Ninguno de los países del Norte industrial, la mayoría de los cuales se benefician de la presencia de inmigrantes, ratificó el tratado mundial aprobado en 1990 para proteger a esos trabajadores y a sus familias.
Pero la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares, en vigencia desde el 1 de julio, fue ratificada sólo por 31 países, todos ellos emisores de emigrantes, agregaron.
”Debe hacerse más para garantizar el respeto de los derechos humanos de los trabajadores migrantes y de sus familias, sean regulares o irregulares, documentados o indocumentados”, dijo este jueves el secretario general de la ONU, Kofi Annan, en ocasión del Día Internacional de los Inmigrantes.
”Por eso exhorto a los países a convertirse en partes de la Convención”, la cual es ”vital en los esfuerzos por combatir la explotación” de estas personas, agregó Annan.
La Red Nacional para los Derechos de Inmigrantes y Refugiados de Estados Unidos (NNIRR, por sus siglas en inglés) y la británica Anti-Slavery International hicieron eco al llamado de Annan
[related_articles]
La NNIRR sostuvo que el respeto universal de la Convención es hoy más necesaria que nunca.
”Con el continuo uso de los inmigrantes como chivos expiatorios y la apelación a leyes de seguridad en la guerra contra el terrorismo, hemos sido testigos del devastador efecto del temor, el racismo y la xenofobia en nuestras comunidades de inmigrantes y de refugiados”, indicó la organización.
En el último año, agregó, ”la criminalización de los inmigrantes se ha profundizado, a medida que el gobierno asignó el cumplimiento de las normas migratorias al Departamento de Seguridad Interna, agencia que da pocas posibilidades al respeto de la equidad o del debido proceso”.
La ONU (Organización de las Naciones Unidas) calculó que cerca de tres por ciento de los habitantes del mundo viven hoy fuera de sus países de origen.
Muchos de ellos son refugiados que huyen de la violencia, de la persecución o de los desastres naturales, pero la mayoría buscan mejores oportunidades económicas.
El flujo anual neto de migrantes es de 2,3 millones de personas. Entre los principales países emisores figuran —y previsiblemente, seguirán figurando por el próximo medio siglo— China, México, India, Filipinas e Indonesia.
Mientras, los principales receptores son Estados Unidos, Alemania, Canadá, Gran Bretaña y Australia.
Sesenta por ciento de los inmigrantes viven en los países más industrializados, y casi uno de cada 10 habitantes de esas naciones son inmigrantes. En los países en desarrollo, son apenas uno de cada 70.
Los países con más inmigrantes en términos absolutos son Estados Unidos (35 millones), Rusia (13 millones), Alemania y Ucrania (siete millones cada uno) y Francia, (seis millones).
Los países con mayor proporción de inmigrantes en su población son Emiratos Arabes Unidos (74 por ciento), Kuwait (58 por ciento), Jordania (40 por ciento), Singapur (34 por ciento) e Israel (27 por ciento).
Muchos inmigrantes y sus familias sufren discriminación laboral y en el acceso a los servicios sociales. En algunos casos, por ejemplo, no pueden recibir algunos beneficios, inclusive educación escolar, a pesar de que con frecuencia pagan tantos impuestos como los ciudadanos naturales.
Los inmigrantes toman empleos que los ciudadanos de los países ricos suelen rechazar, en especial en sectores económicos clave como la agricultura, la construcción y el servicio doméstico.
Al mismo tiempo, son víctimas de racismo, abusos y hasta ataques violentos. Los indocumentados son particularmente vulnerables a la explotación y también al chantaje de empleadores inescrupulosos, policías y funcionarios de migración.
Kalayaan, una organización humanitaria británica, informó el año pasado que el pasaporte de la mitad de las trabajadoras domésticas inmigrantes en ese país está en poder de sus empleadores.
La Convención de la ONU ofrece un marco para la protección de los inmigrantes, sin importar su condición legal, de la discriminación y de otros abusos, sean cometidos por sus países de origen, los de destino o los de tránsito.
Defensores del tratado como la organización December 18, con sede en Ginebra, consideran que se subestima el sufrimiento de los inmigrantes, en particular en países del Norte cuya población los percibe como una competencia en el mercado de empleo y una sangría al fisco.
”La migración es un fenómeno, no un problema”, según una carta firmada por 290 organizaciones no gubernamentales, entre ellas Amnistía Internacional, AntiSlavery International y December 18.
”Sin esfuerzos para compartir la riqueza con más justicia, la migración solo aumentará. No existen al respecto soluciones obvias ni de corto plazo”, agregó.
Annan consideró que la migración es un subproducto inevitable de la globalización. ”La vasta mayoría de los inmigrantes dan una gran contribución a sus nuevas sociedades, y muchos envían remesas para sostener la economía de sus países de origen”, sostuvo.
Los países firmantes de la Convención son Azerbaiyán, Bangladesh, Belice, Bolivia, Bosnia-Herzegovina, Burkina Faso, Cabo Verde, Chile, Colombia, Comoras, Ecuador, Egipto, El Salvador, Filipinas, Ghana, Guatemala, Guinea, Guinea-Bissau, Marruecos, México, Paraguay, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Seychelles, Sierra Leona, Sri Lanka, Tayikistán, Togo, Turquía, Uganda y Uruguay.