El Museo Whitney de Arte Estadounidense exhibe obras de 47 artistas de todo el planeta que reflejan su crítica visión de la hegemonía de Washington sobre la política, la economía, la cultura y la sociedad del resto del mundo.
”Desde que terminó la guerra fría, Estados Unidos es cada vez más explícito en su política exterior unilateral para mantener su seguridad y preservar sus intereses económicos a través de la acción militar”, señaló el organizador de la exposición, Lawrence Rinder.
”La última invasión a Iraq sin el apoyo pleno de la Organización de las Naciones Unidas demuestra la vigencia de esta doctrina”, añadió.
”Aquí están reflejadas algunas consecuencias directas de la omnipresencia militar estadounidense, el control de hecho de la economía y su penetrante influencia cultural. En esta era del imperio estadounidense, la imagen de Washington ha tomado una dimensión casi mítica, simbólica, consciente e inconsciente, con fantasías y temores”, señaló.
Rinder viajó por todo el mundo durante un año y coleccionó obras de 47 artistas de 30 países de Africa, Asia y América Latina. Todas ellas fueron creadas tras el fin de la guerra fría en 1991, cuando se disolvió la Unión Soviética.
La exposición, titulada ”The American Effect” (El efecto estadounidense), ”responde a la urgencia de tener en cuenta el problema de cómo ven Estados Unidos en el exterior”, señaló el director del museo, Maxwell Anderson.
Una de las obras más graciosas es del artista francés Gilles Barbier, quien fabricó estatuas de cera de los personajes de historietas más famosos de Estados Unidos, como Súperman, la Mujer Maravilla y el Increíble Hulk, pero ancianos y decrépitos, mirando una televisión a blanco y negro en un asilo.
Pero pocas obras son tan simpáticas como ésta. La mayoría son críticas ácidas a la ambición imperialista de Estados Unidos.
Entre estas se destaca un cuadro del pintor filipino Alfredo Esquillo, en la que aparece una mujer con su hija sentada en sus rodillas.
Pero resulta que la mujer lleva el rostro del ex presidente estadounidense William McKinley (1897-1901), que anexó para su país a Filipinas tras una sangrienta guerra. McKinley tiene en sus manos garras de águila, y un arma en la manga.
Muchas de las obras en la exposición se refieren a los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las torres gemelas del World Trade Center en Nueva York y del Pentágono, sede del Departamento (ministerio) de Defensa en Washington.
El artista chileno Cristobal Lehyt contrasta fotografías de la llamada ”zona cero” (el lugar donde estaban las torres gemelas) y de la Escuela Militar de Chile, aludiendo a la coincidencia de que los ataques en 2001 y el golpe de Estado contra el presidente chileno Salvador Allende en 1973 ocurrieron un 11 de septiembre.
Por su parte, el artista pakistaní Muhammad Imran Qureshi usa láminas doradas y una pintura gruesa espesa para hacer dos cajas, una camuflada y otra envuelta en papel, que simbolizan las bombas y los paquetes de alimentos que Estados Unidos lanzó en Afganistán durante la guerra contra el movimiento radical islámico Talibán.
En otras obras, como la que presenta a unas tijeras a punto de cortar un hermoso paisaje de Iraq, Qureshi refleja su indignación por ”las políticas y las acciones militares de Estados Unidos en todo el mundo, con las que intenta resolver todo por la fuerza”.
También se destaca la ironía del pintor chino Zhou Tiehai, que utiliza la portada de la revista Time con la foto del ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani para convertirla en el retrato de un ”gran líder” idealizado, con un baño de tonos rojos, púrpuras y rosas.
En el fondo se pueden ver dos montañas de estiércol, una referencia a la polémica causada por ese alcalde católico hace cuatro años, cuando estuvo a punto de ordenar el cierre de un museo de la ciudad por haber expuesto un cuadro de la Virgen María pintado con excremento de elefante.
Otras obras están inspiradas en episodios de la historia de Estados Unidos. El nigeriano Olu Oguibe contribuyó con 22 dibujos sobre la sociedad estadounidense en el siglo XIX desde la perspectiva de un supuesto visitante británico.
El dibujo titulado ”Indígenas arawak”, tiene la siguiente leyenda: ”Pueden verse a indígenas en oficinas y colegios en estos días, aunque estos no pueden competir con nuestra clase debido a sus defectos naturales y a sus pobres capacidades mentales”.
Mientras, el senegalés Ouseman Sow construyó unas figuras musculosas y amenazantes con alambres, telas y lodo para recrear una batalla entre indígenas y colonizadores estadounidenses.
”A pesar del alcance mundial de Estados Unidos, muchos de nuestros compatriotas saben muy poco de lo que ocurre en el resto del mundo, mucho menos de cómo son vistos por los habitantes de los demás países”, señaló Rinder en el prefacio del catálogo de la exposición.
”A veces, las imágenes fuertes son justamente lo que necesitamos para recordarnos nuestra vulnerabilidad y hacernos conscientes del mundo que nos rodea”, señaló.