Nashala Hearn, de 11 años, volvió a clase este miércoles. En los últimos 15 días, las autoridades escolares de la meridional ciudad estadounidense de Muskogee la suspendieron dos veces por usar el velo que algunas ramas del Islam prescriben a las mujeres.
”Fue un gran día”, dijo, entrevistada por teléfono apenas volvió a su casa. ”Todos mis amigos me dieron la bienvenida. Estaban muy entusiasmados.”
Para numerosas organizaciones defensoras de los derechos civiles de todo Estados Unidos, la decisión de la Academia de Ciencias Ben Franklin, la escuela del estado de Oklahoma donde esta niña cursa sexto año de escuela, viola el derecho de la niña a practicar su religión.
”Esto nos dejó bastante mal”, dijo Eyvine Hearn, el padre de Nashala. ”No puedo describir nuestros sentimientos, porque se mezclaban muchas emociones. Tratamos de guardar la compostura. Fue difícil mantenerla entretenida.”
La familia de Nashala supo la decisión de la escuela el último 11 de septiembre, segundo aniversario de los atentados que dejaron 3.000 muertos en las torres gemelas del World Trade Center en Nueva York y en el Pentágono, sede en Washington del Departamento (ministerio) de Defensa.
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Muchos musulmanes residentes en Estados Unidos aseguran ser sometidos a diferentes formas de discriminación, persecución policial y violación de sus derechos civiles y humanos luego de los atentados, atribuidos a la red terrorista Al Qaeda que lidera el saudita Osama bin Laden.
El relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre Libertad de Credo, Abdelfattah Amor, advirtió el mes pasado que Estados Unidos debería hacer frente a la ola de ”islamofobia y arabofobia” que recorre el país.
Amor acusó a algunas figuras públicas por alentar la violencia contra árabes y musulmanes después del 11 de septiembre.
Los ataques contra musulmanes aumentaron casi 15 por ciento en el último año al pasar de 525 a 602, debido a la hostilidad antiislámica, sostiene un informe publicado en julio por el Consejo de Relaciones Estadounidenses-Islámicas (CAIR), con sede en Washington.
Las denuncias de ataques físicos contra musulmanes estadounidenses e instituciones islámicos recibidas por CAIR suman centenares desde los atentados de 2001.
Los crímenes de odio y raciales contra este sector del público aumentaron 1.700 por ciento en 2001, según estadísticas del Buró Federal de Investigaciones (FBI).
Muchas musulmanas han debido luchar para defender su derecho de usar velo (”hijab”) en escuelas, lugares de trabajo y hasta al aire libre. Una mujer del nororiental estado de Maryland debió enfrentarse con la administración de una academia de peluquería y maquillaje hasta que se le permitió vestir velo.
El hijab es ”la principal causa de quejas presentadas por musulmanas” en materia de derechos civiles, dijo Rabiah Ahmed, de CAIR.
El Islam es una de las religiones de más rápido crecimiento en Estados Unidos: ya son 6,8 millones de musulmanes, y para 2010 superarán la población judía, con lo cual será la segunda fe estadounidense detrás del cristianismo, según organizaciones islámicas.
La decisión de la Academia de Ciencias Ben Franklin se conoció pocos días después de que una musulmana estadounidense fuera golpeada por un adolescente en las afueras de un supermercado del oriental estado de Virginia al grito de ”cerda terrorista”.
Nashala Hearn ha asistido a clase con hijab desde el 18 de agosto, el primer día del presente año lectivo. El 11 de septiembre, fue conducida a la oficina del director, quien le solicitó que llamara a sus padres para hablar sobre el velo.
”Por la fecha, pensé que la decisión tenía mucho que ver con el 11 de septiembre. Fue entonces que ella empezó a tener problemas”, dijo Eyvine Hearn.
Nashala fue suspendida por tres días el 1 de este mes y por cinco días el 5.
El CAIR, entre otras organizaciones de defensa de los derechos civiles, exigieron al Departamento de Educación del Oklahoma que obligara a la Academia de Ciencias Ben Franklin a admitir a Nashala Hearn en la clase, mientras su padre amenazaba con presentar una demanda judicial.
”Lo peculiar de este caso es que las autoridades escolares no querían llegar a un acuerdo”, dijo Ahmed, el dirigente de CAIR. ”Al principio, no negociaban para nada. Podrían haberse convertido en la primera escuela pública de Estados Unidos en no admitir a una niña por su vestimenta religiosa.”
Pero este miércoles, un representante legal del distrito escolar informó que Hearn podría asistir a clases ese mismo día, y que quedaría pendiente una revisión de la política de la Academia de Ciencias Ben Franklin.
”Lo importante es que volvió a clase. Está muy feliz, y todos nosotros lo estamos”, dijo su padre. Para los activistas, la decisión es importante por partida doble, pues defiende los derechos de la niña a educarse y a practicar su religión.
Por su parte, Nashala promete respetar sus obligaciones religiosas. ”Seguiré luciendo el hijab”, dijo.