La dinámica desatada tras la cumbre de Jordania, que reunió al presidente estadounidense George W. Bush y a los primeros ministros Ariel Sharon, de Israel, y Abú Mazen, de la Administración Nacional Palestina (ANP), no fue en absoluto de paz y tranquilidad.
Los actos de violencia cometidos entre el domingo y este miércoles demuestran cuán incierto es el futuro de ”la hoja de ruta”, el plan de paz formulado por la ONU, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia.
El plan de siete páginas consta de tres fases que concluirán en 2005 con un acuerdo de paz definitivo y con la creación de un estado palestino independiente, y obliga a ambas partes a tomar pasos sucesivos y paralelos durante dos años.
Los primeros son el desmantelamiento de los asentamientos judíos y el retiro de soldados israelíes de territorios palestinos y la adopción por parte de la ANP de medidas para cesar los atentados suicidas contra Israel y mejorar la seguridad.
Ni siquiera los ribetes festivos que rodearon la cumbre del día 4 en la ciudad jordana de Aqaba pudieron ocultar los temores, dudas y desconfianzas que separan a las partes en pugna. Pero apenas días después, todo parece desbarrancarse.
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Al menos 15 personas murieron este miércoles en un atentado cometido por un suicida palestino en un ómnibus en el centro de Jerusalén. Poco después, ataques aéreos isralíes sobre Gaza mataron a cinco palestinos.
Varios civiles palestinos habían muerto el martes en dos ataques con misiles lanzados desde helicópteros israelíes en Gaza. La intención de la primera de esas acciones era matar al número dos del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), Abdel Aziz al- Rantisi, quien resultó herido.
Pero tres personas, entre ellas una mujer y su hija de ocho años, murieron, y 25 resultaron heridas. Más tarde, el ejército israelí dio muerte a otros tres civiles que se encontraban cerca de un grupo de Hamas que disparaba cohetes hacia la ciudad israelí de Sderot.
El domingo habían muerto dos civiles y cinco soldados israelíes en diferentes atentados cometidos por grupos radicales palestinos, tanto cerca de Jerusalén, como en Gaza y Hebrón.
”Creo que los cohetes disparados contra Rantisi iban también en otras direcciones: estaban dirigidos hacia la oficina de Abú Mazen y hacia la de Bush, que tuvo la iniciativa de convocar la cumbre de Aqaba y quería reanudar el proceso de paz”, dijo a IPS el diputado palestino Fares Kadura.
Kadura responde al partido Al Fatah, al que también pertenecen Abú Mazen, y el presidente de la ANP, Yasser Arafat.
”Un ataque a este nivel tiene como objetivo atentar contra la hoja de ruta y todos los esfuerzos que hoy se llevan a cabo. El público israelí debe comprender que esos cohetes también estaban dirigidos hacia los autobuses, cafés y restaurantes en Israel”, agregó.
Kadura pronosticaba así que el ataque contra Rantisi conduciría a más atentados contra objetivos israelíes. Cabe suponer que todos los involucrados lo sabían de antemano.
En cambio, el diputado israelí Ehud Yatom, perteneciente al conservador partido gobernante Likud aunque opuesto a la hoja de ruta, comentó así a IPS, el frustrado ataque contra Rantisi: ”Es bueno que lo hayan intentado, pero es malo que no lo hayan logrado”.
Yatom compartió la preocupación de Kadura en materia de seguridad, pero sostuvo que el dirigente de Hamas merecía no salir con vida del atentado porque ”quienes incitan al terrorismo y lo organizan deben saber que cargarán con su propia muerte”.
La adopción de la ”hoja de ruta” es motivo de división no sólo entre Israel y Palestina, sino entre los israelíes y palestinos que lo apoyan y aquéllos que lo consideran peligroso.
Kadura, consciente de las limitaciones de su gobierno, advirtió que ”el fin de la violencia se podrá lograr únicamente mediante el diálogo interno palestino, con Hamas y otros grupos”.
”Podemos abrigar esperanzas, pues estamos al comienzo de un proceso de diálogo y negociaciones. Pero también hay lugar para el temor, porque se ha ignorado el sufrimiento diario del pueblo (palestino) y parece que los líderes creen que se puede esperar para solucionarlo, pero no es así”, agregó.
Por su parte, Yatom no se hace ilusiones. ”Me opongo a la hoja de ruta porque creo que tendría que haber sido más equilibrada”, sostuvo.
”Si nosotros aceptamos la idea de un estado palestino, ellos deberían aceptar un estado judío para el pueblo judío. Si hablamos de desmantelar asentamientos, ellos deberían combatir el terrorismo”, advirtió.
”Deberíamos decir ya, ahora, que Jerusalén será (la capital israelí) indivisible y que los refugiados (palestinos) no podrán retornar a lo que es hoy el estado de Israel. Los asuntos que constituyen el corazón mismo del conflicto no fueron tratados debidamente”, según Yatom.
Para el legislador israelí, uno de los problemas básicos de este plan es que ”no se aprendió nada de los errores del proceso de Oslo”, las negociaciones de paz que derivaron en el acuerdo entre Israel y Palestina de 1994.
”No hemos derrotado a la intifada”, la insurgencia popular palestina contra la ocupación israelí, agregó.
Pero Kadura advirtió: ”Los líderes israelíes siempre hablan de concesiones dolorosas, en lugar de decir alguna vez que renunciarán sin dolor a la ocupación para dar esperanzas a un pueblo que sufre desde hace ya muchos años junto al propio pueblo israelí”. ”Ese es el gran error”, añadió.
”Los gobernantes israelíes tendrían que explicar a su pueblo que el día en que sea erigido el estado palestino independiente será el verdadero día de la independencia del estado de Israel. Cuando los líderes lleguen a ese nivel, habrá esperanzas y se podrá recuperar la confianza entre ambos pueblos”, dijo.
Por el contrario, Yatom no ve en la creación de un estado palestino ningún motivo de esperanza. ”Yo no le llamaría estado, porque eso incluye elementos que no quisiera que tengan, que me parecen peligrosos, como un ejército. Eso no puede ser”, explicó.
El legislador conservador israelí fundamenta sus afirmaciones con sus convicciones de siempre —de naturaleza ideológica y de de seguridad—, pero ahora agrega a sus argumentos la dinámica política palestina.
Para Yatom, los atentados del domingo y de este miércoles demuestran, ”lamentablemente, que la voz cantante en la Autoridad Nacional Palestina es la de Arafat y no la de Abú Mazen, quien sí comprendió que el terrorismo no nos vencerá”.
Pero el ”objetivo final” de Abú Mazen ”es, en mi opinión, como el de Arafat: que Israel sea algo temporario”, sostuvo.
Por el contrario, Kadura sostuvo que ”el comportamiento del primer ministro Abú Mazen es sumamente valiente”, entre otras cosas porque ”se arriesga y le dice cosas duras al pueblo”. El público palestino ”no estaba acostumbrado a oír a nadie en ese tono, sincero y directo, diciendo la verdad”, dijo.
Sin embargo, Kadura no cree que la intifada iniciada en septiembre de 2000 haya sido un error. ”Bajo ningún concepto. Somos un pueblo bajo ocupación y siempre hay que combatir la ocupación. Pero los civiles (israelíes) deben ser dejados fuera (de los ataques) y también los colonos”, recomendó.