El cadáver de Edgar Zabaleta, de 14 años y asesinado de dos balazos en un callejón, era velado en una casucha del este de la capital venezolana la madrugada del domingo, cuando varios hombres irrumpieron en el lugar disparando ráfaga tras ráfaga de sus armas automáticas.
En esa acción murieron acribillados cinco adultos, tres adolescentes somnolientos: Alexis López, de 17 años, Carlos Briceño, de 15, y David Salcedo, de sólo 13, y el ataúd de Zabaleta fue perforado muchas veces. Ocurrió en septiembre, en un ajuste de cuentas entre bandas juveniles apenas registrado por los medios de comunicación absorbidos por la vorágine del debate político que consume a este país.
El asesinato de Zabaleta no entró en la última medición divulgada este miércoles por Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap), en la cual se indica que entre septiembre de 2002 a agosto de este año se registraron 1.053 muertes violentas de niños, niñas y adolescentes en Venezuela, que equivalen en promedio a tres fallecimientos diarios.
”Es como si cada mes desaparecieran, producto de la violencia, dos salones de clase repletos”, dijo a IPS Fernando Pereira, uno de los coordinadores de Cecodap, una organización no gubernamental que desde hace una década estudia cada año la situación de los derechos humanos de la infancia.
Uno de los dos salones de clase son víctimas de homicidios. En el período medido, con base en estadísticas de la policía judicial, fueron asesinados 521 menores de 18 años. ”Cada 24 horas entre uno y dos adolescentes son asesinados, y a los varones les toca la ruleta rusa”, sostuvo Pereira.
De los menores asesinados, 88 por ciento eran de sexo masculino, 64 por ciento tenía 16 o 17 años, 20 por ciento 14 o 15 y nueve por ciento tenían menos de 10 años, añade el informe.
Eran ”simplemente, niños o niñas que estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado, y fueron víctimas de agresiones o del fuego cruzado en situaciones de enfrentamiento”, explicó a IPS Ana Barrios, otra de las coordinadoras de Cecodap.
La violencia criminal agobia a Venezuela. El último estudio del Banco Interamericano de Desarrollo al respecto ubicó a este país en el sexto lugar en América Latina y el Caribe en la escala de cantidad de homicidios, al contabilizar 33 por 100.000 habitantes, detrás de El Salvador, Colombia, Honduras, Guatemala y Jamaica.
Además, Caracas ocupa el tercer puesto en la tabla de criminalidad para grandes ciudades de la región, con 133 homicidios cada 100.00 habitantes, apenas superada por la noroccidental ciudad colombiana de Medellín y la nororiental brasileña de Recife,
Pereira va detrás de otros indicadores para comparar. En la educación preescolar y en los primeros seis grados de enseñanza básica hay paridad en la matrícula de niños y niñas, pero en la fase secundaria (después de séptimo grado) los varones son sólo 44 por ciento del plantel de estudiantes.
”Eso significa que los varones se nos van más rápido del sistema escolar, al mercado de trabajo, informal, sin capacitación, y a las calles, alimentando los esquemas de exclusión en que se desenvuelve parte de la infancia en Venezuela”, indicó el experto.
El estatal Consejo Nacional de Derechos del Niño y del Adolescente indica que los menores de 19 años sumaban 10,4 millones en 1997, que equivalían a 45,7 por ciento de los 22,7 millones de habitantes del país de entonces.
Para Cecodap, entre los factores que agravan la violación de los derechos de la infancia en Venezuela están la pobreza y sus efectos de exclusión (la mitad de la población vive en la pobreza según cifras oficiales), y la polarización política que deja a un lado la cuestión de los derechos humanos.
El enfrentamiento se agudizó desde hace dos años en este país entre el gobierno de Hugo Chávez y la oposición empresarial, sindical y política que busca derrocarlo, lo cual ah desplazado los temas sociales al fondo de sus agendas.
La organización no gubernamental también deploró la debilidad del sistema de protección del niño y del adolescente, 15 años después que el país suscribió la Convención sobre los Derechos del Niño y tres años después de dictar una ley superior para proteger esos derechos.
Anahí Arizmendi, recién estrenada presidenta del estatal Consejo de Derechos del Niño y del Adolescente, dijo a IPS que ese organismo, ”con 61 convenios y dos millones de dólares, avanza en transferir a los estados y municipios programas específicos para la infancia”, de acuerdo a las pautas de la ley.
Algunos de los logros mostrados por el Consejo y reconocidos por el informe de Cecodap son el aumento de la matrícula escolar en todos los niveles hasta alcanzar una tasa bruta de escolaridad básica de 98,5 por ciento, y la disminución de la mortalidad infantil de 23-24 a 17,3 por cada 1.000 nacidos vivos en los últimos cinco años.
Cecodap registró campañas masivas de vacunaciones, aumento de la inversión pública en salud, descenso de la mortalidad asociada a deficiencias de nutrición y enfermedades infecciosas, y la eliminación del déficit de vitamina A en niños entre 6 y 59 meses.
Pero en regiones de frontera, los indicadores de mortalidad infantil duplican la media nacional, la disponibilidad de calorías es insuficiente, hay cuadros de anemia y falta de hierro en los registros de alimentación, y 20,4 por ciento de los nacidos vivos (más de 100.000 nacimientos al año) son hijos de adolescentes entre 15 y 19 años.
Finalmente, los ”niños de la calle”, un drama cuya superación fue bandera del presidente Chávez desde su primera elección en 1998, ”permanece sin grandes cambios”, dijo a IPS Oscar Misle, otro responsable de Cecodap.
”Hay programas puntuales, desarticulados, que alcanzan a 60 niños aquí, 90 más allá, pero como adictos a la sobrevivencia en las calles de Venezuela hay no menos de 20.000 niños”, narró Misle