La cruzada para preservar Luang Prabang del embate del turismo, en franco crecimiento en esa septentrional ciudad de Laos desde que la Unesco la declaró patrimonio de la humanidad en 1995, cuenta entre sus entusiastas miembros al arquitecto venezolano Felipe Delmont.
Luang Prabang, ubicada junto a los ríos Mekong y Namkhang, fue desde 1350 y hasta 1975, cuando se impuso un gobierno comunista al finalizar la guerra en la vecina Vietnam, la capital del ”Reino del millón de elefantes y la sombrilla blanca” y es hoy una de las ciudades mejor conservadas del sudeste asiático.
Al incluirla en su listado como patrimonio de la humanidad, la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) consideró que se trata de ”un ejemplo excepcional de fusión” entre la arquitectura tradicional y el urbanismo laosianos y las construcciones levantadas por las autoridades coloniales en los siglos XIX y XX.
Pero con apenas 30.000 habitantes, Luang Prabang se ve amenazada por la corriente de turistas, que llegan en vuelos expresos o en cruceros por el Mekong desde Tailandia para admirar sus 27 templos en plena actividad, uno por cada barrio que conforma la ciudad, un Buda de oro, y cientos de casas antiguas, llenas de valor patrimonial, recordó Delmont en conversación con IPS.
En la actualidad, Luang Prabang recibe aproximadamente 70.000 visitantes al año, con lo cual el turismo se ha convertido en la segunda actividad de la ciudad, sagrada para el budismo.
Ubicada en el norte de Laos, en una zona montañosa, Luang Prabang fue durante siglos una ciudad poco conocida, lo cual ayudó a preservar no sólo sus edificaciones sino también el estilo de vida casi medieval de sus habitantes, que mayoritariamente se dedican a la agricultura y a la pesca de río, explicó Delmont.
El arquitecto venezolano, que ganó un concurso de la Unesco como director del equipo de conservación y que en la actualidad está a cargo del plan de coherencia territorial, sostiene que para los habitantes de Luang Prabang ”el concepto de patrimonio es algo vivo e inacabado, ligado a la vida cotidiana”.
”La ciudad ha permanecido intocada por un consenso de la población. Incluso, uno de los problemas que presenta el concepto de patrimonio es que para ellos una antigüedad es algo que no existe, porque la cerámica Ming que compran en la frontera con China se elabora de la misma manera que hace mil años, con la misma técnica y los mismos utensilios”, dijo.
”Ellos no entienden que algo sea más valioso por ser más antiguo, pero eso mismo se constituye en señal del patrimonio inmaterial que allí hay”, agregó Delmont.
La primera fase del trabajo de conservación en Luang Prabang consistió en hacer inventario de las edificaciones a proteger. Se trata en total de 160, entre templos y casas, de las cuales 10 han sido restauradas hasta ahora.
También se elaboraron ordenanzas para el levantamiento de futuras edificaciones, y en la actualidad se trabaja en la concreción de un plano de vialidad.
”El tránsito en Luang Prabang es principalmente de bicicletas, y circula una que otra moto, pero ya comienzan a llegar autobuses con el turismo que va en crecimiento”, señaló Delmont.
”La propuesta es aislar el centro histórico al tráfico automotor. Como la ciudad se encuentra enclavada entre dos ríos, se trataría de construir pasarelas al estilo de las tradicionales laosianas de bambú, y hacer del otro lado un estacionamiento”, indicó.
Como ejemplo de la amenaza que representa el turismo sin control, Delmont presenta el aeropuerto que tiene la ciudad en sus cercanías, y que en su origen fue militar, construido por los estadounidenses durante la guerra que asoló a Vietnam, Laos y Camboya.
”Hay que controlar que no haya demasiados vuelos, porque eso rompe la armonía de la ciudad, interrumpe los cantos de los bonzos. Mientras sea un vuelo semanal está bien, pero hay que fijarle límites”, apuntó.
Y, por supuesto, está el desafío de la proliferación de hoteles y posadas. ”El desarrollo hotelero lleva a la compra de casas y en última instancia a la expulsión de la población local. Queremos evitar eso, porque el carácter patrimonial de la ciudad tiene que ver también con la atmósfera que le dan sus habitantes”, refirió el experto venezolano.
Así, también los arrozales que rodean a Luang Prabang, que se cultivan igual desde hace siglos, son considerados objetos a preservar, especialmente evitando que carreteras o autopistas los atraviesen.
Hasta ahora la ciudad ha recibido cerca de 50 millones de dólares en ayuda internacional, como es el caso de la Unesco, de la Agencia Francesa de Cooperación, de la ciudad francesa de Chinon, hermanada con Luang Prabang, y de la Unión Europea.
Delmont enfatizó que la idea a mediano plazo es formar a profesionales laosianos -la mayor parte de los integrantes de su equipo son nacidos en ese país- para que sean ellos quienes se encarguen del proyecto.