En las abandonadas centrales nucleares de Iraq reina la inseguridad, mientras la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) quedó reducida a mera espectadora de lo que sucede allí tras la invasión de Estados Unidos al país árabe.
”Sé tanto como usted”, dijo a IPS la portavoz de la agencia de la ONU en Viena, Melissa Fleming, preocupada por las escenas que transmió la televisión internacional sobre daños en las instalaciones del Centro de Investigación Nuclear de Tuwaitha, en el sur de Bagdad.
”Nos gustaría estar allí para investigar por nosotros mismos. Tenemos muchas preocupaciones por el ambiente y las personas, y quisiéramos asegurarnos de que la instalación está protegida en forma adecuada. Esperamos que el material nuclear esté plenamente asegurado”, señaló Fleming.
El director general de la AIEA, Mohammed ElBaradei, escribió el mes pasado una carta al presidente estadounidense George W. Bush, recordándole que su gobierno había pasado a ser responsable por el material nuclear iraquí luego de lanzar la invasión para derrocar al régimen de Saddam Hussein.
ElBaradei también le pidió a Estados Unidos que permitiera el ingreso a Iraq de un equipo de investigadores de la AIEA, pero no recibió respuesta hasta ahora, según Fleming.
La AIEA expresó preocupación por el posible robo o contrabando en Iraq de componentes nucleares peligrosos, como el uranio.
Informes de la agencia señalan que en la central iraquí de Tuwaitha hay depositadas 94 toneladas de uranio y otras tantas más de cesio y cobalto.
El principal temor es que ese material termine en el mercado negro internacional y luego en manos de interesados en hacer una ”bomba sucia” de bajo o mediano potencial. La AIEA quiere inspeccionar cuanto antes las instalaciones para cerciorarse de que nada está faltando.
Las instalaciones en Tuwaitha cubren una extensión de 48 hectáreas, que eran protegidas por la Guardia Republicana de Saddam Hussein. Las fuerzas estadounidenses llegaron al lugar el 6 de abril y no encontraron a nadie.
Washington asegura que desde entonces vigila las instalaciones, aunque hay informes de que quedaron abandonadas por algunos días.
Las imágenes de televisión muestran que la central está bastante dañada, pero no hay indicios de que los sellos puestos por la AIEA en los años 90 hayan sido removidos.
Los inspectores de la agencia comenzaron a investigar a Iraq en 1991 para determinar si el gobierno de Saddam Hussein estaba produciendo armas de destrucción masiva.
Entonces, los inspectores informaron que Iraq sí tenía un plan para desarrollar armas nucleares y que el régimen estaba decidido a seguir adelante con él.
ElBaradei subrayó en su carta a Bush que sólo la AIEA tiene potestades para vigilar el material nuclear iraquí.
El Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, de 1970, señala que sólo la AIEA puede reabrir instalaciones clausuradas, como es el caso de la central de Tuwaitha.
Los expertos descubrieron que Iraq estaba procesando plutonio en Tuwaitha, mientras llevaba adelante programas con uranio en las centrales de Tarmiya y Ash Sharkat.
Los enviados de AIEA trajeron muestras para ser analizadas en sus laboratorios de Seibersdorf, en Austria, e informaron que el gobierno de Saddam Hussein estuvo a punto de construir una bomba atómica.
Estados Unidos le aseguró a la AIEA que guardará el material nuclear, pero los expertos en Viena están preocupados ante los informes de saqueos y robos en todas las instalaciones públicas de Bagdad.