El costo para el Estado de las elecciones en México es uno de los más altos del mundo, y son las empresas de televisión las que sacan provecho de ello.
Las dos principales cadenas, Televisa y Azteca, recibieron más de 45 millones de dólares gracias a las elecciones legislativas del domingo.
Para las televisoras, las ganancias por transmitir propaganda de partidos relacionada con esos comicios, que renovaron los 500 integrantes de la Cámara de Diputados, fueron apenas menores que las registradas en momentos de alta sintonía como un campeonato mundial de fútbol, cuando el costo de la publicidad se dispara.
En México, la campaña de los partidos políticos es financiada por el Estado, de modo que el dinero cobrado por las emisoras fue aportado por el conjunto de la población, y por otra parte no dio el resultado que esperaban quienes decidieron gastarlo.
Apenas 40 por ciento de los 65 millones de habilitados para votar acudieron a sufragar el 6 de este mes, y casi todos los partidos recibieron menos votos que en las elecciones de hace tres años, cuando se eligió a presidente y diputados.
La televisión se llena los bolsillos con dinero del Estado por transmitir mensajes políticos cuya efectividad está en duda, debido a su baja calidad y excesiva repetición, dijo a IPS Alejandro Carrión, profesor de política comparada en varias universidades mexicanas.
Los 11 partidos políticos registrados en el país recibieron para este año 461 millones de dólares del Instituto Federal Electoral. Según las normas, de ese monto no pueden gastar más de 254 millones en propaganda de todo tipo.
El costo de los partidos políticos para el Estado mexicano es uno de los más altos del mundo. En Brasil, por ejemplo, el Estado destina menos de 40 millones de dólares al año para tal fin, mientras en Argentina esa suma no supera los 20 millones.
En otros países como Estados Unidos y Chile, los partidos políticos no reciben financiamiento directo del Estado.
Según datos aportados por las propias televisoras y cálculos de especialistas, Televisa recibió 35 millones de dólares durante la campaña, y Azteca otros 10 millones.
En total, los partidos políticos mexicanos gastaron 60 millones de dólares en difundir su propaganda electoral en medios de comunicación, incluyendo radio, prensa, internet y televisión.
La elección federal de este mes fue la primera luego del fin de la era de gobiernos del Partido Revolucionario Institucional, que gobernó de 1929 a 2000, pero despertó poco interés en la población.
Según datos oficiales, la abstención fue la más alta registrada en una elección de ese tipo.
Pero a las televisoras ese hecho no les toca.
En un reporte sobre México fechado en junio, la calificadora de riesgo de inversiones Standard & Poor's previó que los medios de comunicación locales mantendrán un crecimiento moderado conforme se desarrollan los mercados locales y debido a los ingresos adicionales derivados de las elecciones legislativas.
Las televisoras son las que ganan en la democracia mexicana, pues reciben millonarios ingresos por la lluvia de propaganda que colocan los partidos políticos para promover su imagen, señaló a IPS Armando Contreras, investigador de la universidad privada La Salle y experto en medios de comunicación y política.
Se trata de propaganda que con algunas excepciones no es de buena calidad, y que en época electoral se repite con tal intensidad que perjudica al candidato o partido, en vez de beneficiarlo, afirmó.
Las campañas insulsas y engañosas de propaganda que recibieron los mexicanos antes del 6 de julio incluyeron mensajes que no manejan propuestas, que están hechos casi para retrasados mentales, que implican pleitos entre partidos y alejan a la ciudadanía, dijo al semanario Proceso el politólogo José Crespo, del Centro de Investigación y Docencia Económicas.
Para el bien de la democracia, los políticos mexicanos deben buscar mayor contacto con el elector y generar más propuestas, en vez de apostar a una promoción vacía y repetitiva en los medios de comunicación, sostuvo Contreras.
En espacios editoriales de Televisa y Azteca, cuyas ventas anuales suman más de 2.000 millones de dólares, representantes de esas empresas criticaron las propuestas de los candidatos a la elección legislativa, por considerarlas vacías o demasiado generales, y también la calidad publicitaria de sus campañas.
Pero las malas opiniones de ambas empresas sobre las campañas no les impidieron lucrar con ellas. (