El presidente uruguayo Jorge Batlle pareció aceptar este lunes en Brasilia el liderazgo de su par brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, y afirmó que asigna total prioridad al Mercosur, tras años de cuestionar ese bloque y apostar a la relación bilateral con Washington.
Batlle manifestó también su apoyo a que Brasil se convierta en miembro permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, en caso de ampliación de este organismo.
Además aseguró que Lula hablará en nombre del Mercosur (Mercado Común del Sur) en la reunión del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos en la oriental ciudad francesa de Evian, del 1 al 3 de junio, a la cual fueron invitados el presidente brasileño y gobernantes de otros grandes países en desarrollo, como China.
Integran el G-8 Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.
Lula adelantó que demandará a las grandes potencias el fin de las barreras comerciales que traban las exportaciones de países pobres. ”La mejor ayuda contra la pobreza” es un comercio sin proteccionismo ni subsidios agrícolas de los países ricos, dijo al recibir a Batlle.
El comunicado conjunto firmado por los dos presidentes asignó prioridad al Mercosur, formado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
También destacó el compromiso compartido de consolidar la unión aduanera (eliminación de impuestos de importación en el bloque y arancel externo común) y avanzar hacia un mercado común (unión aduanera más libre movilidad en el bloque de todos los factores de producción).
Batlle reconoció la importancia de ”mantener y fortalecer la unidad del Mercosur en todas las negociaciones económico- comerciales internacionales”, tanto en la Organización Mundial de Comercio como en la búsqueda de un acuerdo con la Unión Europea o la consitución del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), impulsada por Estados Unidos.
El presidente uruguayo defendió, fuera del comunicado oficial, la negociación de un acuerdo comercial entre el Mercosur y Estados Unidos, una alternativa también llamada ”Cuatro más Uno” que gana fuerza en la cancillería brasileña, ante las dificultades y riesgos del ALCA.
Es una estrategia que Batlle ya proponía hace dos años, antes de pretender un acuerdo bilateral entre Uruguay y Estados Unidos, a ejemplo del negociado por Chile, pero sin ningún avance, pese a sus tres encuentros con el presidente estadounidense George W. Bush en Washington, el último de ellos el mes pasado.
El acercamiento del mandatario uruguayo a Bush, incluso personal, se reflejó en 2002 y este año en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, donde Uruguay impulsó mociones sobre Cuba que La Habana consideró ”serviles” al interés estadounidense.
Este año, la posición uruguaya sobre Cuba en ese organismo fue discrepante con la de los demás integrantes del Mercosur, que se abstuvieron de votar la moción.
Este año, Batlle fue además el único jefe de Estado participante en la asunción de Jeb Bush, hermano del presidente, como gobernador del sudoriental estado estadounidense de Florida, en su segundo mandato consecutivo.
Ese acercamiento a Washington, acompañado de discrepancias con el Mercosur, se acentuó por la crisis en el bloque debido a la depreciación del real desde 1999 y al caos económico en Argentina desde 2001, cuyo desastroso efecto sobre Uruguay se hizo evidente en junio de 2002.
En ese momento, la ayuda estadounidense de 1.500 millones de dólares, seguida de apoyo de Washington para que se concretara un préstamo a Uruguay del Fondo Monetario Internacional, consolidaron la alineación del gobierno de Batlle con el de Bush.
Por todo eso se temía una disidencia uruguaya en el Mercosur, que parece superada tras la cumbre de este lunes en Brasilia.
”No hay otro camino para el Uruguay” que no sea el de adhesión al Mercosur y aceptación del liderazgo brasileño, especialmente ahora, ante la perspectiva de mayor concertación entre Argentina y Brasil, los dos mayores socios del bloque, dijo a IPS Sonia Camargo, coordinadora del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Río de Janeiro.
El casi seguro triunfo de Néstor Kirchner en las elecciones presidenciales argentinas de este domingo fortalece la unidad del bloque en torno a las tesis defendidas por Brasil, de integración sudamericana mediante un acuerdo de libre comercio con la Comunidad Andina y negociaciones conjuntas en todos los frentes.
Además, el gobierno de Lula puso en marcha una política de concesiones financieras a sus vecinos, en el marco de lo que el canciller Celso Amorim define como ”la responsabilidad del liderazgo”.
El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), institución estatal brasileña de fomento, financiará por ejemplo inversiones de empresas brasileñas en Uruguay, proyectos binacionales y también exportaciones uruguayas.
Batlle visitará este martes, en el meridional estado brasileño de Minas Gerais, las instalaciones de una firma que estudia desarrollar un proyecto minero de silicio en Uruguay.
”Brasil es sensible a las dificultades de Uruguay y está dispuesto a ayudar”, ya que se trata de un socio indispensable cuya estabilidad económica interesa a los vecinos, dijo Lula.
Durante la visita de Kirchner a Brasilia la semana pasada, el gobierno brasileño prometió crear una línea de crédito de 1.000 millones de dólares para financiar exportaciones del Mercosur y sus asociados externos, Bolivia y Chile.
La fuente es el mismo BNDES, cuyos recursos también financiarán proyectos de integración física con Bolivia por un total de 600 millones de dólares, y que movilizará 1.000 millones de dólares para incrementar el comercio entre Brasil y Venezuela.
Los créditos del BNDES al comercio externo, a inversiones productivas y obras de infraestructura constituyen un fuerte instrumento con que el gobierno de Lula piensa impulsar la integración sudamericana, y Uruguay no está excluido de esa estrategia.