La ola de calor que atraviesa Europa ha obligado a las autoridades de Francia a tomar medidas de seguridad extraordinarias en las centrales nucleares, pero ambientalistas y expertos pusieron el grito en el cielo.
Técnicos de la empresa estatal Electricité de France rociaron agua sobre la central nuclear de Fessenheim, sobre el río Rin y cerca de la frontera con Alemania. La intención era enfriar la instalación, que debe dejar de funcionar si la temperatura alcanza los 50 grados.
La temperatura de la central de Fessenheim ya había llegado a 48. Ambientalistas advirtieron que el margen de dos grados es demasiado estrecho.
”No se puede lanzar un experimento con una central nuclear en una situación tan extrema. Fessenheim es la más antigua de las centrales nucleares francesas. Simplemente, habría que apagarla”, dijo a IPS la portavoz del Partido Verde Mireille Ferri.
Los técnicos dejaron de rociar agua sobre la planta cuando vieron que el intento había fracasado. Pero la generación de electricidad continuó, en el entendido de que se interrupiría de inmediato si la temperatura alcanzaba los 50 grados.
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Las 58 centrales nucleares de Francia producen 80 por ciento de la electricidad que consume el país. Todas ellas, menos dos, están ubicadas en riveras y utilizan la corriente fluvial como refrigerante. El agua ya utilizada es devuelta a los ríos, más caliente que en estado natural.
La ola de calor obligó a las centrales a descargar una gran cantidad de agua caliente sobre los ríos, lo cual amenaza la flora y la fauna, alertaron expertos.
Ese peligro es más evidente en plantas como la de Blayais, sobre el océano Atlántico y cerca de la ciudad de Bordeaux, y las de Bugey y Tricastin, en el sudeste, cerca de Lyon, sobre los ríos Isère y Rhone.
En esos tres casos, la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) aprobó la descarga de agua a 28 grados, una temperatura superior a la admitida habitualmente. Otras 16 centrales solicitaron autorización para hacer lo mismo, informó la ASN.
”Las actuales condiciones del clima ya elevaron cinco grados la temperatura de los ríos en relación con el promedio de los últimos 25 años”, sostuvo la agencia.
Ambientalistas afirman que muchas especies de flora y fauna acuática son incapaces de sobrevivir a más de 26 grados.
”Los peces mueren porque no pueden extraer oxígeno del agua” en esas condiciones, dijo a IPS Jean Yvon Landrac, líder del movimiento Sortir du Nucléaire, que procura eliminar las centrales nucleares.
Por otra parte, ciertas algas que reducen el nivel de oxígeno, crecen con facilidad con altas temperaturas, lo cual multiplica los efectos dañinos de las operaciones de las plantas nucleares en el ambiente natural de los ríos y de otras fuentes de agua, agregó Landrac.
Los riesgos van más allá de poner en peligro la vida acuática. Las estaciones nucleares dependen mucho del flujo de agua, muy reducida por la sequía que sufre Francia.
La corriente del río más largo de Francia, el Loira, es utilizada por 12 centrales nucleares, y su flujo cayó este verano de 9.000 metros cúbicos por segundo a apenas 60. El flujo mínimo crítico, más allá del cual deberán dejar de funcionar las plantas, fue establecido en 48 metros cúbicos por segundo.
Las autoridades restringieron el uso agrícola y doméstico de las aguas del Loira, pero no el uso para la generación nuclear de energía.
La generación de electricidad continúa a expensas de la seguridad, dijo a IPS la experta de la Comisión de Información Científica sobre Energía Nuclear Monique Sené.
El tórrido verano aumentó la preocupación sobre las operaciones de casi todas las centrales nucleares francesas, que el gobierno autorizó el año pasado a mantenerse en funcionamiento a pesar de que su vida útil expiró oficialmente.
El informe del gobierno certificó que las centrales nucleares están en una ”extraordinaria buena forma” y que pueden ”continuar trabajando por muchos años”.