AGRICULTURA-PORTUGAL: Lago de esperanza condenado a muerte

El golpe de gracia a Alqueva, el mayor lago artificial de la Unión Europea y fuente de desarrollo rural de la meridional región portuguesa de Alentejo, llegó de Luxemburgo con la reforma agrícola del bloque que desvincula los subsidios del volumen producido.

El efecto directo para Portugal del cambio de la Política Agrícola Común (PAC), aprobado por el Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea (UE), será la imposibilidad de utilizar recursos en el sector hortifrutícola, de mejor futuro.

En otras palabras, la UE conmina a los agricultores de la árida planicie alentejana a mantenerse en cultivos de cereales, más caros de producir, cosechar y almacenar, negándoles posibilidades de evolucionar hacia siembras más rentables, señalaron expertos.

Portugal votó en contra de la reforma, no para salvar el proyecto que permitiría el riego de los asentamientos agrícolas de Alentejo, la región más pobre y deprimida de la UE, sino para mostrar su desagrado por la reducción de las cuotas de producción de leche del archipiélago de las Azores, frente a sus costas en el océano Atlántico.

La reforma de la PAC, alcanzada el 26 de junio y que entrará en vigor en 2005, tiene como elemento principal la desvinculación gradual del monto de ayuda a los agricultores respecto de la cantidad de su producción.

A partir de la entrada en vigor del nuevo acuerdo las subvenciones dependerán también del cumplimiento de ciertos criterios ambientales, de seguridad alimentaria, de bienestar animal y de calidad laboral.

La PAC, nacida hace 40 años para aumentar la productividad del campo, mejorar la calidad de vida y estabilizar el mercado del sector, cuesta hoy 44.000 millones de euros (unos 50.000 millones de dólares) anuales, que equivale a la mitad del presupuesto del bloque.

El experto Luis Salgado Matos fue lapidario al garantizar a IPS que para Portugal, la reforma tendrá un efecto nocivo, ”porque nuestros precios son más altos que el promedio europeo, debido a que tenemos peores condiciones de producción y agricultores menos eficaces”.

Así ”no podemos producir horticultura en Alqueva”, añadió para explicar luego que la modificación de la PAC tendrá un efecto paradójico, porque ”los subsidios comunitarios aumentan un poco, lo que significa que la agricultura portuguesa se termina, pero los agricultores serán un poco más ricos”.

Salgado Matos se mostró convencido que otra consecuencia dañina de la reforma de la política agropecuaria del bloque será el avance de la destrucción sistemática del paisaje del país.

”Se acentuará la tendencia para 'cementar' la mitad el país”, pronosticó el analista en referencia a la falta de alternativas de desarrolló agropecuario y a las obras públicas en marcha que, según dijo, en sólo dos décadas han transformado a Portugal en ”una inmensa cantera”.

”Es que el hormigón gana elecciones, la agricultura no. Y hay que 'cementar' todo lo que todavía no fue urbanizado”, acotó.

La represa de Alqueva, construida en el río Guadiana a 180 kilómetros al sur de Lisboa y a seis de la frontera con España, está formando un lago artificial de 250 kilómetros cuadrados y una altura máxima de 152 metros.

Su costo fue de 1.761 millones de dólares, de los cuales 976,5 millones fueron aportados por la UE, 588 millones por Portugal y los restantes 196,5 millones a cargo de inversores privados.

Alqueva está desde fines del año pasado en condiciones de irrigar 5.800 hectáreas de tierra y se prevé que su capacidad abarque en 2006 a 25.000 hectáreas. Finalmente en 2025, cuando alcance su altura máxima podrá regar 110.000 hectáreas.

La construcción fue dispuesta en 1955 por Antonio de Oliveira Salazar, instaurador de la dictadura corporativista (1926-1974), y fue calificada en la época por la oposición clandestina de ”elefante blanco fascista”.

Los gobiernos democráticos que se sucedieron desde que los capitanes izquierdistas del ejército derrocaron la dictadura en 1974, retomaron y abandonaron el proyecto, según el caso, permeables a las críticas que identificaban Alqueva como ”proyecto megalómano”, inútil para el desarrollo agrícola de la región y del país.

Los críticos siempre aseguraron que para irrigar la región era posible encontrar capas subterráneas de agua a precios más convenientes para los agricultores y ”con impacto cero” en términos ecológicos.

El columnista Miguel de Sousa Tavares, que encabezó una verdadera ”cruzada” contra la obra, ya señaló a Alqueva como ”La Represa de las Ilusiones” en mayo, un mes antes de aprobada la reforma de la PAC.

Sousa Tavares admitió que el lago diversifica la oferta turística de la zona, en especial por la calidad del paisaje, de las aldeas centenarias con su característica arquitectura ibérica y las numerosas haciendas que podrían dedicarse a los amantes de la vida rural.

Sin embargo, se pregunta qué pasó con el gran proyecto que iría a terminar con la desocupación en Alentejo y reconvertir toda la agricultura de subsistencia de la región en un regadío próspero, ”con un gran esfuerzo de los contribuyentes portugueses y de la UE”.

Recordó, además, que todas las promesas de ”acabar con el hambre y la miseria en la región, convirtiéndola en próspera”, no se cumplieron.

”¿Para qué sirve Alqueva entonces? Para el turismo, claro”, se interroga y se responde a sí mismo el columnista. ”Hace ya años aposté públicamente con el ministro de Ambiente que la gran vocación de Alqueva sería regar los campos de golf”, precisó.

También puntualizó que el anterior secretario de Estado de Turismo, Pedro de Almeida, sostuvo el año pasado que para la región de Alqueva ”la apuesta es el turismo de calidad, con total respeto por las características ambientales y culturales”.

”Traducido a lenguaje común, los campos de golf serán diseñados entre chaparros y encinas, con aldeas turísticas que han de tener cercas con oliveras, pero esas que no den aceitunas, para no tener que recogerlas”, ironizó Sousa Tavares.

Ridiculizó también los proyectos turísticos para la zona, vaticinando que ”unas señoritas bilingües, explicarán para que sirven los molinos, mientras se podrá vislumbrar un rebaño pastando en el horizonte, vigilado durante las horas de servicio, por un funcionario, debidamente vestido de pastor alentejano”.

”Cuando oigo a esta gente del turismo declararse preocupada con el ambiente me viene a la cabeza aquel coronel brasileño (personaje de una telenovela) que decía que, cuando escucha hablar de cultura, le dan ganas de sacar el revólver”, expreso el analista político.

Alqueva está destinado a convertirse ”en un símbolo de la liviandad del Estado y de la displicencia irresponsable de sus dirigentes”, opinó.

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