¿Qué tienen en común tres pequeñas y prósperas regiones del centro de Italia con el gigante Brasil, gobernado por el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva?
Los gobiernos de las centrales regiones de Toscana, Umbria y Marche —que rondan los seis millones de habitantes— creen que pueden aportar sus experiencias locales al desarrollo de Brasil, la décima economía del mundo, habitado por 172 millones de personas y conducido desde enero por el izquierdista Partido de los Trabajadores.
Sabemos que no vamos a resolver todos los problemas estructurales de Brasil, dijo el presidente de Toscana, Claudio Martini. Pero pensamos que es fundamental conectar experiencias locales como las nuestras con un nuevo proyecto político como el del gobierno de Lula.
No es la primera vez que estas tres regiones, administradas por partidos de centro-izquierda, firman acuerdos con Estados, pero es la primera ocasión que lo hacen con un país de las dimensiones de Brasil.
Se llama cooperación decentralizada y, básicamente, evita el pasaje por la burocracia del gobierno central para llegar en forma directa desde el ámbito local —en este caso, las regiones italianas— a los problemas también locales de otras naciones, como las zonas más pobres de Brasil.
Pensamos que es realista unir calidad de la vida, desarrollo económico y derechos de ciudadanos y trabajadores. Este es nuestro modelo, pero no queremos exportarlo sino contribuir, con nuestras experiencias de gobierno regional, al desarrollo de un país amigo, expresó la presidenta de Umbria, Maria Rita Lorenzetti.
Dos acuerdos firmaron ministros brasileños con los presidentes Martini, de Toscana, Lorenzetti, de Umbria, y Vito D'Ambrosio, de Marche.
El primer pacto, con el ministro de Cultura y cantante brasileño Gilberto Gil que visitó Italia con un grupo de empresarios, es para la creación de agencias de desarrollo regional y local en el país sudamericano y el apoyo técnico a proyectos de infraestructura para pequeñas empresas.
Estas administraciones muestran justamente resultados exitosos en desarrollo social a través de una fuerte economía fundada en pequeñas empresas, muchas de ellas de administración familiar.
Somos tres regiones que tenemos mucho en común a nivel de desarrollo y queremos apostar a la construcción de este nuevo proyecto de Brasil, manifestó D'Ambrosio.
Ests regiones ostentan asimismo la mayor parte de los bienes artísticos italianos, marco propicio para el intercambio cultural acordado con Gil y destinado a la formación de guías y promotores turísticos, tanto en Brasil como en Italia, basada en el respeto a las particularidades históricas y ambientales y a las tradiciones.
Agradecemos esta cooperación desde abajo, que estas tres regiones llevan adelante desde hace muchos años gracias a la autonomía política y administrativa que lograron, enfrentándose con el actual gobierno central de derecha, dijo Gil en referencia al primer ministro Silvio Berlusconi.
Estos acuerdos se llevaron a cabo en el marco de la conferencia Euralat: nuevas estrategias de desarrollo democrático en la globalización entre América Latina y Italia, celebrada en la central ciudad de Perugia entre el 10 y el 14 de julio.
La afinidad política entre estas administraciones locales y el gobierno de Lula fue el punto de convergencia de otro funcionario brasileño, Luis Dulzi, ministro de la Presidencia, y varios líderes de la centro-izquierda italiana.
No queremos revolucionar Brasil sino construir un nuevo modelo social y económico en el respeto a los derechos sociales y ambientales, dijo Dulzi en Roma durante un encuentro con el presidente del Partido Demócrata de Izquierda, el mayor de la oposición, Massimo D'Alema.
La ministra brasileña de Ambiente, Marina Silva, se fue de Italia con un acuerdo por 50.000 euros (más de 50.000 dólares) para su programa Sed cero destinado a resolver la escasez de recursos hídricos de zonas pobres y aisladas del país, como el Nordeste.
El programa, cuyo nombre alude al plan de Lula Hambre cero — con el que promete alimentar a millones de brasileños que viven en inseguridad alimentaria—, contó con la adhesión de las diez provincias de Toscana, región insignia que adoptó mediante pago 400 tanques especiales para la recolección de agua en zonas áridas.
Con este proyecto nuestras provincias quieren cooperar con Brasilia para llevar agua a varias regiones del Nordeste de Brasil, dijo el representante toscano Fernando Marroni.
Estos planes económicos, políticos y sociales suenan como una apuesta transatlántica, modesta por cierto, a la construcción de un modelo de desarrollo que no se centre en las dimensiones de los actores involucrados, sino en el valor de sus experiencias locales.
La globalización debe incluir cada pequeña comunidad, cada periferia de nuestros países, apuntó Gil.
Vuestros logros serán los nuestros, vuestras dificultades serán las nuestras. Caminaremos juntos, replicó Martini.