AMERICA LATINA: Hambre de equidad

La mala distribución del ingreso en América Latina es el principal impedimento para que la región cumpla en 2015 la meta de reducir a la mitad su población desnutrida, advirtió este lunes la Cepal en su «Panorama Social 2002-2003».

Hoy hay 55 millones de latinoamericanos desnutridos, es decir, 11 por ciento de la población, lo cual implica "mejoramientos muy marginales" respecto del 13 por ciento de hace 10 años, dijo a IPS el director regional de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), Gustavo Gordillo.

Si se quiere enfrentar con decisión el problema del hambre "se va a requerir un esfuerzo deliberado de los gobiernos y nuestras sociedades civiles por reducir de manera significativa la actual mala distribución del ingreso", agregó Gordillo.

De acuerdo al informe presentado por José Antonio Ocampo, secretario ejecutivo de Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), 18,8 por ciento de la población regional es extremadamente pobre, 11 por ciento de los habitantes está subnutrido y casi nueve por ciento de los menores de cinco años están desnutridos.

Este cuadro se presenta pese a que en 20 de 24 países de la región se incrementó la oferta de alimentos en la pasada década, lo cual contribuyó a la reducción de la población mal alimentada.
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No obstante estos avances, Cepal y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) estiman, con base en informes de FAO, que al menos nueve países, sobre todo de América Central y el Caribe, no lograrán reducir el hambre a la mitad 2015, un logro sólo garantizado por ahora en siete países.

Perú es el país con mejor índice de cumplimiento de la meta, ya que ha reducido la incidencia de la subnutrición de 40 a 11 por ciento de sus habitantes, mientras en Haití hay también una importante reducción de 64 a 50 por ciento, aunque sigue siendo el país con mayores niveles de hambre en la región, destacó Gordillo.

"Los casos más dramáticos de países que han empeorado su situación son los de Guatemala, que de 14 por ciento (de población subnutrida) pasó a 25 por ciento en una década, y de Venezuela, que retrocedió del 11 al 21 por ciento en igual período", indicó a IPS el funcionario de FAO.

Los países con menores porcentajes de población hambrienta, según estadísticas consolidadas al año 2000, son Argentina, con dos por ciento, Uruguay, con tres, Chile, con cuatro, y Costa Rica, Ecuador y México, con cinco por ciento cada uno. Sin embargo, Gordillo y Ocampo coincidieron en que no hay estadísticas actualizadas y completamente confiables para dimensionar el impacto en los grados de desnutrición de la aguda recesión de los tres últimos años en Argentina, aunque es un hecho que en ese país aumentó el hambre.

En Argentina, pese a la recesión, se manifiesta también la asociación entre desigualdad de ingresos y menor acceso a alimentos, ya que ese país tiene un potencial agrícola suficiente para alimentar a una población de 300 millones, señaló a IPS Zoraida Mesa, directora regional para América Latina del PMA.

La asistencia alimentaria a la región no ha disminuido y más bien muestra pequeños incrementos, pero ha pasado a ser más bilateral que multilateral, agregó Mesa a propósito de una probable incidencia de la disminución de la ayuda internacional en los índices de nutrición.

Pero casi 57 por ciento de la ayuda alimentaria se ha monetizado, lo cual crea distorsiones pues se adquieren grandes partidas de productos, como harina de trigo, cuya demanda no está en los sectores más necesitados, apuntó Mesa.

La asistencia alimentaria "no llega necesariamente a quienes más la necesitan", dijo Mesa. La focalización de la ayuda y de los programas es fundamental para que la asistencia financiera surta efectos, agregó.

Se requiere planificación y establecimiento de programas por países, bajo el criterio de asegurar el acceso a los alimentos de los sectores que más sufren los efectos del hambre. "No solo pensando en el mercado nos aseguramos ese acceso", subrayó.

Gordillo insistió en la propuesta de la FAO de una gran "Alianza Internacional contra el Hambre", que "a nivel de cada país refuerce el compromiso político de erradicar el hambre de todos los sectores nacionales: gobierno, fuerzas políticas, sector privado, organismos no gubernamentales y la sociedad civil".

En 2002 el número de latinoamericanos pobres llegó a 220 millones de personas, lo cual equivale a 43,4 por ciento de la población regional, y dentro de este margen la extrema pobreza o indigencia afectó a 95 millones o 18,8 por ciento de los habitantes, consignó el informe de la CEPAL.

"El proceso de superación de la pobreza se estancó durante los últimos cinco años, con tasas de pobreza e indigencia que se han mantenido prácticamente constantes desde 1997", señaló Ocampo en la presentación del informe.

Este mal desempeño se asocia al impacto regional de la llamada crisis asiática y tiene como única excepción el año 2000, cuando una efímera recuperación de las economías latinoamericanas permitió reducir la pobreza en más de cuatro millones de habitantes.

En los ámbitos nacionales hubo variaciones pequeñas en los índices de pobreza entre 1999 y 2002, con las excepciones de Argentina y de Uruguay, "que sufrieron serios deterioros de las condiciones de vida", según la Cepal. "En el área urbana argentina, la tasa de pobreza casi se duplicó al pasar del 23,7 por ciento al 45,4 por ciento (entre 1999 y 2002), mientras que la indigencia se multiplicó por tres, subiendo de 6,7 a 20,9 por ciento", señaló el documento.

En mayo, la pobreza urbana era de 54,7 por ciento en ese país, y la indigencia de 26 por ciento, según datos oficiales.

*Parte de una serie sobre el hambre en América Latina

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