EEUU-IRAQ: Douglas Feith va al sacrificio

La pregunta del mes en Estados Unidos es qué sucederá con Douglas Feith, el neoconservador subsecretario de Defensa para Políticas. La respuesta marcará el derrotero de la hoy unilateralista y belicista política exterior.

Feith, un funcionario oscuro que responde directamente al secretario (ministro) de Defensa Donald Rumsfeld y a su segundo, Paul Wolfowitz, es uno de los mayores candidatos a chivo expiatorio por la difícil situación que Estados Unidos afronta en Iraq.

Su grisura es, precisamente, una de las características personales que facilitan su salida. La segunda es que sus ideas, en particular las que tienen que ver con Medio Oriente, son las más radicales manifestadas desde el gobierno.

Faith, protegido del ex presidente de la Junta de Políticas de Defensa del Pentágono Richard Perle, se ha opuesto, por ejemplo, a la posibilidad de que Israel ceda territorios a Palesina a cambio de paz.

Este funcionario ha sido un extravertido enemigo del diálogo de Oslo entre palestinos e israelíes iniciado en Oslo en 1993, e incluso del proceso de Camp David, que condujo en los años 70 a la paz entre Egipto e Israel y en el que participó al entonces primer ministro derechista israelí Menajem Beguin.

Sus contactos profesionales cercanos son muy significativos. Su ex socio en el bufete de abogados Feith & Zell, L. Marc Zell, es portavoz del movimiento de colonos judíos en Cisjordania.

Pero el factor que hace más factible su salida del Pentágono es que todas las equivocaciones del gobierno estadounidense en Iraq, en especial aquellas que el Congreso legislativo ya investiga o se dispone a investigar, se vinculan directamente con sus actividades.

Todos los caminos conducen a Feith, como dijo un conocido funcionario.

La hoy disuelta Oficina de Planes Especiales, creada por él, apeló a informes frecuentemente aportados por el iraquí favorito de los neoconservadores, Ahmed Chalabi, para preparar alarmistas informes de inteligencia que reforzaron los argumentos a favor de la invasión a Iraq.

Esos datos luego llegaban a la Casa Blanca a través de Rumsfeld o del vicepresidente Dick Cheney, sin pasar por organismos de espionaje establecidos como la Agencia Central de Inteligencia (CIA) o las agencias militares.

Fue con esos informes a la vista que el presidente George W. Bush aseguró que el régimen del hoy desaparecido y depuesto presidente iraquí Saddam Hussein poseía un programa de armas nucleares, biológicas y químicas, y que estaba vinculado con la red terrorista Al Qaeda.

Feith fue también encargado de la planificación de la posguerra en Iraq, y en ese carácter rechazó toda previsión de resistencias en el país árabe, como aseguraban tras meses de trabajo iraquíes exiliados y expertos en Medio Oriente del Departamento de Estado (cancillería) y de la CIA.

Además, impidió que expertos del Departamento de Estado participaran de cualquier modo en la Autoridad Provisional de la Coalición, principal órgano civil de la ocupación estadounidense en Iraq.

Por último, fue Feith quien recomendó, junto con la Autoridad Provisional, grandes contratos para la reconstrucción del país árabe que, en la percepción de quienes han criticado la invasión y la ocupación, tienen el lucro como principal objetivo.

Entre las compañías que aprovecharon esos contratos figuran varias con empleados o asesores que han integrado la Junta de Políticas de Defensa del Pentágono, cuyos miembros son elegidos por Feith.

De hecho, su socio Zell instaló una oficina en Bagdad con un sobrino de Chalabi para ayudar a empresas interesadas en contratos para la reconstrucción de Iraq.

”Hasta que se saquen de encima a Feith, nadie creerá que el gobierno está reacomodando su política exterior seriamente”, dijo a IPS el asistente de un legislador crítico de la actitud de Washington hacia Iraq.

Hay pistas de que el poder de Feith se resquebraja desde la primera quincena de octubre, cuando la consejera de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Condoleezza Rice, anunció que encabezaría un Grupo de Trabajo para la Estabilización de Iraq que reuniría a representantes de varios organismos del gobierno.

La medida parece diseñada para dar la impresión de que la Casa Blanca está decidido a tomar control de una situación que ha contribuido con la precipitada caída de popularidad de Bush cuando falta un año para las elecciones presidenciales.

Pero la intención también sería, al parecer, asegurar que el Pentágono dejará de ignorar a otros organismos del gobierno cuando se trata de Iraq, como sucedió durante casi todo el último año.

La creación del Grupo encabezado por Rice se conoció luego de que cundieran las críticas por la falta de previsión de los problemas que se han registrado en Iraq luego de la declaración del fin de la operación militar el 1 de mayo.

Han muerto desde entonces en agresiones de la resistencia iraquí soldados estadounidenses a razón de uno por día, que suman aun más de los caídos en la invasión iniciada el 20 de marzo.

Otra señal de la pérdida de poder de Feith es el atemperamiento de la retórica respecto de Irán y Corea del Norte, los países que, junto con Iraq, integran el ”eje del mal” designado por Bush.

Además, la semana pasada, un estrecho colaborador de Feith, el ex secretario asistente de Defensa para Políticas de Seguridad Internacional, J. D. Crouch II, renunció a su cargo de repente y sin explicación.

Versiones sin confirmar indican que la Casa Blanca había alcanzado hace dos meses la decisión de cesar a Feith, pero Rumsfeld lo evitó con el argumento de que su partida sería percibida como una admisión de errores en Iraq.

Fue en ese contexto que se decidió, en primera instancia, reducir con discreción las potestades del funcionario.

Feith, al igual que Perle, ha manifestado a lo largo de su dilatada trayectoria política posturas de línea dura en materia de política exterior y de control de armas.

Se opuso en los años 70 a tratados internacionales contra la proliferación de misiles antibalísticos y de armas químicas y biológicas, a los que consideró ineficaces y perjudiciales para los intereses estadounidenses.

Su bufete de abogados ha representado, entre otros clientes, a las firmas fabricantes de armas Lockheed-Martin y Northrop Grunman.

Feith se ha destacado como defensor de los intereses y de la seguridad de Israel.

Su padre, Dalck Feith, un filántropo y contribuyente a campañas del gobernante Partido Republicano en la nororiental ciudad de Filadelfia, participó antes de la segunda guerra mundial en Polonia en el movimiento juvenil sionista Betar, predecesor del partido derechista Likud, hoy gobernante en Israel.

Padre e hijo han sido galardonados por la Organización Sionista de Estados Unidos, el grupo judío que más apoyo ha dado en este país al Likud y a los asentamientos en territorio palestino y que más vínculos tiene con la Derecha Cristiana.

Feith ingresó en el gobierno en 1981 como experto en Medio Oriente del Consejo de Seguridad Nacional, durante la presidencia de Ronald Reagan. Fue despedido abruptamente al año siguiente. Pero Perle, entonces secretario de Defensa Adjunto para Seguridad Internacional, lo contrató como su segundo.

En 1986, Feith dejó ese cargo para fundar el bufete Feith & Zell. Tres años más tarde, el gobierno turco lo contrató para representarlo en Washington. En ese carácter, participó en la consolidación de vínculos militares entre Turquía e Israel.

La revista Commentary publicó en 1997 un extenso artículo suyo titulado ”Una estrategia para Israel”, en la que proponía dejar sin efecto los acuerdos de paz de Oslo y reocupar las áreas de Cisjordania y Gaza ya transferidas a la Autoridad Nacional Palestina.

Dos años más tarde, Feith y Perle firmaron una carta abierta al entonces presidente Bill Clinton para proponerle que trabajara en conjunto con Ahmed Chalabi a fin de derrocar a Saddam Hussein. Y en 2000, participó en la elaboración de un informe que sugería a Washington estar preparado para atacar a Siria.

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