Brasil y más de 60 países en desarrollo se enfrentaron a Estados Unidos en la Asamblea Mundial de la Salud, al debatir la investigación farmacéutica de las enfermedades más comunes en las naciones pobres.
Las delegaciones brasileña y estadounidense presentaron propuestas de resolución divergentes en la cuestión de los derechos de propiedad intelectual, la innovación y la salud pública, que examina el máximo cuerpo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), reunido desde el lunes en Ginebra.
De 1.393 nuevas medicinas introducidas al mercado en los últimos 25 años, sólo 16 se destinaron a combatir enfermedades tropicales y tuberculosis, señala un estudio de las no gubernamentales Médicos Sin Fronteras (MSF), Oxfam y Acción de Salud Internacional (HAI, por sus siglas en inglés).
Esto prueba que el actual sistema de protección de la propiedad intelectual sólo estimula la investigación de enfermedades extendidas en el mundo industrial, según activistas.
La discusión en Ginebra refleja la polémica sobre las patentes farmacéuticas y el acceso a medicamentos en los países pobres, que se desarrolla desde hace varios años en medios internacionales vinculados a la salud, el comercio y la propiedad intelectual.
La iniciativa brasileña se funda en el principio de que la salud pública tiene prioridad sobre los intereses del comercio, que fue consagrado por la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que sesionó en Doha, Qatar, en 2001.
Brasil aspira a que los 192 Estados miembros de la OMS hagan propio ese criterio establecido por la declaración de Doha.
El representante brasileño Jorge Zepeda Bermúdez adelantó que su delegación procuraba obtener para su iniciativa el copatrocinio de los países en desarrollo.
El bloque de 56 países africanos ya había resuelto adherir a la propuesta de Brasil, aseguró a IPS un funcionario de la OMS, que pidió reserva de su identidad.
También Indonesia, Tailandia, Bolivia, Cuba, Perú y Venezuela respaldarán ese proyecto cuando se ponga a votación, probablemente el próximo lunes.
En cambio, Estados Unidos pretende que las políticas de la OMS se basen en el apoyo a la innovación biomédica, tanto en los países en desarrollo como en los industrializados.
Cuando las naciones soliciten asistencia sobre estrategias nacionales de tecnología e innovación, la OMS debe derivarlas a otras agencias, como la OMC y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), sostiene el texto de Estados Unidos.
Pero la experiencia que poseen la OMC y la OMPI no está orientada al logro de objetivos de salud pública, opinó la coordinadora de política, campañas e investigación de MSF, Ellen 't Hoen.
La finalidad de la OMPI es fortalecer e incrementar la protección de la propiedad intelectual, mientras la misión de la OMS es proteger la salud pública, reflexionó.
Un grupo amplio de organizaciones no gubernamentales examinó la propuesta de Estados Unidos, que atribuye a la protección de la propiedad intelectual la capacidad de estimular la inversión en investigación y desarrollo.
Esa afirmación ignora las pruebas de que el actual sistema de protección de la propiedad intelectual fracasa cuando se trata de estimular la investigación y el desarrollo para enfermedades que afectan a los pobres, alegan los activistas.
Entre 1975 y 1999, apenas uno por ciento de los nuevos fármacos aprobados tenía por objetivo combatir las dolencias tropicales y la tuberculosis, que representan 11,4 por ciento de todas las enfermedades en el mundo.
La iniciativa estadounidense se basa prácticamente en la creencia ciega en el sistema de propiedad intelectual, sin tomar en cuenta la realidad de los pacientes que necesitan deseperadamente tecnologías médicas nuevas y más eficaces y acceso a medicinas esenciales existentes, opinan los activistas.
Además de MSF, Oxfam y HAI, la crítica fue sostenida por Health GAP, Act Up Paris, Movimiento por la Salud de los Pueblos, Campaña de Acción por Tratamientos, la Red Legal Canadiense de VIH/SIDA, Alto Ya al SIDA y Alianza Alto al Sida.
En relación con la propiedad intelectual, MSF presentó un informe que pretende corregir algunas ideas erróneas sobre las patentes medicinales.
El estudio se propone asimismo resaltar los esfuerzos de los países para superar los obstáculos que los derechos de propiedad de marcas medicinales representan para el acceso a medicamentos vitales.
Los países en desarrollo cuentan con un amplio margen de maniobra para asegurarse de que sus sistemas de patentes cumplan los objetivos de la salud pública, afirmó Pascale Boulet, asesora legal de MSF.
Las patentes son instrumentos de política social, apuntó 't Hoen. Por eso, cuando se trata de medicamentos, la propiedad intelectual debe ser medida en función de las necesidades de la población, cuyas vidas dependen de esos fármacos, agregó.
La iniciativa brasileña propugna la creación de una comisión independiente que recoja información y propuestas de diferentes actores para presentar un informe a la próxima Asamblea de la OMS sobre los derechos de propiedad intelectual, la innovación y la salud pública.
La idea de la comisión se basa en un organismo creado por el gobierno de Gran Bretaña, el cual concluyó en 2002 que el sistema de propiedad intelectual juega prácticamente solo un papel en el estímulo a la investigación de las enfermedades expandidas en los grandes mercados de los países industrializados.
La directora de MSF previnó que esa comisión debe tener un mandato preciso.
MSF y otras organizaciones no gubernamentales lanzaron la idea de que la OMS discuta la aprobación de un convenio internacional destinado a fomentar la investigación y el desarrollo de los aspectos esenciales de la salud.