La aprobación de un tratado internacional que impone restricciones a la industria tabacalera fue saludada por diplomáticos y activistas como un prometedor retorno al multilateralismo, posible por un cambio de actitud estadounidense.
Cuatro años de arduas negociaciones terminaron este martes con la adopción por consenso en la Asamblea Mundial de la Salud, máximo organismo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de un convenio marco para el control del tabaco, que limita su promoción, incluyendo los patrocinios por parte de firmas tabacaleras.
Ese convenio también aumenta las sanciones contra el comercio ilícito de productos del tabaco, y regula el empaquetado y etiquetado de cigarrillos.
El embajador brasileño Luis de Seixas Correa, quien presidió la última etapa de las negociaciones, resaltó que una de las lecciones impartidas por ese proceso es que existen ”confianza y esperanza” en el multilateralismo.
El éxito de la OMS, que impulsó la negociación del convenio, muestra la importancia y la eficacia de la formación de consenso en la búsqueda de soluciones multilaterales para los problemas mundiales, afirmó.
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Diplomáticos y funcionarios de las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que trabajan en Ginebra reconocieron que la frustración se había extendido entre ellos este año, tras el fracaso de negociaciones para resolver la crisis de Iraq mediante gestiones del foro mundial.
En el clima dominante de gran incertidumbre internacional, la capacidad de convergencia en un área fundamental de sanidad como la del tabaco, expone el cúmulo de posibilidades que existen para la cooperación mundial en otras esferas de la salud pública, adujo el director ejecutivo de la OMS, Dereck Yach.
Esta semana, un cambio inesperado de la política de Washington, que hasta entonces objetaba algunos aspectos del convenio contra el tabaco, permitió que la OMS aprobara por primera vez en su historia un tratado internacional sobre temas de salud pública.
Antes de ese vuelco, y durante todo el proceso de negociación, Estados Unidos y unos pocos países ricos más, en especial Japón y Alemania, desempeñaron de manera lamentable un papel obstruccionista, y bloquearon normas que los países en desarrollo pretendían incorporar al tratado, comentó la activista Kathryn Mulvey.
Mulvey, directora ejecutiva de la organización no gubernamental (ONG) Infact, con sede en la nororiental ciudad estadounidense de Boston, señaló que Washington actúa de forma unilateral en el más amplio contexto internacional, que eso ”causa profunda inquietud en el público” de su país y del mundo.
Infact desempeñó un papel crucial en campañas contra la industria del tabaco que contribuyeron a la aprobación del tratado.
La negociación multilateral es la única esperanza, aseveró la activista Qasem Chowdury, de Bangladesh, asistente a las sesiones de la Asamblea en representación de la red Movimiento por la Salud de los Pueblos, con secretaría en la meridional ciudad india de Bangalore y filiales en todas las regiones del mundo.
El método de negociaciones bilaterales definitvamente no funciona, porque el país rico tuerce siempre el brazo del país pequeño o pobre, y a veces de algunos grandes, comentó.
Detrás del convenio de lucha el tabaco está la noruega Gro Harlem Brundtland, directora general saliente de la OMS, que el 1 de julio terminará un mandato de cinco años, reconoció Seixas Correa,.
Brundtland, ex primera ministra de su país, describió el tratado como ”un hito histórico en la salud pública mundial” que salvará miles de millones de vidas, y coincidió en que demuestra la voluntad de la comunidad internacional para afrontar un problema global.
Sucederá a Brundtland el sudcoreano Jong-Wook Lee, quien se presentó ante la Asamblea en su sesión vespertina de este miércoles, y omitió en su discurso toda referencia al tratado que los 192 estados miembros de la OMS habían aprobado en la mañana.
Ese convenio se comenzará a firmar en Ginebra el 16 de junio, y entrará en vigencia despúes de alcanzar la ratificación de 40 países,.
Seixas Correa previó que eso llevará un año, y comentó que el número de 40 países es lo suficientemente bajo para acelerar la entrada en vigencia, pero suficientemente alto para otorgar consistencia al trabajo que será necesario después.
Infact trabaja desde 1977 contra abusos de firmas transnacionales, y realizó campañas contra Nestlé, General Electric y Kraft. En la actualidad, se prepara para enfrentar a las grandes compañías que obtienen beneficios en todo el mundo a expensas de la vida humana y del ambiente, afirmó Mulvey.
En la campaña por la adopción del tratado contra el tabaco, los países en desarrollo cumplieron un papel sobresaliente, según Eva Lewis-Fuller, directora de salud internacional del Ministerio de Salud de Jamaica.
Las ONG participantes en el proceso calificaron de ”verdadera victoria” a la aprobación por consenso de un convenio que limita las actividades de las compañías tabacaleras.
Fue un triunfo para la salud pública mundial y para la lucha por establecer la responsabilidad de las empresas, enfatizó Mulvey.
Alcanzar esa meta sólo fue posible por el compromiso de los países del Sur en desarrollo y la vigilancia de las ONG, reiteró.