El director general de la Unesco, Koichiro Matsuura, seguirá impulsando una convención mundial para proteger la diversidad cultural, pese a la oposición inicial que había mostrado Estados Unidos al proyecto.
Esta convención le dará a todos los países el derecho a establecer una política propia de preservación y promoción nacional de bienes culturales como películas, grabaciones de música y libros.
Matsuura tiene dos años para elaborar el borrador, para lo que deberá consultar a la Organización Mundial del Comercio, la Organización Mundial de Propiedad Intelectual y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.
Esta convención, de carácter obligatorio, es un proyecto de larga data en la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura), que ya había adoptado una resolución no obligatoria al respecto en 2001.
La resolución considera la diversidad cultural patrimonio común de la humanidad y subraya que protegerla es un imperativo ético inseparable de la dignidad humana.
El proyecto de la convención se vio envuelto en una polémica luego de que Estados Unidos volvió a integrarse a la Unesco este año y anunció desde un principio su desaprobación.
Estados Unidos se había retirado de la Unesco en 1984. Con su reingreso y la entrada también de Timor Oriental, la organización ahora cuenta con 190 países, que acordaron fijar las pautas del borrador en la conferencia realizada en París entre el 29 de septiembre y el 17 de octubre.
Un número sin precedentes de 3.580 delegados, entre ellos cinco jefes de Estado y cerca de 300 ministros, asistieron a la reunión en la capital francesa.
El gobierno estadounidense se reincorporó en esa conferencia a la agencia especializada de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), de la que se había retirado en 1984 tras acusarla de mal manejo de recursos.
Los principales debates procesados en la Unesco se referían en los años 80 al Nuevo Orden Mundial de la Información y al Nuevo Orden Económico Mundial, propuestas del mundo en desarrollo para contrarrestar la hegemonía del Norte industrial en los mercados de las comunicaciones y en el comercio.
El gobierno estadounidense se opuso a ambos programas y se retiró de la Unesco.
La idea de una convención obligatoria para preservar la diversidad cultural fue ampliamente apoyada en las discusiones.
El mundo necesita una convención para darle a cada estado el derecho a adoptar políticas públicas necesarias para preservar y desarrollar su patrimonio cultural y lingüístico. Una convención de estas características apoyaría la singularidad de la creación cultural, dijo el presidente de Francia, Jacques Chirac.
El mandatario rechazó el argumento estadounidense de que la convención obstaculizaría la libre circulación de bienes culturales. La libertad florece dentro de las leyes y las reglas, y se ve estrangulada con la anarquía, señaló.
Muchos diplomáticos condenaron la oposición estadounidense a la convención.
A los ojos del gobierno de Estados Unidos, la cultura es otro tipo de comercio, y por eso no puede haber una política cultural, dijo a IPS un representante latinoamericano que no quiso dar su nombre.
Finalmente, Estados Unidos cedió y todos los delegados aprobaron una resolución señalando que la protección de los contenidos y las expresiones artísticas de la diversidad cultural deben ser sujeto de una convención internacional.
La resolución le pide al director general que envíe un primer borrador de la convención para la próxima conferencia general, en 2005.
Matsuura aplaudió la reincorporación de Estados Unidos, en especial porque mejorará las finanzas de la organización. Cada año, nuestro presupuesto se reduce cinco por ciento. Gracias al retorno de Estados Unidos, nuestra agencia puede afrontar el futuro con menos austeridad, dijo.
El presupuesto de la Unesco para el año fiscal 2004-2005 es de 610 millones de dólares. El gobierno de Estados Unidos pagará desde ahora 53 millones de dólares por año, y también un tributo por su reingreso de 5,3 millones.
Pero, entre otras condiciones, Estados Unidos exigió un escaño para el país en el Consejo Ejecutivo de la organización. El gobierno de Bush también declaró que no aceptaría la aprobación de la convención de protección de la diversidad cultural.
Por otra parte, la conferencia en París aprobó varias convenciones sobre protección del patrimonio cultural, de la información genética humana y contra el uso de drogas en el deporte.
La Unesco adoptó también la Convención Internacional sobre la Preservación del Patrimonio Cultural Intangible, como complemento de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural y Natural, de 1972, referido a monumentos y lugares naturales.
Esta nueva convención pretende preservar las tradiciones y expresiones orales, como el lenguaje, así como las artes de la interpretación, prácticas sociales, rituales, festividades y conocimientos populares.
La convención, que debe ser aprobada por al menos 30 países para entrar en vigor, prevé la creación de inventarios a nivel nacional y un Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Intangible.
Además, propone crear la Lista Representativa del Patrimonio Intangible de la Humanidad y la Lista de Patrimonios Culturales Intangibles en Riesgo.
La primera ya fue conformada en parte durante la conferencia de París.
Incluye, entre otras manifestaciones culturales, las danzas típicas de las comunidades africanas de Belice, Honduras y Nicaragua, el carnaval de Bolivia, la ópera china, el canto gregoriano, el teatro tradicional de India y el teatro de marionetas de Sicilia, Italia.
La conferencia también adoptó la Declaración sobre la Destrucción Internacional de Patrimonio Cultural, en la que se recuerda la trágica destrucción de los Budas de Bamiyan por el hoy depuesto movimiento radical islámico afgano Talibán.
La Unesco expresó su seria preocupación sobre el creciente número de actos de destrucción intencional de patrimonio cultural.
La Declaración Internacional sobre Información Genética Humana aprobada en París establece los principios éticos que deben regir la recolección, el procesamiento, el almacenamiento y el uso de los datos genéticos de las personas.
La privacidad de una persona que participa en un estudio sobre información genética humana debe ser protegida y toda la inforamción debe ser confidencial, señala la declaración.