Ahmed Qureia —más conocido como Abu Ala—, elegido por la presidencia de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para suceder como primer ministro al renunciante Abu Mazen, aceptó el cargo y reclamó respaldo a Estados Unidos.
Abu Ala, actual presidente del Consejo Legislativo Palestino, fue escogido por el presidente Yasser Arafat por ser un político moderado y promotor de los acuerdos de Oslo en 1993 con Israel, que permitieron la creación de la ANP.
Después de un largo período de discrepancias con Arafat sobre la forma de encarar el proceso de paz con Israel, Abu Mazen presentó su renuncia el sábado.
El presidente palestino espera ahora que las credenciales moderadas de Abu Ala convenzan a Estados Unidos, pese a que Washington advirtió la semana pasada que retiraría su apoyo a la llamada ”hoja de ruta” hacia la paz si Abu Mazen renunciaba.
Por hoja de ruta se conoce el plan de paz elaborado por el llamado cuarteto: Estados Unidos, la Unión Europea (UE), la Organización de las Naciones Unidas y Rusia.
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Abu Ala señaló que el apoyo expreso de Washington es clave para evitar otro fracaso, y pidió que Israel ponga fin a los asesinatos selectivos de dirigentes de los grupos armados palestinos y a la destrucción de las viviendas de sus familias.
La UE apoyó la designación de Abu Ala el domingo por la noche, aunque éste todavía no aceptó el cargo formalmente y el nombramiento aún debe ser ratificado por el parlamento.
”Vamos a hacer todo lo posible para superar este difícil momento, y para garantizar que se ponga en práctica la hoja de ruta. La defenderemos día y noche”, dijo el jefe de la diplomacia del bloque europeo, Javier Solana.
Pero queda poco por defender. El sábado, la violencia y la inestabilidad política hirieron de muerte al plan de paz.
Primero fue la renuncia de Abu Mazen, que había abrazado el plan de paz y se había comprometido a convencer a los palestinos para que pusieran fin a la intifada (insurrección popular contra la ocupación israelí).
Luego, aviones israelíes lanzaron un proyectil contra un edificio en Gaza donde estaba el líder espiritual del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), el jeque Ahmed Yassin, quien resultó levemente herido y prometió venganza.
Pocos se asombraron con la renuncia de Abu Mazen. El había puesto en juego su futuro político al prometer que obtendría concesiones de Israel en el marco de la hoja de ruta, y volvió con las manos vacías.
Su renuncia parecía inminente luego de que las organizaciones armadas palestinas suspendieron la tregua declarada en junio, en respuesta a un ataque israelí contra un dirigente del Hamas, que a su vez fue en represalia por un atentado suicida en Jerusalén que dejó 21 muertos.
Pero Abu Mazen también sucumbió ante una prolongada lucha de poder con Arafat, quien había creado el cargo de primer ministro sólo por la fuerte presión internacional, en especial de Estados Unidos.
”Abu Mazen fue arrastrado a un final trágico por varios factores. Uno de ellos es Arafat. Pero también sus rivales en la elite política palestina que rodea a Arafat”, dijo a IPS el analista israelí Menachem Klein, de la Universidad Bar Ilan.
Todavía hay temores de que este mismo grupo ponga obstáculos en el camino de Abu Ala quien, como su predecesor, tiene muy poco apoyo del público palestino, y su legitimidad se basa sólo en ser elegido por Arafat.
El nuevo primer ministro es el número tres en el partido secular Al Fatah, detrás de Arafat y Abu Mazen, y es visto como un político más astuto que su predecesor.
El futuro de Abu Ala también dependerá de la relación con el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, que jugó un papel clave en el destino de Abu Mazen.
Las concesiones de Sharon a Abu Mazen siempre fueron muy limitadas. La hoja de ruta establecía en su primera fase que debía desmantelar decenas de asentamientos judíos ilegales en Cisjordania, pero Sharon removió sólo 15. Y los colonos judíos los reconstruyeron tan pronto como fueron destruidos.
Cuando debía liberar a los prisioneros palestinos de las cárceles de Israel, Sharon dejó en libertad sólo a aquellos cuyas penas estaban por expirar en pocos días.
Además, Sharon mantuvo inflexible su exigencia de que Abu Mazen desmantelara las organizaciones armadas palestinas como condición para avanzar en la hoja de ruta.
Sin logros diplomáticos concretos, Abu Mazen no pudo ganarse el apoyo del público palestino. Y sin este apoyo, no pudo lograr un acercamiento a las organizaciones armadas islámicas.
”Israel también arrinconó a Abu Mazen con sus continuos asesinatos selectivos, con sus operaciones especiales (durante la tregua) y con su intransigencia”, señaló Klein.
Según el analista, la principal piedra con que tropezó el primer ministro palestino fueron los asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza.
”Los asentamientos representan la presencia del ejército israelí en los territorios palestinos. Una vez que las colonias sean desmanteladas, entonces desaparecerán los puestos de vigilancia israelíes, y por tanto habrá menos ocupación”, señaló.
Pero Estados Unidos también influyó en la caída de Abu Mazen. El gobierno de George W. Bush hizo una mínima presión a Sharon y utilizó la prédica de su campaña antiterrorista para exigir al primer ministro palestino que desmantelara a las organizaciones armadas.
Bush parece no estar ya tan interesado en el conflicto palestino-israelí y está más concentrado en Iraq y en su campaña para ser reelecto en 2004. Todavía está por verse cuál será la actitud que asumirá ante Abu Ala.
En el caso de Abu Mazen, los esfuerzos de Washington para presentarlo como representante legítimo del pueblo palestino tuvieron el efecto contrario: cuanto más se lo respaldaba, más era visto como una marioneta de Bush, y más popularidad ganaba Arafat.
El secretario de Estado (canciller) estadounidense Colin Powell dijo que el nuevo primer ministro palestino debe contar con más poder para pelear contra las organizaciones armadas, pues será la única forma de avanzar en la hoja de ruta, que prevé la creación de un Estado palestino independiente para 2005.
El parlamento palestino ”tiene que dar al nuevo primer ministro los poderes políticos, la autoridad y los recursos que necesita para perseguir a Hamas”, dijo Powell a la cadena de televisión estadounidense NBC antes de que Abu Ala fuera designado por Arafat.
Pero todo esto no será suficiente. Ningún primer ministro palestino puede desmantelar a las organizaciones armadas si no cuenta con apoyo popular. Y ese apoyo no puede obtenerse, según Klein, ”si no hay concesiones israelíes y si no se acaba con la ocupación”.