La muerte de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos vuelve a las portadas de los diarios en momentos en que México busca revivir las negociaciones sobre migración con su vecino del norte, hoy enojado y distante.
El fallecimiento de 17 indocumentados, la mayoría de ellos mexicanos, reportado el miércoles en el meridional estado estadounidense de Texas, es para México una demostración palpable de la urgencia que hay en lograr un acuerdo migratorio con Washington.
El presidente de México, Vicente Fox, busca desde el comienzo de su gestión a fines de 2000 que Estados Unidos legalice la estancia de más de cuatro millones de emigrantes indocumentados connacionales que trabajan en ese país vecino, para así poner fin a la discriminación, el maltrato y los peligros que sufren.
Pero Washington aumentó su tradicional resistencia a avanzar hacia un acuerdo global y definitivo sobre el tema luego de que México no apoyara, como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, la invasión estadounidense a Iraq.
”Sin duda este es uno de los momentos de más distanciamiento entre Estados Unidos y México en la última década”, sostuvo Jorge Chabat, experto del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Aunque en el discurso se hable de acercamientos entre los gobiernos, es un hecho que en el mediano plazo no habrá ningún acuerdo migratorio con Estados Unidos, opinó el experto.
Para María González, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, las muertes de inmigrantes en Estados Unidos son consecuencia directa la visión policial y represiva con la que se trata a los indocumentados en ese país y de la resistencia de su gobierno a negociar el asunto.
Fox y su par estadounidense George W. Bush prometieron en mayo de 2001, cuando murieron 14 inmigrantes mexicanos en el fronterizo desierto estadounidense de Arizona, hacer hasta lo imposible para evitar nuevos fallecimientos.
Pero volvieron a suceder. La policía de la ciudad texana de Victoria informó el miércoles que halló 17 cadáveres de supuestos indocumentados en el remolque de una camión abandonado, a unos 350 kilómetros de la frontera con México. Según se explicó, esas personas habrían muerto por asfixia.
Las autoridades indicaron que la mayoría de víctimas serían originarias de México, pero no descartaron que entre las cerca de 100 personas que viajaban en el camión hubiera inmigrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras.
De los 17 muertos, seis son mujeres y 12 hombres, entre ellas un niño de siete años.
Los emigrantes, para evitar los férreos controles en la frontera, buscan las zonas menos vigiladas, que son también las más peligrosas, y por lo general son ingresados en camiones cerrados o trenes con serios peligros de morir asfixiados.
Entre 1995 y 2002 murieron, ahogados, deshidratados o por algún otro tipo de accidente o agresiones, unos 2.000 emigrantes indocumentados en su intento de llegar a Estados Unidos.
Fox, tras conocer sobre el caso de Victoria, emitió un comunicado en el que presentó condolencias a los familiares de los fallecidos y ofreció apoyo consular a los sobrevivientes y a los cerca de 40 indocumentados que habrían huido del lugar al ver a la policía.
”El sentir de México es que nuevas muertes inútiles confirman que urge tener una acuerdo migratorio con Estados Unidos”, señaló una fuente de la presidencia que prefirió que no se diga su nombre.
Estados Unidos y México comparten una frontera de 3.200 kilómetros de largo cada vez más vigilada y donde se han levantado muros e instalado sofisticados sistemas de seguridad para impedir el paso de viajeros indocumentados.
No obstante los controles, miles de mexicanos siguen cruzando esa línea limítrofe con la ilusión de encontrar un trabajo en Estados Unidos o simplemente reunirse con familiares. En el país vecinos viven unos 20 millones de mexicanos por ascendencia o nacimiento.
En febrero de 2001, cuando Fox y Bush se reunieron en México, las primeras charlas sobre migración parecían ir sobre ruedas y ambos aseguraron que eran entrañables amigos.
No obstante, todo cambió luego del 11 de septiembre de 2001, cuando se registraron los atentados contra las torres gemelas del Word Trade Center de Nueva York y el Pentágono, el edificio del Departamento de Defensa, en Washington.
Las negociaciones se enfriaron y dieron paso a otras sobre seguridad fronteriza. Posteriormente vino la guerra contra Iraq, que México no apoyó, una posición que según reconocieron en Washington causó malestar y molestia en el gobierno de Bush.
Antes de la guerra contra Iraq, Fox y Bush hablaban de forma frecuente por teléfono, pero ahora el presidente de Estados Unidos ya ni siquiera contesta los llamados de su par, aseguraron fuentes mexicanas.
El canciller de México, Ernesto Derbez, para relanzar la relación y en una estrategia que la prensa mexicana bautizó de ”operación cicatriz”, se entrevistó en Washington la semana pasada con varios funcionarios.
Por su parte, Fox se reunió el martes con el ex presidente George Bush, padre del actual mandatario estadounidense.
En los pronunciamientos posteriores a esos encuentros, el gobierno mexicano aseguró que las relaciones entre ambos países camina hacia su reestablecimiento. Sin embargo, la mayoría de políticos y académicos de México piensan todo lo contrario.
El error del gobierno mexicano fue personalizar la relación con Estados Unidos al haberla fincado en la supuesta amistad de los presidentes, consideró Rafael Fernández, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México.
Hoy el distanciamiento es marcado, por lo que muy difícilmente se logrará un acuerdo migratorio, sentenció Fernández.
Lo que México debe buscar ahora es regresar la relación a los términos institucionales, recomendó el experto.
Mientras, legisladores estadounidenses del gobernante Partido Republicano emitieron un manifiesto en el que señalaron que México, si quiere un acuerdo migratorio, deberá a cambio privatizar su industria petrolera, a la que calificaron de ineficiente y corrupta.
El pronunciamiento fue duramente rechazado por el gobierno mexicano y por todos los sectores políticos, quienes enfatizaron que la empresa estatal petrolero PEMEX no está en negociación.
Hoy por hoy es claro que la relación de México con Estados Unidos no se va romper, ”no se puede romper por los intereses comerciales y económicos mutuos”, pero tampoco va a avanzar como Fox lo planeó al inicio de su gestión, apuntó Chabat del CIDE.