América del Sur aún no define el papel de sus fuerzas armadas, pero es claro que el esquema de seguridad americana heredado de la guerra fría está muerto y enterrado pese al deseo contrario de Estados Unidos, según expertos.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, su consecuente ”guerra contra el terrorismo” y el rescate del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) potenciaron la discusión sobre seguridad en la región, que no logra resolver acuerdos en la materia ni una doctrina militar común.
Tampoco existen en varios de los países definiciones claras sobre la función de los militares, pues muchas veces se confunde su propósito fundamental de defensa de la soberanía territorial, con las misiones internacionales de paz y hasta con tareas de seguridad pública interna.
”El nivel de complejidad del mundo actual pone en fuerte debate el rol de las fuerzas armadas en materia de defensa nacional y seguridad pública”, resumió Marcelo Sain, profesor de la argentina Universidad de Quilmes y uno de los panelistas que participó del seminario finalizado este jueves en Montevideo.
Sain aseguró que las dificultades para examinar este asunto son mayores en los países del Mercosur porque ”suponen de alguna forma, aunque sea soterrada, la revisión del pasado” dictatorial en el Cono Sur de América.
”Cuando se habla del rol institucional de las fuerzas armadas se está hablando de la posibilidad de repensar la intervención militar en asuntos políticos”, añadió.
Sin embargo, en el centro de este debate está la necesidad discutir el modo en que el Mercosur (integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) resolverá la defensa común, que para el brasileño Marco Aurelio García pasa por el desarrollo del bloque y la integración con el resto de América Latina.
”Seguridad sin desarrollo significa represión”, señaló a IPS García, asesor especial de política internacional del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
Tras los atentados en Nueva York y Washington ”se trató de revivir un cadáver, que es el TIAR, pero que fue una solución” apoyada por el anterior gobierno brasileño de Fernando Henrique Cardoso, ”pero que no parece sea la mejor”, dijo.
El 21 de septiembre de 2001, los cancilleres del hemisferio apelaron a los principios del TIAR para considerar que los atentados terroristas contra Estados Unidos eran ataques contra todos los Estados americanos.
También Argentina había expresado sus reservas sobre la pertinencia de recurrir al TIAR, tratado nacido en 1947 en los albores de la guerra fría y del cual forman parte 23 de los 34 países miembros de la Organización de Estados Americanos.
El TIAR había sido prácticamente dado por muerto en 1982, cuando Argentina lo invocó en ocasión de la guerra de las Malvinas, sin éxito ante la negativa de Estados Unidos, que apoyó decididamente a su aliada histórica Gran Bretaña para que recuperara su colonia del Atlántico sur.
En septiembre de 2002, cuando se cumplió un año de los atentados en Estados Unidos que revivieron el pacto militar americano, fue México el que se rebeló y fue el primero en decidir directamente su retiro.
El gobierno mexicano de Vicente Fox justificó su actitud en que el TIAR había sido ”rebasado por un sistema global en que la vulnerabilidad de las naciones no estriba sólo en amenazas puramente militares o ideológicas”.
En esa ocasión la cancillería de ese país informó que se buscaba un nuevo esquema regional de seguridad de carácter multidimensional, en el que se destacaran la protección de la salud pública y del entorno ecológico, además del combate contra la pobreza, el narcotráfico y el terrorismo.
En sintonía con esa posición se expresó García ante IPS en un alto en su participación del foro ”Estado de Derecho y Defensa Nacional en el Mercosur” en la capital uruguaya.
”Los pactos de seguridad en América Latina tendrán que ser radicalmente revisados y el TIAR, que es un instrumento surgido durante la guerra fría, no me parece que corresponda continuarlo”, apuntó.
Sin embargo, no fue tan lejos como el gobierno mexicano, pues aclaró que ”eso no quiere decir que Brasil vaya a abandonarlo ahora, que vayamos a proponer otra alternativa, aunque no creo que podamos volver a utilizarlo como ocurrió luego de los atentados en Nueva York y Washington”.
Estas cuestiones estarán presentes en la Conferencia Especial de Alto Nivel sobre Seguridad Hemisférica, inicialmente prevista para este mes en México, pero aplazada para el último trimestre de este año.
García añadió que el gobierno de Lula se propone focalizar la acción de defensa sobre situaciones de crisis, como la que se afronta en la frontera con Colombia, para lo cual se requiere un acuerdo bilateral que impida que esa área se constituya en un factor que agrave la seguridad interna en los dos países.
El canciller brasileño Celso Amorim ha planteado imponer un embargo de armas en la región que pueda ayudar a la pacificación, un mecanismo similar al que la Organización de las Naciones Unidas echó mano en Angola, apuntó.
Por otra parte, el principal asesor de Lula en materia internacional descartó que haya alguna amenaza regional en la confluencia de la frontera de su país con la de Argentina y Paraguay, como se ha señalado con insistencia luego de los atentados en Nueva York y Washington.
Algunos informes de inteligencia señalan que la llamada "triple frontera", donde residen muchos ciudadanos de origen árabe, podría ser epicentro de actividades terroristas.
”Los problemas de la triple frontera están sobredimensionados y, si bien es una zona que tiene sus problemas, no constituye una amenaza para la seguridad de Brasil y creemos que tampoco para los demás países vecinos, y esa opinión es compartida por nuestros organismos de inteligencia”, indicó García.
Mientras, varios de los expertos reunidos en Montevideo coincidieron en que es inconveniente proponer volver a fusionar las cuestiones de defensa con la seguridad pública, como ocurrió durante las dictaduras iniciadas en los años 70.
Por suerte las Fuerzas Armadas de Argentina ya no entran en ese juego político y así lo expresó su propio jefe, el teniente general Ricardo Brinzoni, dijo a IPS Ernesto López, director del Programa de Investigación Fuerzas Armadas y Sociedad de la Universidad de Quilmes.
López aludió así al rechazo público de Brinzoni al planteo del ex presidente Carlos Menem (1989-1999) de utilizar a los militares en la lucha contra la delincuencia común, una de las banderas principales de su campaña con miras a la segunda vuelta presidencial del 18 de este mes.
”Cuando Menem dice que va a volcar el ejército a las calles, no sólo no lo podría hacer legalmente, sino que no hay condiciones políticas para hacerlo”, remarcó.
Sain coincidió con su colega López al asegurar que los militares no pueden cumplir funciones de seguridad interior además por problemas funcionales, ”pues no saben hacer inteligencia criminal, no han sido preparados para ello”.
”Tampoco tienen instrumentos operativos adecuados. Las fuerzas armadas están capacitadas y con medios para cosas muy diferentes a luchar contra delitos comunes como el narcotráfico”, explicó.
”Seguridad interior no es mirar al que está al costado y llevarlo a un gabinete de análisis sino que es recoger pruebas y llevarlas a los estrados judiciales”, agregó el experto argentino ante una audiencia donde se destacaban varios uniformados.
En América del Sur no tenemos guerras entre países sino problemas de delitos complejos dentro de los mismos, concluyó.