DERECHOS HUMANOS: Manual contra tormentos

Un manual de acción para prevenir la tortura ofrece ideas, técnicas, logros y patrones de conductas gubernamentales para detener un crimen que se extiende por más de medio mundo.

En más de 300 páginas, el libro de la organización Amnistía Internacional (AI), con sede en Londres, incluye descripciones de actos intencionales para causar dolor o sufrimiento físico o mental, con propósitos de obtener información, arrancar confesiones o infligir castigos.

Los tormentos y malos tratos afectan a buena parte de la humanidad, según prueban casos investigados por AI el año pasado en 106 países. Pero ciertas acciones pueden detener esa tendencia.

Aunque en Albania la tortura es una práctica policial generalizada, ciertas medidas adoptadas en los últimos años comienzan a dar resultado, señala el libro ”Combating Torture: a Manual for Action” (Combatir la tortura: Manual para la acción), divulgado este jueves por AI.

En algunos casos fueron prácticas simples como cursos de educación en derechos humanos para personal policial y carcelario, conducidos por organizaciones no gubernamentales en colaboración con el Ministerio de Orden Público de Albania y el Centro Danés para los Derechos Humanos.

O visitas a puestos policiales, centros de detención y prisiones, donde activistas dialogaron con los detenidos y revisaron las condiciones de reclusión.

También la creación de líneas telefónicas para que las víctimas soliciten consejo legal.

En 2000 se creó en Albania la figura del ombudsman (defensor del pueblo), que intervino en muchas denuncias de tormentos policiales y cuyas recomendaciones dieron pie al año siguiente a investigaciones administrativas y a por lo menos tres procesos penales contra policías.

En 2001, el Ministerio de Orden Público colocó avisos a toda página en la prensa informando de las disposiciones constitucionales que prohíben tormentos y malos tratos, y habilitó una línea telefónica para denuncias o quejas.

En pleno siglo XXI resulta preocupante comprobar que no todos los países han adoptado las disposiciones necesarias para eliminar los tormentos, lamentó la portavoz de Amnistía Judit Arenas este jueves, Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de la Tortura.

Un estudio efectuado desde 1997 hasta mediados de 2000 permitió recoger información sobre torturas o malos tratos perpetrados en ese período en más de 150 países, precisó Eric Prokosch, un especialista de Amnistía en la cuestión.

En ese lapso, presos políticos fueron torturados en más de 70 países. Pero delincuentes comunes o sospechosos fueron víctimas de esos abusos en más de 130 países.

El dato más notorio alude a las muertes a consecuencia de las torturas, cometidas en ese periodo en más de 80 países.

Todos esos abusos y crímenes fueron cometidos por funcionarios estatales y excluyen acciones similares perpetradas por grupos políticos armados o por individuos privados, aclaró Prokosch.

Tales antecedentes fundamentan la convicción de que la campaña para combatir y erradicar la tortura adquiere ahora más actualidad que nunca, según Arenas.

El manual contiene referencias a las normas internacionales vigentes contra la tortura y a las instituciones que trabajan en la prevención de ese crimen.

Es necesario divulgar esa información como antídoto contra el fenómeno de ”banalización de las violaciones de los derechos humanos y de la tortura”, afirmó el abogado argelino Rachid Mesli, él mismo víctima de esta práctica.

Rachid comprobó la generalización de los tormentos en una cárcel argelina a 100 kilómetros al este de Argel, donde cumplió parte de una condena por cargos de terrorismo y en la que los 600 prisioneros habían sufrido esos castigos.

Sin embargo, tres o cuatro de los detenidos negaron haber sido torturados, relató Rachid como ejemplo de la banalización de estos abusos. ”Solamente fuimos golpeados”, confiaron a los otros prisioneros.

Rachid, exiliado actualmente en Suiza, manifestó preocupación por la situación de otros abogados en Argelia, que pierden con el tiempo conciencia de la verdadera dimensión de estas violaciones de derechos humanos.

Por ejemplo, mencionó, hay colegas argelinos que nunca leyeron el texto de la Convención contra la Tortura adoptada en diciembre de 1984 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) .

El manual distribuido este jueves por Amnistía señala que la mayoría de casos de torturas y malos tratos registrados por organizaciones de derechos humanos, se perpetran contra personas bajo custodia de funcionarios estatales.

Por eso, uno de los principales capítulos del libro está destinado a suministrar información necesaria para proteger a víctimas potenciales y reducir las oportunidades de tortura.

Prokosch mencionó los casos denunciados por ONG durante varios años en el septentrional distrito de Vavuniya, en Sri Lanka, donde se reiteraban las torturas cometidas en particular por la unidad antisubversiva de la policía local.

Cuando comparecían ante el juez, los detenidos callaban los malos tratos sufridos y en consecuencia volvían presos a la unidad policial.

Pero a comienzos de 2000, un nuevo juez comenzó a pedir a los reclusos que se quitaran sus camisas y levantaran sus pantalones o ”sarongs” (túnicas tradicionales) por encima de las rodillas. De esa manera pudo verificar las huellas de los castigos.

Tras la introducción de esta práctica, se redujeron notoriamente las denuncias de tortura atribuidas a esa unidad policial en Vavuniya, relató el especialista de Amnistía.

Por otra parte, el estudio de Amnistía verificó que condiciones de detención crueles, inhumanas o degradantes existían en 90 países y estaban ampliamente expandidas en más de 50.

El manual se ocupa también de la situación de detenidos de grupos más vulnerables, con las mujeres a la cabeza, seguidas por niños, niñas, homosexuales, bisexuales y transexuales, y por solicitantes de asilo y migrantes detenidos.

Entre otras prácticas, examina las verificadas en instituciones de salud mental o en centros que alojan a personas con dificultades de desarrollo.

En materia de castigos corporales en escuelas, el libro se refiere a muertes de alumnos en Kenia que sufrieron palizas con palmetas. Muy pocas veces los maestros responsables son procesados.

Las torturas se extienden a los orfanatos y las fuerzas armadas, y abarcan el uso policial de armas no letales, pero que pueden ocasionar incapacidad en las víctimas.

El informe de AI concluye que la tortura persiste, adopta nuevas formas e ingresa en escenarios más amplios y complejos, pero su ”eliminación es una cuestión de voluntad política”.

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