«Cuando uno muere se convierte en una mariposa», solía decir Compay Segundo, el notable músico cubano fallecido este lunes y cuya fama se hizo mundial hace seis años como una de las grandes estrellas del disco «Buena Vista Social Club».
La muerte era esperada hace días por sus familiares, amigos más cercanos y por el propio Compay, con la paz de quien siente que a los 95 años ha vivido y gozado la vida a plenitud, aunque el reconocimiento mundial le hubiera llegado tarde.
Considerado el trovador más viejo de Cuba, el autor de "Chan Chan" murió en la madrugada de este lunes a consecuencia de un desajuste metabólico que se agravó con una insuficiencia renal y otras complicaciones, según partes médicos.
Un día, en un aeropuerto, le dijo a los que le acompañaban que había soñado con la muerte. En sueños, llegó a un lugar lleno de nubes y allí tropezó con el fallecido músico cubano Miguel Matamoros que sorprendido le decía: "¿Tú qué haces aquí?".
"Y él le contestaba: 'Vine a hacer música contigo'", relató a la prensa este lunes el clarinetista Askel Armenteros, quien llevaba cinco años en el grupo Los Muchachos de Compay Segundo y fue uno de los testigos de aquella historia.
Francisco Repilado, su verdadero nombre, nació en septiembre de 1907 en Santiago de Cuba, a 967 kilómetros de La Habana. No pudo sustraerse al ambiente musical del lugar considerado cuna del son y la trova tradicional. A los 12 años ya hacía música.
Inventó una guitarra de siete de cuerdas, a la que llamó "armónico", y tocó en agrupaciones de grandes de la música cubana, como Ñico Saquito y Miguel Matamoros.
En los años 40, Repilado da el gran salto de su carrera al conformar con Lorenzo Hierrezuelo el mítico dúo de son cubano Los Compadres. Fue entonces cuando adopta su apodo, debido a que su compañero comienza a llamarse Compay Primo.
Tras la separación del dúo a mediados de la década del 50, Repilado forma Compay Segundo y su grupo, en el que participan como cantantes Carlos Embale y Pío Leyva.
Tras esa experiencia, permaneció durante 15 años en el olvido, ausente de estudios de grabación, de televisión y de la prensa. A su juicio, el tiempo lo sepultó por la influencia de las modas.
Pero en 1989 el musicólogo cubano Danilo Orozco relanza la carrera de Compay Segundo al llevarlo a tocar al Smithsonian Institute de Washington, junto al Cuarteto Patria y Rapindey.
También su colaboración con Santiago Auserón o sus conciertos junto al "cantaor" flamenco, el español Chano Lobato, hacen que poco a poco su popularidad vaya creciendo en Europa, hasta llegar a editarse en 1995 en España una antología de su obra.
Pero el verdadero boom mundial fue la aparición en 1997 del disco "Buena Vista Social Club", una producción del guitarrista estadounidense Ry Cooder para unir un grupo de veteranos músicos cubanos como Compay, Ibrahim Ferrer, Eliades Ochoa y Omara Portuondo.
El trabajo también incluyó la filmación de una película dirigida por el alemán Wim Wenders, que muestra grabaciones de estudio en Cuba y presentaciones de la troupe en Estados Unidos y Europa.
El impacto de "Buena Vista Social Club" fue definido después por el propio Compay como un bombardeo, un salto de montaña a la fama. El trovador recorrió luego de eso medio mundo y cantó en los escenarios más exigentes, e incluso en el Vaticano.
"Me impresiona esa mezcla de autenticidad desde el punto de vista artístico, de sentido del optimismo, de fe en la vida, en la belleza", comentó este lunes el ministro cubano de Cultura Abel Prieto, unas horas después de la muerte de Compay.
Para Prieto, era "impresionante" la autenticidad de Repilado, cómo supo mantenerse fiel a sus raíces, "pasar la prueba del éxito" sin hacer concesiones y mantener una "frescura muy particular, una especie de lección de cómo envejecer".
"Había momentos en que te parecía inmortal absolutamente", comentó Prieto.
Esa es la imagen que la familia de Compay quiere que permanezca: vivo y alegre. Por eso no permitieron a fotógrafos o camarógrafos acercarse al féretro donde este lunes reposaron los restos del músico antes de ser trasladados a Santiago de Cuba.
"Llegar a los 100 años y pedir prórroga", era una de sus grandes aspiraciones, sólo comparables al amor de una mujer o la música. "Echaaaa", solía decir con su sonrisa siempre a flor de labios y su sentido del humor muy cubano.
"Una vida sin música qué fea sería. Si no fuera por el son habría en el mundo una tristeza bárbara", afirmó.
Así, los integrantes de Los Muchachos de Compay Segundo, incluido uno de los hijos del trovador, piensan "seguir adelante" como él les pidiera antes de irse, cantando sus canciones más famosas y también muchas otras que apenas se conocen.
"A veces cierro los ojos cuando ensayo y me imagino que estoy oyendo a Compay hace 40 años, porque Basilio logró llenarse de su papá. En cuanto a nosotros, él nos legó la cubanía, lo cubano, lo nuestro", comentó Armenteros.