La decisión de Estados Unidos de asumir el control absoluto de la seguridad en Iraq está bajo fuego de la crítica tras los devastadores ataques del fin de semana, que dejaron al menos 18 estadounidenses muertos.
Al menos 15 soldados murieron y 21 resultaron heridos el domingo cuando un helicóptero fue derribado cerca de la central ciudad de Faluja, aparentemente por un misil tierra-aire. También en Faluja, una bomba mató a dos técnicos civiles estadounidenses, y en Bagdad otra bomba causó la muerte a un soldado.
En total, cerca de 135 estadounidenses murieron a manos de la resistencia iraquí desde que el presidente George W. Bush dio por finalizados los combates, el pasado 1 de mayo.
Según Washington, 114 soldados habían muerto durante las operaciones militares que terminaron con la toma de Bagdad, la capital iraquí.
Para muchos iraquíes conocedores del terreno, la causa de que la situación en Iraq se haya salido de control es clara.
”El mayor error de las fuerzas de la coalición fue disolver el ejército y las fuerzas de seguridad”, opinó el brigadier general Mohammed Abdulá Shahwani, quien abandonó Iraq en 1990 y se incorporó a los esfuerzos encubiertos de Washington para derrocar a Saddam Hussein.
”Teníamos una buena red de inteligencia. Nuestros hombres conocían a todos los criminales, pero los mandaron a casa. Para empezar desde el principio, se precisa tiempo”, dijo Shahwani a IPS en Bagdad.
Fuentes iraquíes y estadounidenses señalaron que la orden de disolver el antiguo ejército y otros servicios de seguridad procedió directamente del Pentágono (Departamento de Defensa de Estados Unidos), y no fue una idea promovida por Paul Bremer, el administrador civil de Iraq.
La disolución del ejército también tuvo graves consecuencias económicas, que aparentemente Estados Unidos no previó.
El antiguo ejército tenía unos 400.000 miembros. Además, la Guardia Republicana del derrocado presidente Saddam Hussein contaba con 50.000 hombres, y había otros tantos en otros órganos de seguridad.
Teniendo en cuenta que cada familia iraquí tiene en promedio seis miembros, la orden del Pentágono generó insatisfacción en tres millones de iraquíes, que representan más de 12 por ciento de la población, de unos 24 millones.
Además, la disolución del ejército abrió las vastas fronteras terrestres del país a grupos radicales extranjeros.
”Iraq se ha transformado en un campo de batalla entre terroristas internacionales y las fuerzas de Estados Unidos”, señaló Hani Idriss, vicepresidente del Acuerdo Nacional Iraquí, una coalición de siete grupos nacionales que se oponían al régimen de Saddam Hussein.
En ausencia de un aparato de seguridad eficaz, las fuerzas estadounidenses decidieron asumir el control absoluto y excluir toda participación iraquí.
Las señales de estas intenciones de Estados Unidos se percibieron ya en los primeros días de la guerra, lanzada el 20 de marzo.
”Durante la operación de 'liberación' de Iraq, cuando el ejército estadounidense avanzaba desde el sur hacia Bagdad, ya era claro que los iraquíes no contábamos como socios”, dijo Intifadh Qanbar, portavoz del Congreso Nacional Iraquí, un grupo que se oponía al régimen de Saddam Hussein desde el exilio.
”Todo era manejado por los militares estadounidenses, y ése fue el error”, agregó.
Varios partidos políticos ofrecieron ayuda a las fuerzas de la coalición para establecer un sistema de seguridad, incluso para reclutar informantes y recabar inteligencia para prevenir atentados, señaló Idriss.
”En más de una ocasión, sugerimos en nuestras reuniones del Consejo Interino de Gobierno con la coalición, incluso al propio Bremer, que nos dejara ayudar”, pero ”hasta ahora no recibimos respuesta”, declaró.
”Las fuerzas de la coalición insisten en tener el pleno control de las decisiones. No permiten ninguna intervención de las fuerzas políticas en el área de la seguridad. Piensan en ellas como milicias, que usarían sus armas y causarían una guerra civil”, dijo.
Por otra parte, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos ha intentado reclutar sus propios informantes y ”activos de inteligencia”, pero no ha tenido éxito, señaló Qanbar.
La CIA ”se esforzó por reclutar jefes tribales en el sur, pero obviamente no obtuvo los resultados esperados… Estos esfuerzos siempre fracasan porque (los estadounidenses) no conocen Iraq, no comprenden la complejidad de su sociedad”, afirmó.
Otros iraquíes opinan que Bremer y la Autoridad Provisional de la Coalición deben hacer cambios, y que los ideólogos del Pentágono deben escuchar los consejos que reciben desde Bagdad.
”Bremer precisa asesores de dentro de Iraq”, sostuvo Saad Jenabi, un empresario iraquí de Bagdad.
Jenabi se transformó en socio comercial de Hussein Kamel, uno de los yernos de Saddam Hussein, y escapó con él a Jordania. Luego del regreso y la ejecución de Kamel en Iraq por su suegro, Jenabi viajó a Estados Unidos, donde habría participado en planes para derrocar al presidente.
”El problema con la Autoridad Provisional de la Coalición es que es muy lenta, porque sus miembros nunca habían trabajado en Medio Oriente. No conocen al pueblo Iraquí. Cuando empiezan a aprender, ya tienen que irse”, concluyó.
Washington intenta desesperadamente que otros países aporten tropas para la ”reconstrucción” de Iraq, como forma de aliviar a las asediadas tropas estadounidenses, pero se resiste a ceder poder de decisión.