”Somos socios del pueblo iraquí en este esfuerzo”, había dicho el representante especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Iraq, el brasileño Sergio Vieira de Mello, una semana antes de morir por un atentado con bomba contra la sede del foro mundial en Bagdad.
Vieira de Mello, que era el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y subsecretario general de la organización, se refería a la restauración de Iraq para los iraquíes luego de la invasión de ese país por Estados Unidos y Gran Bretaña y el derrocamiento del presidente Saddam Hussein.
El martes, el enviado especial murió después de agonizar durante horas bajo los escombros de su oficina, destruida por una bomba en el peor ataque de la historia contra una sede de la ONU. Al menos otros 16 funcionarios, locales e internacionales, murieron con él.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, anunció que el personal de la organización continuará en Iraq pese al atentado.
El ataque con un coche-bomba, que seguramente afectará los esfuerzos de las fuerzas de ocupación por normalizar la situación en este país, forma parte de una serie atentados contra objetivos no militares.
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El 7 de este mes, un ataque contra la embajada de Jordania en Bagdad dejó 16 muertos. En los últimos días, varios acueductos y oleoductos fueron saboteados. Asismismo, seis personas murieron en el ataque a una prisión en las afueras de la capital iraquí, donde permanecían detenidos opositores de la ocupación.
Estos ataques sólo parecen apuntar a crear caos e inestabilidad.
Algunos iraquíes atribuyen la violencia a miembros del derrocado régimen de Saddam Hussein y su partido Baas.
Fuera del semiderruido Canal Hotel, que oficiaba de sede de la ONU, una mujer iraquí cuya sobrina continuaba atrapada en el edificio en la medianoche del martes al miércoles expresaba su furia. ”Los baasistas son perros”, repetía.
Nadie se había atribuido el atentado hasta este miércoles, aunque los sospechosos abundan.
Otra mujer iraquí con familiares atrapados en el interior del edificio dijo que los atacantes escogieron ese objetivo porque ”sabían que había muchos extranjeros dentro”.
El comentario sugiere una inclinación a identificar a los extranjeros y las organizaciones internacionales en general con la coalición de ocupación. Ni siquiera la Cruz Roja se ha salvado. El mes pasado, dos de sus empleados fueron asesinados.
Muchos iraquíes identifican a la ONU con las sanciones internacionales que sufrieron durante 12 años y las inspecciones de armas del pasado. Además, el foro mundial reconoció la semana pasada al gobierno interino iraquí, designado por Estados Unidos.
Antes del comienzo de la guerra, el pasado 20 de marzo, el personal internacional de la ONU fue evacuado de Iraq, al igual que el de varias organizaciones no gubernamentales. Los grupos se establecieron en Ammán, la capital de Jordania, desde donde mantenían sus operaciones a larga distancia.
La ONU esperó varias semanas después de la guerra antes de autorizar el reingreso de su personal en Iraq, pero Vieira de Mello, en un discurso ante el foro mundial en junio, advirtió que los peligros para los funcionarios continuaban.
Vieira de Mello esperaba crear un nuevo vínculo entre la ONU y el pueblo iraquí.
Aunque el Consejo de Gobierno Provisional supuestamente gobierna Iraq, el foro mundial debió asumir más y más responsabilidades. Por ejemplo, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) se hizo cargo de la recolección de basura.
Este involucramiento de la ONU se produjo pese a los temores de Estados Unidos.
En la mañana del atentado, el administrador civil designado por Estados Unidos en Iraq, Paul Bremer, descartó una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para dar un papel más activo al foro mundial.
La resolución hubiera abierto las puertas a la participación de más países en las fuerzas de coalición para mantener la seguridad en Iraq.
