La falta de agua dulce puede provocar para 2025 una caída de 23 por ciento en la producción agrícola de Africa subsahariana, la región más pobre del mundo, que pasaría a depender más de la ayuda alimentaria internacional.
Esta lúgubre perspectiva fue el tema de una reunión auspiciada por el Grupo Consultivo de Investigación Agrícola Internacional (CGIAR, por sus siglas en inglés), que terminó este jueves en la capital de Kenia.
La conferencia reunió a 200 científicos y tomadores de decisión para lanzar el Programa-Desafío del Agua y la Alimentación del CGIAR, integrado por 16 organizaciones independientes de investigación de todo el mundo.
El nuevo programa intentará vincular a la sociedad civil con institutos de investigación, en un esfuerzo por aumentar la eficiencia del uso del agua en la producción de alimentos, en Africa y en otras regiones.
Hasta 831 millones de personas en Africa subsahariana podrían quedarse sin acceso a agua potable para 2025, si los gobiernos continúan con sus actuales políticas, advirtió CGIAR.
Estos pronósticos fueron respaldados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
En una declaración emitida antes del Foro Mundial del Agua, celebrado el pasado marzo en la ciudad japonesa de Kyoto, la FAO señaló que ”aunque no existe una crisis mundial del agua, los graves problemas de seguridad hídrica y alimentaria en algunos países y regiones en desarrollo deben atenderse de inmediato”.
”Si deseamos evitar una crisis alimentaria, necesitamos más inversiones para aumentar la productividad agrícola en los países en desarrollo, utilizando tecnologías existentes y nuevas”, agregó la agencia de la Organización de las Naciones Unidas.
Los científicos reunidos en Nairobi creen que la clave para producir más alimentos con menos agua radica en adaptar los cultivos elegidos a las zonas en que se cultivan.
”Dejemos para las tierras áridas los cultivos que pueden crecer en ellas. En tierras húmedas, concentrémonos en los cultivos más adecuados, y alentemos el intercambio a nivel local y regional”, exhortó Isaya Sijali, especialista en irrigación del Laboratorio Nacional de Investigación Agrícola, con sede en Nairobi.
También es necesario desarrollar tecnologías que permitan medir el consumo de agua de cada especie agrícola. ”Si podemos cuantificar eso… los agricultores podrán concentrarse en los cultivos que precisen menos agua”, destacó Sijali.
Otros especialistas creen que la respuesta está en la recolección intensiva de agua.
”En las temporadas muy lluviosas, se debe juntar la mayor cantidad posible de agua para tiempos de sequía”, recomendó Peter Ambenje, subdirector de Pronósticos del Departamento de Meteorología de Kenia.
Las advertencias meteorológicas tempranas también pueden ayudar a los países a prevenir los peores efectos de las sequías y las inundaciones, agregó.
Los expertos también destacaron la necesidad de invertir más en infraestructura.
Esas inversiones deberían concentrarse en ”modernizar la irrigación, construyendo terrazas y pequeñas represas”, sugirió Daniel Renault, de la FAO.
El Programa-Desafío del CGIAR estudiará el uso del agua de nueve de los principales ríos del mundo, entre ellos el Nilo, en Africa.
El proyecto ya recibió promesas financieras por 60 millones de dólares, pero el CGIAR espera recaudar otros 120 millones para financiar investigaciones en los primeros seis años del programa.