El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva enfatiza cuestiones de cooperación y comercio en la visita a Cuba iniciada este viernes, sin mayores compromisos políticos con la isla socialista.
Lula llegó a medio día al aeropuerto internacional de La Habana, donde fue recibido con un abrazo por su par cubano Fidel Castro, aunque la agenda marcaba el recibimiento oficial para unas tres horas más tarde, en el Palacio de la Revolución, sede gubernamental.
Castro, enfundado en su tradicional uniforme verde oliva, y Lula, de sobrio traje azul oscuro, abordaron de inmediato el Mercedes Benz en que se traslada habitualmente el anfitrión y abandonaron la terminal aérea.
El trayecto de unos 15 minutos hasta la residencia del embajador de Brasil, Tilden de Santiago, permitió a los dos mandatarios dar comienzo a las conversaciones ”sin agenda predeterminada” previstas durante la visita de dos días.
No hubo discursos ni declaraciones a la prensa en el aeropuerto, pero Lula había aclarado algunas de sus posiciones sobre Cuba antes de partir de México, segundo punto de un viaje que comenzó con su asistencia a la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York.
”No doy opiniones sobre las condiciones políticas internas de otras naciones”, dijo a periodistas en la capital mexicana, donde también afirmó que el embargo estadounidense contra Cuba es ”inhumano”.
Esas palabras indican la escasa probabilidad de que Lula acepte conversar en la capital cubana con sectores de oposición, a cuyos integrantes Castro considera ”mercenarios” a sueldo ”del imperio” (estadounidense).
Por otro lado, la diplomacia cubana concede alto valor a toda condena del embargo, que, según sus cuentas, ha significado perjuicios para la isla por valor de unos 72.000 millones de dólares en más de cuatro décadas de aplicación.
Tras la asunción de Lula el 1 de enero, Brasil se abstuvo de votar una resolución sobre Cuba en la reunión anual de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, otro importante frente de la política externa de Castro.
Esa moción pedía, contra la voluntad de La Habana, que se permitiera el ingreso a la isla de una representante especial del alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, con la misión de observar si se respetan tales derechos, incluyendo los civiles y políticos.
”Una reunión con Lula sería para nosotros un gesto solidario que apreciaríamos mucho”, pero si el visitante opta por una gestión discreta a favor de los derechos humanos en Cuba, quizás hasta sea preferible, dijo a IPS Vladimiro Roca, de la opositora coalición Todos Unidos.
Para Dimas Castillo, de la también opositora Corriente Socialista Democrática, ”evidentemente” el mandatario brasileño ”quiere evitar un roce con el gobierno cubano”, que reacciona con irritación cuando un visitante conversa con disidentes.
A su vez, grupos disidentes de corte socialdemócrata reunidos en Arco Progresista dijeron respetar ”las razones históricas y estratégicas que se interponen” para que no haya un ”intercambio” entre Lula y sectores cubanos de oposición.
A juicio de esa agrupación, la ”experiencia del gigante sudamericano dentro del grupo de países amigos de Venezuela sería inestimable en el caso cubano”.
Ese grupo fue formado para apoyar la mediación del secretario general de la Organización de Estados Americanos, César Gaviria, entre el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez y los grupos sociales y políticos que se le oponen.
Lula viaja acompañado de los ministros Celso Amorim (Relaciones Exteriores), Humberto Costa (Salud), José Dirceu (Casa Civil de la Presidencia), Luiz Dulcí (Secretaría General de la Presidencia), José Fritsch (Pesca), Luiz Fernando Furlan (Desarrollo), José Graziano (Seguridad Alimentaria) y Antonio Palocci (Hacienda).
Más de 50 integrantes de la comunidad empresarial y de negocios de Brasil forman parte de la comitiva de Lula y participarán este sábado en un Foro Empresarial Cuba-Brasil, en el cual es probable que el presidente visitante pronuncie un discurso.
Antes de eso, está previsto firmar en el Palacio de la Revolución varios acuerdos para dar impulso a la relación bilateral, que en materia de comercio movilizó en 2002 unos 90 millones de dólares, según datos brasileños.
Entre los sectores cubanos que interesan a Brasil están la biotecnológico y el de la industria farmacéutica, de gran desarrollo en los últimos años, el turístico, el azucarero, el pesquero y el petrolero.
También es posible que se concrete la concesión a Cuba, por parte de la banca estatal de Brasil, de una línea crediticia de unos 400 millones de dólares, que se destinarían a compras de productos brasileños.
El saldo actual de la balanza comercial es favorable a Brasil, que exporta a la isla alimentos, así como carrocerías y chasis de autobuses, entre otros productos, y compra a Cuba níquel, cemento, agentes inmunizantes, insecticidas y tabaco.
El embajador brasileño en La Habana, Tilden Santiago, confirmó esta semana que las petroleras estatales Petrobras, de Brasil, y Cupet, de Cuba, firmaron en fecha reciente un protocolo de intención para posibles negocios conjuntos.
Entre las perspectivas abiertas por ese documento, el diplomático mencionó un proyecto de rehabilitación de la refinería de Cienfuegos, en el centro de la isla, paralizada desde hace unos 10 años.
Además, Petrobras podría unirse a compañías de España y Canadá en la prospección de yacimientos petroleros en la zona económica cubana del Golfo de México, y participar en la modernización de instalaciones de extracción para yacimientos terrestres de la isla, que se encuentran inactivas.