El fantasma de la intervención militar internacional reapareció en América Latina, con el debate entre gobernantes de la región sobre alternativas para ayudar a Colombia a superar la guerra civil que la desangra.
El propio presidente colombiano, Alvaro Uribe, ha manejado la posibilidad de una intervención multinacional en su país, como último recurso para poner fin al conflicto armado interno de más de cuatro décadas.
El Grupo de Río, integrado por 18 naciones latinoamericanas y un representante de la Comunidad del Caribe, abrió una rendija para la acción colectiva en Colombia durante su reunión del 24 de mayo en la sudoriental ciudad peruana de Cusco, a propuesta del presidente ecuatoriano Lucio Gutiérrez.
En esa ocasión, el organismo decidió por consenso pedir al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, que exhorte a las guerrillas colombianas al cese de hostilidades y a negociar una solución pacífica y definitiva del conflicto.
Esa iniciativa, llamada Consenso de Cusco, fue respaldada el 10 de este mes por la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, que reúne a todos los países del continente con exclusión de Cuba.
Pero en Cusco se declaró también que si la gestión de Annan fracasa, el Grupo de Río, junto al secretario general de la ONU y en coordinación con el gobierno de Colombia, buscará otras alternativas de solución.
¿De qué estamos hablando? ¿De una intervención militar en Colombia?, preguntó entonces el presidente venezolano Hugo Chávez, según su propio relato.
Se me respondió afirmativamente, y yo adelanté que 'a Venezuela ni nos inviten para eso que es horroroso'. Si tenemos que unirnos es para la paz, no para la guerra, agregó.
Según el semanario peruano Caretas, el presidente chileno Ricardo Lagos dijo a Chávez, cuando ya todos se levantaban para ir a una cena en Lima: El único latinoamericano que organizó una fuerza multilateral fue… Bolívar, cuyo ideario reivindica con gran frecuencia el presidente venezolano.
Lagos planteó que si América Latina es incapaz de resolver por sí sola los problemas regionales, entre los cuales incluyó el de Colombia, corre el riesgo de que intervenga en ellos Estados Unidos, pero también dijo que eso no implicaba montar una fuerza militar regional, de acuerdo con la versión de Caretas.
Chávez formó parte del Consenso de Cusco, pero lo hizo con una reserva integral, según explicó en su programa de radio Aló Presidente, pues nunca antes en el continente se había planteado lo que planteó el presidente de Ecuador.
Según Chávez, se ventila de una manera muy ligera y peligrosa un intervencionismo militar e internacional inconcebible, una locura.
El canciller venezolano Roy Chaderton dijo a IPS que si eso se vuelve a plantear formal o informalmente, nuestra posición será la misma, de rechazo a toda intervención militar en otro país.
Ni como país hermano ni como vecino creemos que esa sea una solución. Queremos ser actores en los procesos de paz y no en los de guerra. Lo decimos y lo seguiremos diciendo, tanto discreta como abiertamente, abundó.
Gutiérrez no comentó las críticas de Chávez, y la canciller ecuatoriana Nina Pácari aseguró que Quito no está de acuerdo con ningún tipo de intervencionismo y que en el conflicto colombiano no va a haber intervención de ningún país.
Pero Uribe dijo que si las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, izquierdistas) no aceptan la iniciativa de Ecuador, habría otro procedimiento, que sería que todos los países ayuden al gobierno de Colombia a derrotar con autoridad, militarmente, al terrorismo.
Necesitamos apoyo de la comunidad internacional, porque el terrorismo en Colombia se financia fundamentalmente con un negocio internacional que es el narcotráfico, y porque amenaza con desestabilizar a toda la región, arguyó.
Sin embargo, los presidentes Alejandro Toledo, de Perú, y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, insistieron al informar sobre los resultados de la reunión de Cusco en que el pedido a Annan no significa la intervención de fuerzas militares externas en Colombia.
Según fuentes de la cancillería brasileña, se mantiene la doctrina tradicional de no intervención en asuntos internos de otros países, como lo es el conflicto colombiano, y sólo se apoyan gestiones de Annan, en tanto las requiera y acepte el gobierno de Colombia, sin proponer ni apoyar otra cosa.
El Plan Colombia, lanzado por Bogotá y Washington para combatir con medios militares el narcotráfico se amplió desde el año pasado a la lucha antiguerrillera, con empleo profuso de recursos satelitales y decenas de helicópteros Blackhawk facilitados por Estados Unidos al ejército colombiano.
En Colombia trabajan en tareas antisubversivas casi 400 militares estadounidenses, informó el Departamento (Ministerio) de Defensa de Estados Unidos al Congreso de ese país.
Algunos de esos militares han muerto en forma accidental o están cautivos de las FARC.
Washington mantiene a las izquierdistas FARC en su lista de organizaciones terroristas, y eso aumenta los temores de una intervención directa estadounidense en Colombia.
Uribe se ha dado cuenta de que la acción militar extranjera tiene mucha crítica, dentro y fuera de su país, y por eso retoma el camino de la participación de la ONU, que quizá lleve después a una fuerza para operaciones de paz, como ocurrió la década pasada en América Central, dijo a IPS el venezolano Carlos Romero, experto en asuntos internacionales.
El gobierno argentino encabezado por el presidente Carlos Menem (1989-1999) manejó la posibilidad de integrar una fuerza multilateral para misiones de paz en el marco del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que incluye a Estados Unidos, recordó.
Según Romero, profesor de estudios internacionales en la Universidad Central de Venezuela, lo que preocupa a los vecinos, y en particular a Brasil, es que la relación entre Estados Unidos y Colombia en la lucha contra el terrorismo se convierta en participación directa estadounidense en ese conflicto.
Carlos Pérez Llana, profesor de relaciones internacionales en la argentina Universidad de San Andrés, dijo a IPS que se pretende multilateralizar un conflicto que es de base nacional.
La guerrilla en Colombia es previa al fenómeno del narcotráfico, subrayó el especialista, quien opinó que Uribe es un joven simplificador.
Romero destacó en las nuevas propuestas regionales la preocupación de Brasil por estabilidad y gobernabilidad en la región, como requisito para el desarrollo económico, y en particular la estabilidad en el área andina y en Colombia.
En el horizonte, proyectando las actuales variables, es muy difícil que llegue a conformarse una fuerza multilateral que intervenga en la región, evaluó.
Según Pérez Llana, es muy remota la posibilidad de que Estados Unidos involucre fuerzas militares directamente en el conflicto de Colombia, en especial por las características geográficas del país.
En los últimos años, Washington ha desplegado sus fuerzas en territorios despejados y con cielos descubiertos, no en las selvas, adujo.
Pero Víctor Poleo, profesor de economía petrolera en la Universidad Central venezolana, sostuvo que Estados Unidos pretende el control de la región andina por su riqueza en hidrocarburos, y a futuro por sus recursos hídricos y de biodiversidad, y que en ese sentido Colombia juega en la región el papel de cuña, como Israel en Medio Oriente.
* Con aportes de Viviana Alonso (Argentina), Gustavo González (Chile), Kintto Lucas (Ecuador) y Mario Osava (Brasil)