Brasil puede ser la primera «potencia de los trópicos» y su pueblo es portador de la utopía de una nueva humanidad, pero el ALCA amenaza ese sueño, sostuvo el teólogo católico Leonardo Boff en el Foro Social Brasileño.
"Podemos crear una Roma tropical, un imperio de solidaridad mundial que unifique la humanidad", contando con la inmensa riqueza en biodiversidad y agua dulce y el "ensayo civilizatorio" que realiza Brasil, dijo Boff en el tercer día del encuentro que se realiza en la meridional ciudad de Belo Horizonte.
Este gran país sudamericano reúne todas las tragedias humanas, con su desigualdad social, el hambre y la miseria, "pero también toda la esperanza", desarrollando una "cultura de resistencia, de apertura al diálogo, de sincretismo y la convicción de que Dios camina con nosotros e incluso quizás sea brasileño", argumentó.
Es extraordinario el "capital de esperanza" acumulado por la población, pese a las injusticias, la dependencia del capital extranjero y el país sometido a "explotadores externos e internos", observó.
Brasil, con 172 millones de habitantes, es también un gran laboratorio de múltiples experiencias y numerosos movimientos sociales de mujeres, negros, campesinos y comunidades variadas, cuya articulación impulsará el "proyecto de cambios".
Todo esto hizo que la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre se convirtiera en sede de las tres primeras ediciones anuales del Foro Social Mundial, como "capital del sueño de una nueva humanidad", realzó el más conocido representante brasileño de la Teología de la Liberación.
El ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) amenaza este sueño, porque transformaría Brasil en un "socio menor subalterno" en el bloque continental, un proyecto "más político que económico" de Estados Unidos, advirtió Boff.
Por todo eso, el teólogo manifestó su apoyo al movimiento que reclama un plebiscito nacional para decidir sobre la adhesión brasileña al acuerdo comercial que negocian 34 países, todos los de América excepto Cuba.
Para convertir el sueño en realidad es necesario, además de evitar el ALCA, formar una amplia "coalición de fuerzas, una alianza de todos los que quieren colaborar", la "unión de los saberes popular y académico que haría un pueblo invencible", apuntó.
También es fundamental reclamar del gobierno brasileño de Luiz Inácio Lula da Silva los cambios prometidos, instaurando un "Estado social de carácter popular", opinó el teólogo muy aplaudido por las casi 3.000 personas presentes en la conferencia.
Un reclamo de ese tipo fue hecho por el coordinador del Movimiento Nacional de Niños y Niñas de la Calle, el sociólogo Alessandro Gama, al criticar el reducido presupuesto destinado por el gobierno de Lula a programas sociales.
Gama recordó que este país tiene 30 millones de niños y adolescentes con hambre, cinco millones sometidos a trabajo y un millón a la explotación sexual.
Una efectiva transformación del cuadro nacional exige democratiza la tierra, la riqueza, la información y la cultura, propuso a modo de "programa mínimo de las izquierdas" otro panelista que habló el viernes, Cesar Benjamim, dirigente de la organización no gubernamental Consulta Popular.
Las potencialidades de Brasil, que ya es un gran exportador agrícola, son trabadas por la concentración de 44 por ciento de las tierras registradas en manos de uno por ciento de los propietarios, mientras sólo se utiliza 14 por ciento del área cultivable, destacó.
La pésima distribución de la riqueza en este país se acentúa con el poder de los bancos y del capital especulativo, mientras la información manejada como una mercancía por medios de comunicación regidos por intereses privados y la cultura subvaluada también constituyen obstáculos a los cambios, acotó.
Benjamim dijo que "los caminos del cambio siguen indefinidos", que "todos saben que es necesario cambiar, pero no cómo hacerlo y hacia dónde".
El activista destacó luego que Brasil presenta una "gran distancia entre lo que es y lo que puede ser", con inmensas recursos no aprovechados, alto desempleo y gran dependencia del capital extranjero, producto de la "trágica herencia neoliberal".
Por su parte, la socióloga Mary Castro, investigadora de temas de género y juveniles para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, sostuvo que transformar la sociedad exige una "alquimia" que permita juntar las luchas de mujeres, de clases, de jóvenes, negros, indígenas, homosexuales y otros grupos.
La lucha por la igualdad, sin comprender las "distintas desigualdades y discrimaciones", puede provocar equivocaciones y "limitar la creatividad", por eso hay que reclamar "igualdad de derechos y la libertad de ser diferentes", argumentó.
Políticas unidimensionales, no combinadas, sin tomar en cuenta las varias asimetrias raciales, de género y generaciones, son insuficientes, añadió.
Castro precisó que, por ejemplo, 88 por ciento de los ricos brasileños son blancos, que el desempleo de ocho por ciento en los adultos salta a 18 por ciento entre los jóvenes y a 35 por ciento si se trata de jóvenes negros.
Muchos en Brasil son "progresistas en lo social y conservadores en economía", en separaciones que se deben superar, añadió, defendiendo el rescate del socialismo con la alquimia de los movimientos más diversos.
El lenguaje es también un instrumento de mantenimiento y justificación de esas injusticias, comentó, a su vez, la militante del movimiento negro Jurema Werneck, dirigente de la organización no gubernamental Criola.
Un ejemplo de ello es cuando el concepto de democracia oculta que su diseminación por el mundo se hizo en desmedro de las poblaciones negras, las mujeres, los no cristianos. La democracia es blanca, masculina y heterosexual, sentenció.
Recuperar palabras como radical, que ganó un carácter negativo por su tratamiento en los medios de comunicación y el empleo por gobernantes conservadores, y también de resistencia, distorsionada como actitud pasiva, forma parte de la lucha cotidiana por un mundo mejor, según Werneck.
Las conferencias, que son las sesiones más importantes del Foro Social Brasileño, no contemplan debates ni preguntas de los asistentes.
Es una falla del encuentro, que también presenta problemas de organización, evaluó para IPS Gledson Ribeiro, un sacerdote católico que actúa en barrios pobres de Belo Horizonte.
Los documentos y programas del foro no son distribuidos a tiempo y es difícil el acceso a los seminarios y talleres de la tarde, dispersos por varios locales y varios edificios de la Universidad Federal de Minas Gerais, explicó.
La imposibilidad de hacer preguntas también preocupó a Elisabete Brandao y Dagmar Mateus, educadoras de Sao Paulo que se dijeron encantadas por participar por primera vez en un encuentro de esa naturaleza, pero se quejaron del acoso de periodistas a Boff, al lado de quien querían sacarse unas fotos, en un intento frustrado.