ENERGIA-EEUU: El oscuro legado de la desregulación

Los expertos que atribuyeron el apagón de la semana pasada en Estados Unidos y Canadá a defectos de un sistema de electricidad ”tercermundista” parecen olvidar que Washington ha presentado ese sistema como ejemplo a los países en desarrollo durante años.

Ni siquiera los periódicos cortes de luz en el sudoccidental estado de California disuadieron a los principales exponentes del libre mercado, como el Banco Mundial, de que le exigieran a sus deudores modelar sus sistemas de generación y distribución eléctrica a imagen y semejanza de la red estadounidense.

El jueves 14, los defectos de este modelo se hicieron evidentes una vez más cuando una falla cerca de la región de los Grandes Lagos (noreste) dejó sin luz a ocho estados de Estados Unidos y a parte de la provincia canadiense de Ontario, en un área de 24.000 kilómetros cuadrados.

El apagón afectó a cerca de 50 millones de personas y fue el mayor de la historia estadounidense.

Una investigación de las causas pronto condujo a la compañía eléctrica FirstEnergy, propietaria de cuatro de las cinco líneas de distribución en el norte del estado de Ohio cuya falla originó el apagón. La empresa afirmó que su sistema de alerta de accidentes no funcionó.

Los antecedentes de FirstEnergy le dan escasa credibilidad. La empresa cerró el año pasado su central nuclear de Davis-Besse, luego de que casi se produjera un accidente.

Nadie se responsabilizó por el apagón de la semana pasada, que provocó pérdidas económicas por 1.000 millones de dólares sólo en el estado de Nueva York, de acuerdo con datos oficiales.

El secretario (ministro) de Energía, Spencer Abraham, anunció el domingo ante las cámaras de televisión que los consumidores deberán pagar, al parecer, 50.000 millones de dólares en sus tarifas de electricidad para reparar el obsoleto sistema nacional de transmisión de energía.

Los consumidores, ”obviamente, pagarán la cuenta porque serán los que se beneficiarán”, dijo Abraham en el programa televisivo Face the Nation.

Pero numerosos expertos atribuyen la responsabilidad del apagón a sucesivos gobiernos estadounidenses que eliminaron mecanismos oficiales de control de la industria eléctrica y que impusieron el cumplimiento voluntario de las normas por parte de las compañías.

A comienzos de los años 70, la generación, la transmisión y la distribución de energía se separaron entre distintas entidades.

Uno de los resultados fue que las compañías de servicios públicos tuvieron a partir de entonces escasos incentivos para construir nuevas líneas eléctricas pese al aumento de la demanda, que creció ocho por ciento en los últimos cuatro años. Esto sobrecargó más la infraestructura de transmisión.

”Desregulación” no es el término más adecuado para describir lo que ocurrió con el sector energético, observó Enver Masud, responsable del Estudio de la Red Nacional de Energía de Estados Unidos realizado en 1980 para el Departamento de Energía.

”Lo que ocurrió fue que un sistema probado, que minimizaba los costos, fue sustituido por un sistema no probado, que tiende a maximizar los márgenes de ganancia”, escribió Masud en un artículo publicado en The Christian Science Monitor.

Los cambios ”también fracturaron la responsabilidad por el funcionamiento general del sistema. De hecho, el apagón nos advirtió que debemos repensar la desregulación”, afirmó.

Otros arguyen que el problema es que la desregulación no avanzó la suficiente.

”La desregulación es señalada como la culpable, pero la transmisión y la distribución de energía no han sido desreguladas. En realidad, la regulación de esos sectores aumentó en los años 90”, señaló Peter VanDoren, director de la publicación trimestral Regulation.

”La afirmación de que los apagones subrayan la necesidad de una estrategia nacional de energía no tiene en cuenta que el proyecto de ley a consideración de una comisión del Congreso (legislativo) no incentivará a las empresas privadas a invertir en la ampliación de la capacidad de transmisión”, agregó.

El Congreso trata de determinar qué fue lo que salió mal. En el proceso, el gobernante Partido Republicano y el opositor Partido Demócrata intercambian culpas.

Mientras, un grupo de trabajo estadounidense-canadiense también investiga las causas del apagón.

Más allá de señalar que el apagón ”es una señal de que debemos modernizar nuestra red de energía”, el presidente George W. Bush no prometió impulsar cambios significativos en el sector.

En cambio, el ministro Abraham y líderes republicanos del Congreso aprovecharon la oportunidad para intentar resucitar el moribundo plan de energía de Bush, que incluye la explotación petrolera en áreas protegidas de Alaska.

El gobierno también intenta postergar por tres años el plan de la Comisión Federal Reguladora de la Energía, una agencia gubernamental sin facultades normativas, de crear una red de organizaciones regionales para administrar el sistema de electricidad.

Ambientalistas y otros proponentes de fuentes alternativas de energía sostienen que una red descentralizada de generadores eólicos y solares sería la única solución confiable y de largo plazo.

”Todo sistema tecnológico, desde la rueda hasta el transbordador espacial, fracasa a veces”, dijo a IPS Lloyd J. Dumas, profesor de economía política de la Universidad de Texas en Dallas.

”Reduciríamos notablemente esta vulnerabilidad si adoptáramos sistemas de energía renovable, que son mucho más simples y fáciles de descentralizar que la combinación de energía nuclear y basada en combustibles fósiles, de las que dependemos actualmente para la generación de energía”, concluyó.

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