El respaldo financiero a los países con estrategias propias contra la desertificación, que amenaza a una tercera parte de la superficie terrestre, puede ser uno de los logros de una reunión internacional que se celebra en La Habana.
La VI Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía (COP6) comenzó este martes con encuentros de expertos y sesionará hasta el 5 de septiembre.
A la cita acudirán unos 20 jefes de Estado y de gobierno quienes participarán el próximo lunes de una mesa redonda sobre la Convención como medio para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, establecidos por la ONU en 2000, en cuanto a seguridad alimentaria y erradicación de la pobreza.
Unas 70 naciones de Africa, América Latina y Asia han establecido condiciones para enfrentar el impacto de la desertificación y la falta de agua mediante programas nacionales y están listos para recibir ayuda, dijo el secretario ejecutivo de la cita, Hama Arba Diallo.
Ha llegado la hora de la acción. Los problemas no pueden seguir esperando por nosotros, advirtió Diallo, de Burkina Fasso, luego de alertar que cada año se pierden decenas de millones de hectáreas de tierras cultivables.
El funcionario añadió que la falta de acción está costando anualmente 42.000 millones de dólares. Las bases para el análisis pueden ser esos países elegibles para un apoyo inmediato por parte de la comunidad internacional, aseveró.
Más de 4.000 millones de hectáreas corren riesgo de desertificación, mientras peligra la subsistencia de 1.200 millones de personas en 110 países que dependen de la tierra, y que suelen ser los habitantes más pobres del planeta, según cifras de los organizadores de la conferencia.
Participantes en los debates de Grupos Regionales insistieron este martes en la necesidad de apoyar al Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) del Banco Mundial, como mecanismo de respaldo a planes para mitigar la degradación de las tierras.
La COP6 debe dar el visto bueno a un programa del FMAM dedicado especialmente a financiar ese tipo de proyectos, que podría comenzar a funcionar en octubre.
El FMAM (o GEF, por sus siglas en inglés) es un mecanismo de financiación internacional integrado por 175 países, que fomenta la cooperación y brinda recursos para proteger el ambiente mundial.
Debemos centrarnos en la utilización de los mecanismos existentes para ejecutar las medidas que permitan resolver los problemas prioritarios, resaltó Diallo.
El sector rural, especialmente afectado por la desertificación y la sequía, es sin embargo el único en el que se redujo sustancialmente el financiamiento en los últimos 25 años.
¿Cómo se puede combatir la pobreza rural si el peso principal de los recursos está orientado hacia otras actividades?, se preguntó Diallo durante un encuentro con la prensa.
La desertificación es un proceso gradual de pérdida de productividad del suelo y de reducción de la cubierta vegetal debido a la actividad humana y variaciones climáticas, como sequías prolongadas e inundaciones.
Cultivos o pastoreos abusivos, deforestación y prácticas de regadío deficientes son algunas de las principales causas de este fenómeno, que padecen directamente más de 250 millones de personas en el mundo.
Los expertos señalan que la desertificación es causa y efecto de la pobreza, pues obliga a quienes viven de la tierra a sobreexplotar ese recurso para obtener alimentos, energía, vivienda e ingresos.
Según la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible, realizada el año pasado en Sudáfrica, esta Conferencia es un instrumento clave para erradicar la pobreza en las regiones áridas rurales.
En La Habana se deben decidir medidas que contribuyan al objetivo trazado por la ONU (Organización de las Naciones Unidas) de reducir para 2015 a la mitad el porcentaje de personas pobres en el mundo.
No se puede luchar contra la pobreza sin resolver el problema de la fertilidad de los suelos, fuente básica de alimentación e ingresos de las poblaciones rurales, señaló a IPS Antonio Perera, experto del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Aunque la desertificación afecta en mayor medida a Africa, donde dos terceras partes del territorio son desiertos o tierras secas, el problema no se circunscribe a ese continente y afecta inclusive a naciones del Norte en desarrollo.
Más de 30 por ciento de las tierras de Estados Unidos están degradadas y 31 por ciento de las de España corren riesgo similar.
Una cuarta parte de los suelos de América Latina y el Caribe son desiertos y tierras secas.
La Convención, en vigor desde 1996, cuenta con 188 países partes y es el único instrumento internacional de cumplimiento obligatorio en materia de desertificación y sequías periódicas.
En la cita de La Habana participan ministros y viceministros de 115 países, 80 parlamentarios, 40 intelectuales y artistas, y representantes de más de 100 organizaciones no gubernamentales.