La presidencia de Guatemala se dirimirá en una segunda vuelta en diciembre entre el derechista Oscar Berger y el centroderechista Alvaro Colom, quienes dejaron muy atrás en las elecciones del domingo al ex dictador Efraín Ríos Montt.
Escrutados 64 por ciento de los votos, se ubica en primer lugar Berger, candidato de la Gran Alianza Nacional (GANA), con 38,4 por ciento de las adhesiones, seguido de Colom, de la Unión Nacional de la Esperanza (UNE), con 27,63 por ciento.
De este modo, al no pasar ninguno de esos dos candidatos el 51 por ciento de sufragios requeridos para ser ungido presidente de manera directa, deberán disputar el cargo en una segunda vuelta electoral el 28 de diciembre, en la que ya no estará en carrera Ríos Montt, pues sólo había superado 11 por ciento de adhesiones.
El Tribunal Supremo Electoral informó de la participación de 70 por ciento de los 5,7 millones de ciudadanos habilitados para votar en los comicios, en los que se registraron irregularidades y algunos actos violentos, pero que no alcanzaron para que las misiones de observadores extranjeras y locales cuestionaran la jornada.
Se reportaron el domingo tres personas muertas en el marco de una pelea en un centro de votación, además de otras nueve víctimas fatales pero en este caso producto de accidentes de tránsito.
Entre las denuncias recibidas por las autoridades se cuenta la quema de papeletas de votación, de la cual se acusa a las paramilitares Patrullas de Autodefensa Civil, puestos de nuevo circulación por el gobernante Frente Republicano Guatemalteco (FRG) de Ríos Montt.
También se señalaron intentos por duplicar papeletas, así como problemas de empadronamiento que habría impedido votar a cientos de ciudadanos,
Los observadores destacan como dato más significativo de esta primera vuelta presidencial la profunda caída electoral de Ríos Montt, quien a sus 77 años pretendía volver al gobierno.
Ríos Montt es acusado por organizaciones humanitarias de ser uno de los principales responsables de las numerosas masacres de campesinos que se cometieron en el último tramo de la guerra civil de 36 años, finalizada en 1996 y que dejó unas 200.000 víctimas, entre muertos y desaparecidos.
El fuerte traspié electoral de este domingo será la muerte política del ex dictador, según analistas políticos locales.
"Esa será la primera gran victoria de los guatemaltecos: sepultar el mito de Ríos Montt", pronosticó Marco Barahona, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales.
Con Ríos Montt también cae su FRG, cuyo gobierno encabezado por Alfonso Portillo finaliza en medio de fuertes acusaciones de corrupción y de mantener supuestos vínculos con empresarios ligados al narcotráfico.
El estancamiento económico y social pautó el gobierno de un país que en la actualidad cuenta con 80 por ciento de sus 12,3 millones de habitantes sumidos en la pobreza.
Otro dato que confirman los comicios era el previsto bajo desempeño de la izquierda, representada por la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca y la Alianza Nueva Nación, liderada por la legisladora Nineth Montenegro.
Así, los próximos dos meses encontrará a los dos empresarios, Berger y Colom, en una lucha sin tregua entre dos proyectos de gobierno con pocas diferencias entre sí.
En esa disputa, Colom cuenta con el apoyo del Partido de Avanzada Nacional, la Unión Nacional, el Cambio Nacional, el Partido Unionista y la Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG), entre otros.
Analistas políticos, como Barahona y Francisco García, del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos, no descartan que el FRG de Ríos Montt finalmente respalda a la UNE, todo lo cual mejoraría las posibilidades de Colom pese a que el domingo quedó lejos de su adversario.
Tanto García como Barahona consideran que ese nuevo escenario político con miras a diciembre le da altas probabilidades de triunfo a Colom, un empresario textil de 50 años.
También favorece a Colom su condición de sacerdote maya, ya que la mitad de los guatemaltecos son indígenas, pese a lo cual siempre han estado relegados del poder político.
Por otra parte, Berger y Colom ya han manifestado estar dispuestos a retomar los acuerdos de paz de 1996, que pusieron fin al conflicto armado interno de casi cuatro décadas.
Expertos entienden que hacer cumplir los acuerdos de paz es la mejor manera de establecer una agenda nacional que involucre a los diversos sectores.
Sin embargo, García y Barahona consideraron que en los próximos cuatro años, en el mejor de los casos, el nuevo gobierno de Guatemala sólo podrá sentar las bases para una "real transición hacia la democracia".