Empecé el trabajo de parto a la una de la madrugada. Subimos a un automóvil rumbo a Jericó. En el puesto de control, no nos dejaron pasar, recordó Houriyyah Mir'ie.
Houriyyah Mir'ie comenzó su travesía en el poblado cisjordano de Jiftlek. Le rogó en vano a los soldados israelíes permiso para pasar con su vehículo. El puesto de control se erigía entre ella y el hospital. Caminó dos kilómetros hasta quedar exhausta. El niño murió, dijo.
Esta mujer es una de las 52 palestinas que parieron en las proximidades de puestos de control israelíes desde el comienzo de la segunda intifada (insurgencia popular contra la ocupación), en septiembre de 2000.
Veintiséis de los recién nacidos murieron, dijo Ziad Yaish, oficial de proyecto del Programa de las Naciones Unidas para la Asistencia al Pueblo Palestino. Las cifras se basan sobre estadísticas del Ministerio de Salud de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
El clamor de las mujeres que no alcanzan un hospital en los territorios árabes ocupados por Israel es motivo de preocupación internacional. El Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA) llegó a difundir un vídeo titulado Parto en el puesto de control.
Es completamente increíble que la falta de acceso a la atención médica causada por los cierres y los puestos de control no origine acciones internacionales. Esta situación afecta más a las mujeres y a niños y niñas, porque son los que necesitan acudir con más frecuencia a los servicios de salud, dijo a IPS la experta en salud reproductiva Laura Wick.
La Unión de Comités de Ayuda Médica Palestina documentó unas 80 muertes entre el 11 de octubre de 2000 y el 10 de diciembre de 2002, ocurridas como consecuencia directa del bloqueo israelí del tratamiento de salud a los palestinos. Varios de esos casos son de mujeres con sus bebés recién nacidos.
Pasar por un puesto de control no es un chiste, aun en un automóvil de la ONU. Antes, ir de Jerusalén a Ramalá insumía 15 minutos, y hoy, 90. El cierre dificulta el acceso a la salud. Se niega algo tan simple como el derecho de una mujer a dar a luz, a recibir atención médica, dijo Yaish.
Los soldados israelíes tienen instrucciones de permitir el paso de ambulancias, pero esas órdenes no siempre son cumplidas.
La Cruz Roja registró 1.115 casos de negativa al acceso de sus ambulancias entre el 29 de septiembre de 2000 y el 24 de octubre de 2003. La causa de estas negativas no fue establecida.
Agencias como la Organización Mundial de la Salud —que pertenece al sistema de la ONU (Organización de las Naciones Unidas)— y las no gubernamentales Médicos por los Derechos Humanos y Médicos del Mundo alertaron que las persistentes restricciones agravarán la crisis.
Pero trabajadores de la salud advierten que la violencia ejercida por combatientes palestinos limita las soluciones disponibles para Israel.
Sólo en Cisjordania hay más de 100 puestos de control y hasta 400 fosas y montículos bloqueando caminos. Israel afirma que esos instrumentos son vitales para mantener la seguridad ante la intifada, en el marco de la cual murieron 800 israelíes y 2.200 palestinos.
La gran cantidad de puestos de control carreteros instalados por el ejército israelí dentro de Cisjordania devastó la vida económica de los palestinos.
Un camionero que transporte productos de primera necesidad deberá detenerse en el confín de cada ciudad por la que pase, bajar toda su carga para que los soldados la inspeccionen y volver a cargarla en otro camión.
En el trayecto entre la septentrional ciudad cisjordana de Naplusa y la meridional de Hebrón, por ejemplo, una carga cambia de camión tres veces.
Funcionarios israelíes admiten que esas restricciones a menudo afectan a las ambulancias, las cuales, aseguran, han sido usadas frecuentemente para transportar armas y municiones.
También se sospecha que mujeres palestinas suelen ingresar en territorio israelí cargando armas. La policía fronteriza de Israel halló el 14 de octubre en el puesto de control de Hizme, al norte de Jerusalén, una pistola, dos cargas de munición y un cuchillo oculto en el cochecito de bebé de una mujer palestina.
Las dificultades que ocasionan los puestos de control van más allá de obstaculizar la atención de emergencias.
Dieciocho trabajadores de la salud murieron y 370 resultaron heridos en actos de violencia. Al menos 240 ambulancias fueron blanco de disparos, 34 de las cuales quedaron totalmente destruidas por balazos y artillería, según el UNFPA.
En cualquier día que se considere, más de 75 por ciento del personal médico palestino no puede llegar al puesto de trabajo, aseguró el Ministerio de Salud de la ANP. Así, en Cisjordania se perdieron más de 14.278 jornadas de trabajo en el sector de la salud en los últimos dos años, agregó.
La pobreza afectaba en 2001 a 60 por ciento de la población en territorio palestino, cuando esa proporción ascendía a 20 por ciento en 2000, antes de la intifada. Por eso, la mayoría de la población no puede pagar hoy un seguro de salud, dijo Yaish.
Muchos acuden a las clínicas de los campamentos de refugiados.
Desde el comienzo de la intifada, la proporción de partos en los hospitales cayó de 97,4 por ciento a 67 por ciento, informó el UNFPA. Y el Ministerio de Salud de la ANP calculó que apenas 30 por ciento de las mujeres con derecho a recibir atención acuden a consultas médicas especializadas durante el embarazo.
El temor durante las incursiones (armadas israelíes), la tensión prolongada y la debilidad física posiblemente vinculada con el deterioro nutricional de la población palestina resulta en un marcado aumento del número de abortos, indicó una fuente que trabaja con refugiados.
Asimismo, crece en los campamentos de refugiados la cantidad de embarazos con resultado desconocido, indicó la fuente.
* Miren Gutiérrez es editora jefa de IPS.