El sarampión es considerado por muchos una enfermedad benigna, pero cada año afecta a más de 14 millones de niñas y niños, y causa por lo menos 700.000 muertes, 400.000 de ellas en Africa subsahariana.
Esa mortalidad es inaceptable como resultado de una enfermedad totalmente evitable mediante vacunas baratas, protestó Daniel Tarantola, director de vacunas y productos biológicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los expertos de la secretaría de la OMS pretenden que la Asamblea Mundial de la Salud, máximo cuerpo de esa agencia reunido desde el lunes en Ginebra, apruebe una resolución que comprometa a los 192 países miembros a cumplir con los objetivos de reducir la mortalidad por sarampión.
Desde 1963 existe una vacuna accesible y eficaz que ha permitido la erradicación del sarampión en todo el continente americano, donde no se registra un caso autóctono de esa enfermedad desde noviembre de 2002.
La situación es diferente en el resto del mundo, y en especial donde existen cuadros de desigualdad social y económica, en países pobres con sistemas de salud desprovistos y bajas coberturas de vacunación, explicó Tarantola, de nacionalidad italiana.
Pero sería ingenuo sostener que el sarampión es privativo de los países en desarrollo, admitió.
Según estadísticas de la OMS, en 2000 se informó de 6.000 casos de esa enfermedad en Alemania y de 10.000 en Francia. Desde comienzos de 2003, dos cantones de Suiza dieron cuenta de la aparición de más de 150 casos.
Esos datos muestran que la transmisión prosigue, y que algunos países europeos representan depósitos activos para exportar el sarampión, dijo el experto.
El sarampión es una enfermedad extremadamente contagiosa causada por un virus, que se propaga principalmente a través de pequeñas gotas de saliva, o de contacto con secreciones de la nariz o la garganta, y afecta tanto a la infancia como a adultos vulnerables.
Sus síntomas son una erupción cutánea rojiza y un cuadro catarral.
Las vacunas disponibles contra el sarampión son inocuas y de alta eficacia, y su módico precio es sólo 25 centavos de dólar, incluido el equipo de inyección, señaló Brad Hersh, miembro del programa de la OMS que se ocupa de esa enfermedad.
La OMS y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) han elaborado una estrategia para aplicar dos inmunizaciones a los niños.
La primera, a los nueve meses de edad, forma parte de los sistemas nacionales de inmunización rutinaria. La segunda oportunidad sobreviene cuando se realizan actividades de inmunización suplementaria, cada tres o cuatro años, para asegurar que todos los niños se encuentren protegidos.
Mediante esa estrategia, aplicada desde 2000 en Botswana, Lesotho, Malawi, Namibia, Sudáfrica, Swazilandia y Zimbabwe, se logró reducir los decesos por sarampión a niveles muy bajos, destacó Hersh.
La OMS confía en que la aplicación correcta de ese tipo de plan puede prevenir 2,3 millones de muertes infantiles en Africa durante los próximos 10 años.
Las agencias sanitarias internacionales se guían por las llamadas Metas de Desarrollo del Milenio establecidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que incluyen lograr que la mortalidad de menores de cinco años en 2015 sea un tercio de la registrada en 1990.
Más específicamente, la sesión especial de la Asamblea General de la ONU sobre la infancia realizada el año pasado llamó a lograr que las muertes pro sarampión en 2005 sean la mitad de las registradas en 1999.
Hersh alegó que la experiencia de vacunación en América debe servir de modelo. En lo que va de este año, sólo se han registrado en el continente americano 18 casos de sarampión, procedentes de Europa oriental, Asia, el Pacífico occidental y Medio Oriente, precisó.
La OMS y el Unicef estiman que necesitarán unos 200 millones de dólares adicionales para aplicar su estrategia de dos inmunizaciones contra el sarampión durante los próximos tres años.
Ambas agencias prevén desarrollar esa campaña en 45 países, donde se registran actualmente cerca de 95 por ciento de las muertes ocasionadas por la enfermedad.
Los fondos solicitados por las dos instituciones solventarían gastos en materiales de inyección, equipos de refrigeración, transporte y personal. Con esos recursos, dijo Hersh, se costearán tanto las inmunizaciones de rutina como las suplementarias.