Quienes padecen trastornos mentales sufren discriminación social, incluyendo la de las compañías de seguros de salud, que no los compensan como a los afectados por otras enfermedades, destacó la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Tal discriminación también existe en los servicios de atención sanitaria, señaló el director de salud mental y dependencia de substancias de la OMS, Benedetto Saraceno.
Ese es uno de los rasgos que agrava el cuadro alarmante de los trastornos mentales y de la enorme carga que significan para la salud pública en todo el mundo, explicó el experto.
Por lo menos 450 millones de personas sufren trastornos mentales. Según sus diagnósticos, 150 millones de ellas padecen depresión, 76 millones problemas causados por el consumo de alcohol, 38 millones mal de Alzheimer, y 25 millones esquizofrenia.
También se consideran asociados con trastornos mentales los suicidios, que son unos 850.000 por año en el mundo, y de 10 a 15 millones de tentativas de suicidio anuales, según registros que probablemente omiten muchos casos.
La conclusión de los especialistas de la OMS, basada en esos antecedentes, describe el peso mundial de los trastornos mentales como gigantesco.
El problema aparece envuelto en algunos mitos, como el de que sólo afecta en forma grave a los países ricos.
Eso no es verdad en absoluto, dijo Saraceno en una rueda de prensa durante la actual sesión anual de la Asamblea Mundial de la Salud, el máximo organismo de la OMS, que comenzó el 19 de este mes y terminará este miércoles.
La proporción de trastornos mentales entre las enfermedades atendidas por servicios de salud pública de países en desarrollo fue nueve por ciento en 1990, y tiende a llegar a 14 por ciento en 2020, según los sanitaristas de la OMS.
La prevalencia de los problemas mentales es similar en todas las regiones del mundo, aunque varíe el tipo de trastornos predominantes, indicó el experto Shekhar Saxena, de la misma agencia.
Por ejemplo, los problemas con el alcohol son más frecuentes en Europa y América, mientras en otras regiones son más comunes las depresiones.
Por otra parte, los trastornos asociados con el consumo de alcohol y otras drogas se registran con más frecuencia entre los hombres, y la depresión entre las mujeres.
Otro mito que los expertos pretenden disipar alude al alto costo de los tratamientos. No se necesitan medicamentos onerosos ni tecnologías de precios inalcanzables para responder a los problemas de salud mental, aseguró Saraceno.
Sin embargo, el porcentaje de personas con diagnóstico de problemas mentales que no reciben tratamiento es muy elevado.
Están en esas condiciones 32 por ciento de los esquizofrénicos, 56 por ciento de las personas con depresiones, 55 por ciento de los que sufren trastornos de pánico y 78 por ciento de los afectados por el consumo de alcohol.
Una de las razones de la desatención, además de la discriminación contra los trastornados mentales, es la concentración de recursos en vetustos y anticuados asilos, donde las violaciones de los derechos humanos son la norma de todos los días, explicó Saraceno.
Pero en general los fondos destinados a la salud mental son escasos.
Las últimas cifras oficiales ubican en un promedio de 11,5 por ciento la proporción de los trastornos mentales en el conjunto de los casos atendidos por la salud pública mundial, pero los sanitaristas calculan que ya asciende a 13 por ciento, y sólo un promedio de dos por ciento del presupuesto mundial para salud se destina a los aferctados por esos males.
En algunos países europeos, ese porcentaje presupuestario llega a cinco o seis por ciento, pero en algunas naciones no es ni 0,5 por ciento.
Estigma social, discriminación, falta de fondos y violaciones de derechos humanos se suman para impedir que los afectados por trastornos mentales reciban el tratamiento que necesitan, resumió Saraceno.
La OMS se propone afrontar todos esos problemas mediante la creación de un Consejo Mundial para la Salud Mental.
Ese organismo reuniría a representantes de los usuarios del sistema de salud mental, como la OMS denomina a los pacientes, de sus familiares, de empresas, de sindicatos, de organizaciones religiosas, de los profesionales sanitaristas y de quienes educan a esos profesionales.
La agencia planea iniciar en septiembre consultas con representantes de esos grupos en países ricos y pobres de todas las regiones del mundo, y extenderlas hasta fines de 2004.
Luego de esas consultas y de la definición de un programa de trabajo, la OMS convocaría al Consejo Mundial para la Salud Mental, con la misión de colaborar en la aplicación de políticas para afrontar esos trastornos.