El rabab, un instrumento de cuerdas, ocupó por siglos el centro de la música de la etnia pashtun (patana) en Afganistán, Irán, y Pakistán, pero los músicos más jóvenes lo han olvidado y ya casi no se fabrica.
El ex fabricante de instrumentos Gul Mohammad dijo que el rabab es el alma de la música pashtun, y subrayó puede ser tocado solo o como acompañamiento en una canción, sobre todo con letras de poemas épicos. Sin embargo, admite que está desapareciendo.
El instrumento es cada vez menos usado y, por lo tanto, ejecutado por los jóvenes músicos, que prefieren otros más modernos para interpretar en la calle canciones populares indias, en general para el disfrute de los turistas que visitan la meridional ciudad pakistaní de Karachi.
”He fabricado el rabab por más de 40 años, y ¿qué me ha dado? Uno de mis hijos está sin trabajo desde hace unos 10 años, otro está enfermo. Solamente me queda el tercero para que la familia siga adelante con la empresa”, dijo Gul Mohammad, que abandonó el oficio.
Su esposa señaló que la fabricación de este instrumento de entre 18 y 21 cuerdas, dependiendo del tamaño de la caja de resonancia, ”ni siquiera es considerado un oficio respetable”.
”Mis hermanos trabajaban en la carpintería, que es un trabajo mejor vista. No sé cómo terminamos fabricando el rabab y la cítara (otro instrumento de cuerdas). Podrá ser considerado un arte para algunos, pero a nosotros sólo nos ha traido dolores de cabeza”, afirmó.
”Estamos cansados de este instrumento”, señaló su hijo Sohail, quien ya no puede trabajar en la fabricación del rabab debido a que padece de hepatitis, contraída en viaje a Malasia en busca de empleo.
Ahora el menor de la familia, Khalid, de 22 años, es el único fabricante del rabab en todo Karachi. Pero el joven señala que si pudiera abandonaría el oficio y se iría a buscar trabajo en otro lugar, quizás en Europa.
”No podemos decir que somos los únicos vendedores de este instrumento, pero definitivamente podemos asegurar que somos los únicos fabricantes en Karachi”, afirmó Gul Mohammad.
Para fabricar un rabab, se necesita un mes de trabajo como mínimo. Su precio es de entre 43 y 86 dólares. Excepto el corte de la madera del árbol, todo el trabajo es hecho a mano. En un mes, Khalid fabrica cuatro rababs y unas 10 cítaras.
”La madera del árbol de 'shatoot' (un tipo de baya) es traída de Swat y de Mardan. En Karachi también se encuentra, pero no es de tan buena calidad. Hacer la caja del instrumento es la parte más difícil, pues es necesario darle a la madera una forma muy especial”, señaló Khalid.
En el caso de la familia de Gul Mohammad, nadie tiene interés en continuar con el oficio después de Khalid.
Sólo en las ciudades de Peshawar, Mardan y Nowshera, cerca de la frontera con Afganistán, ciertos líderes tribales aún fomentan la tradición del rabab.
”Hace algunos meses, debido a la influencia del (movimiento radical afgano) Talibán en la (provincia pakistaní de la) Frontera Noroccidental, los pocos comercios de venta del instrumento fueron cerrados”, señaló Khalid.
El Talibán —derrocado en 2001 por Estados Unidos— prohibió en Afganistán la interpretación y difusión de cualquier estilo de música, por considerarla contraria al Corán, así como el cine, la televisión y la fotografía.
Gul Mohammad afirma que todavía se pueden conseguir en algunas tiendas pakistaníes rababs antiguos, de entre 50 y 75 años, en los que se nota mejor ”la diferencia entre los instrumentos afganos y los pakistaníes”.
”Para un afgano, el oficio de fabricar rababs es un acto de amor. Los fabrican con mucha paciencia, en un periodo de entre seis meses y un año. Nosotros aquí lo hacemos apurados. En un mes nuestros instrumentos están listos”, explicó.
”El rabab es un instrumento muy popular y es tocado cuando los trabajadores vuelven a sus casas y se sientan en la tarde junto a sus amigos. Si en verdad te apasiona y tienes la suerte de hallar a un buen maestro, puedes aprender a tocarlo en seis meses”, dijo Shehryar, dueño de una tienda de especias y fanático del rabab.
Gul Mohammad afirma que en Karachi debe haber entre 50 y 55 músicos que toquen el rabab, y de ellos ”sólo 20 son en verdad buenos”. (