El gobernante Partido de los Trabajadores (PT) brasileño es una esperanza de renovación para la Internacional Socialista (IS), pero las señales emitidas en sus diez meses en el poder alientan el temor a una nueva frustración de la izquierda.
La ausencia de los principales líderes y el protagonismo de ex gobernantes en el 22 Congreso de la IS, celebrado del lunes a este miércoles en la ciudad brasileña de Sao Paulo, retratan su situación actual.
Muchos de los partidos integrantes de la IS fueron alejados del poder en las últimas elecciones, principalmente en Europa.
La decisión misma de realizar por primera vez el encuentro en Brasil es otro síntoma de la necesidad de buscar alternativas, en un mundo que se hizo más complejo y conservador, por lo menos en el ámbito del poder político.
De hecho, el anfitrión PT participa sólo como observador en la IS. Situar el congreso en la meridional Sao Paulo, metrópoli administrada por la petista Marta Suplicy, era un evidente intento de seducción.
La Internacional Socialista, establecida en su forma actual en el Congreso de la ciudad alemana de Francfurt en 1951, agrupa a partidos socialdemócratas, socialistas y laboristas de todo el mundo.
El único miembro brasileño de la organización es el decadente Partido Democrático Laborista, liderado por Leonel Brizola, ex gobernador de Río de Janeiro y hasta este congreso uno de los 25 vicepresidentes de la IS.
El ascenso en enero a la presidencia de Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva, un líder obrero cuyo partido repite muchas décadas después ejemplos clásicos de la socialdemocracia europea, representa un posible respiro reanimador para una IS en declive.
Pero el PT sólo decidirá su integración plena a la Internacional en 2005, después de las elecciones municipales de octubre de 2004 y de una consulta a sus militantes, anunció el presidente del partido, José Genoino.
Los dirigentes petistas que hablaron en el congreso, efectuaron críticas al orden mundial actual que sonaron como exigencias de cambios a la Internacional para una eventual adhesión del PT.
El mismo Lula condenó duramente a los ”países que pregonan el libre comercio pero practican intensamente el proteccionismo” y se niegan a eliminar los subsidios agrícolas que suman 1.000 millones de dólares por día.
En un encuentro con el presidente sudafricano, Thabo Mbeki, del izquierdista Congreso Nacional Africano, Lula señaló la necesidad de superar el eurocentrismo de la IS, para que tengan más participación y voz partidos de países del mundo en desarrollo.
Otro blanco de las críticas fue el ausente primer ministro británico Tony Blair, que como laborista es uno de los líderes de la IS. La ”tercera vía” de Blair y su alianza con Estados Unidos en la invasión a Iraq parecen incompatibles con el discurso internacional del PT brasileño.
Aceptar el liderazgo del británico en la IS sería la negación de la política externa que está desarrollando el gobierno de Lula, que reclama relaciones comerciales más equilibradas, la democratización de las instituciones multilaterales y cambios en el sistema financiero mundial, incluyendo el Fondo Monetario Internacional.
Pero el mismo PT enfrenta una creciente ola de acusaciones de haber abandonado como gobierno ideas de izquierda, por lo menos en cuestiones internas, al poner en marcha una política conservadora especialmente en la economía.
Para imponer disciplina entre sus parlamentarios a la hora de votar proyectos que el partido solía considerar derechistas, se recurre a suspensiones y amenazas de expulsión. Tres diputados y una senadora del PT están a la espera de juicio partidario.
La política económica mantiene la misma orientación del gobierno anterior, al que el PT acusaba de ”neoliberal”, incluso profundizando el ajuste fiscal y el alza de intereses para combatir la inflación, lo que contrajo la economía en el primer semestre de este año.
Además, el PT promueve una reforma más radical del sistema de previsión social.
Otra fuente de disidencias y ”vuelcos a la derecha” son las cuestiones que afectan a la política ambiental. La autorización para siembra de soja transgénica, grandes proyectos de desarrollo que agravarían la deforestación de la Amazonia y otras medidas ”pragmáticas” están alejando al movimiento ambientalista del gobierno del PT.
El diputado Fernando Gabeira, uno de los ecologistas más conocidos del país, dejó el PT debido a decisiones oficiales que, en sus palabras, lo llevaron a concluir que ”soñó el sueño equivocado”, al ver traicionada su esperanza en el gobierno que tanto deseó.
”Todos fundamos un partido como expresión de lucha por nuestros ideales, pero tenemos que pasar a la realidad” al asumir un gobierno, justificó el chileno Luis Ayala, secretario general de la IS, en entrevista con el diario O Estado de Sao Paulo.
Recientes derrotas electorales de los miembros del movimiento no parecen recomendar tal actitud.
Pero Ayala sostuvo que la IS está ”más fuerte y representativa que nunca”, ya que con las 27 nuevas adhesiones registradas durante este congreso se elevaron a 168 los partidos miembros, y los socialistas comandan 52 gobiernos en el mundo.
Una realidad distinta marcó el escaso entusiasmo por el encuentro de 600 delegados, al que además de Blair no asistieron los gobernantes Gerhard Schroeder, de Alemania, el sueco Goran Persson, el chileno Ricardo Lagos, el polaco Leszek Miller ni el líder palestino Yasser Arafat.
Otras ausencias ilustres fueron las de los ex gobernantes Felipe González, de España, y Mijaíl Gorbachov, de la disuelta Unión Soviética. En cambio sí estuvo presente el ex premier italiano Massimo D'Alema.
El ex primer ministro de Portugal Antonio Guterres sigue ejerciendo la presidencia de la Internacional Socialista.