una verdadera ronda de desarrollo no debería concentrarse del todo en la agricultura.

Las negociaciones lanzadas en Qatar fueron llamadas Ronda de Desarrollo de Doha por los ministros de Comercio de las naciones industrializadas. Muchos de los ministros de los países del Sur aclararon que preferían verificar sus resultados antes de aceptar esa denominación.

Según Rodrik, hay otras áreas también sometidas a una ardua discusión que pueden aportar a los países en desarrollo beneficios inmediatos mayores que la agricultura.

Por ejemplo, la negociación de servicios comprende la modalidad de la prestación a través del movimiento transfronterizo de personas. Un acuerdo en ese rubro permitiría el desplazamiento temporal de la fuerza de trabajo de los países pobres hacia las naciones ricas.

Un acuerdo aun modesto en ese tema podría representar ingresos adicionales por 200.000 millones de dólares anuales para los países en desarrollo, en gran parte provenientes de remesas de los inmigrantes temporarios, explicó el académico.

Pero Supachai sostuvo que la mayoría de los países piensan que a pesar de la posibilidad de avanzar en otros temas, "no debemos detenernos ni concluir la ronda sin la agricultura".

Esos países pretenden saber hasta dónde podemos llegar en la cuestión de agricultura antes de negociar en otras áreas, dijo.

El director de la OMC aceptó que las negociaciones de otros temas, como una mayor apertura de los mercados para los productos industriales, son menos complicadas. Pero los países insisten en seguir con la agricultura, refirió.

Las negociaciones de la Ronda de Doha, que se arrastran desde enero de 2002, sufrieron un serio traspié durante la conferencia ministerial de septiembre pasado en el balneario mexicano de Cancún.

Aunque el fracaso fue atribuido a las divergencias en torno a los temas de Singapur, la conferencia de Cancún acentuó los desencuentros entre países pobres y ricos sobre la cuestión agrícola.

Dos semanas antes de Cancún y en respuesta a una alianza agrícola entre Estados Unidos y la Unión Europea, nació un nuevo bloque en la OMC, el G-20, liderado por Brasil y con participación activa de Argentina, China, India y Sudáfrica.

Rodrik reflexionó que el resultado positivo de Cancún fue el surgimiento del G-20 y el hecho de que sus países miembros hayan resistido a las presiones que soportaron después de la conferencia. Tal vez fue la mejor noticia para el futuro del sistema mundial de comercio, dijo.

El economista estadounidense criticó el sistema de concertación vigente en la OMC que exige un acuerdo global sobre todos los temas, denominado "único entendimiento" (en inglés, "single undertaking"), para que adquieran validez los convenios particulares.

Ese sistema era razonable en el pasado, cuando las rondas comerciales negociaban aranceles y otras cuestiones fronterizas. Pero se vuelve ineficaz para negociar asuntos que tienen consecuencias en las políticas fiscales y financieras internas de los países, sostuvo.

La marcha de las negociaciones de Doha será analizada esta semana en Davos por un grupo de ministros de Comercio, convocados por Deiss, quien también ocupa la cartera de Economía de Suiza.

El director de política y economía internacionales de la Academia de Ciencias Sociales de China, Yu Yongding, juzgó que el proceso de liberalización comercial en el mundo ha llegado a un "momento dialéctico" en que las naciones industrializadas tienen que hacer sacrificios y aplicar ajustes internos impopulares.

Esos cambios se deberán introducir en las subvenciones agrícolas, pero "si alguien está preocupado por las cuestiones electorales internas, nunca hará las reformas", opinó Yu.

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