El partido de gobierno y las principales fuerzas de oposición de España tienen algo para festejar tras las elecciones autonómicas y municipales del domingo, en las que la guerra de Iraq tuvo mucha menor incidencia de la que preveían las encuestas.
El opositor Partido Socialista Obrero Español (PSOE) logró en el acumulado de los distritos españoles 100.000 votos más que el gobernante Partido Popular (PP), pero éste ganó en Madrid y obtuvo más alcaldes y concejales que su mayor oponente en todo el país y la victoria en la mayoría de las capitales de provincias.
Incluso en el País Vasco, los dos bloques identificados como nacionalistas y constitucionalistas, de creciente enfrentamiento en los últimos meses, pueden atribuirse triunfos según sus respectivos ángulos de vista.
El alineamiento del gobierno español presidido por José María Aznar con el belicismo del presidente estadounidense George W. Bush, aunque es rechazado por 90 por ciento de los ciudadanos, influyó mucho menos de lo previsto por todas las encuestas, tanto oficiales como privadas.
Especialmente satisfecho quedó el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, quien se declaró satisfecho del desempeño partidario en las primeras elecciones de carácter nacional celebradas desde que fuera designado secretario general de esa agrupación.
Los comicios ”se saldaron con una victoria clara y limpia” para el PSOE, pues no solamente logró remontar la diferencia de 10 por ciento en contra de 1999 sino que obtuvo más de 100.000 votos que el PP, apuntó.
Ese resultado catapulta a Rodríguez Zapatero como candidato bien colocado para las elecciones generales previstas para dentro de nueve meses y en las que encabezará las listas del PSOE para presidir el gobierno de España.
No menos contento quedó Aznar, pese a haber perdido el gobierno de la emblemática Comunidad Autónoma de Madrid, que pasará ahora a manos de una coalición gubernamental integrada por el PSOE e Izquierda Unida y que tendrá como presidente al prácticamente desconocido socialista Rafael Simancas.
Aznar salió reforzado de las elecciones por el sólo hecho de que no se haya producido la catástrofe que las encuestas y los analistas políticos auguraban.
Para el jefe del gobierno y del PP, los resultados fueron ”sensacionales” y demuestran que los ciudadanos apoyan ”un proyecto centrado, de reformas y modernización”.
Ahora le queda a su partido definir en los próximos dos meses quién será el candidato para reemplazarlo en el gobierno, ya que Aznar anunció —y ratificó— que no se presentará en esos comicios.
Alberto Ruiz-Gallardón, todavía presidente de la Comunidad de Madrid y triunfador en las elecciones municipales de la capital española es uno de los precandidatos que más se ha fortalecido con el resultado de estas elecciones.
Izquierda Unida (IU), la tercera fuerza política del país y que se basa en el Partido Comunista, obtuvo prácticamente la misma cantidad de votos que en 1999, pero su porcentaje bajó apenas de 6,6 por ciento de los sufragios a 6,06 por ciento, en virtud de que aumentó el número de votantes.
En términos generales y dado que venía en pendiente, de 11,7 por ciento en 1995 a 6,6 en 1999, el hecho de haber dejado de bajar es considerado un triunfo dentro de esa coalición, para la cual su coordinador, Gaspar Llamazares, reivindicó el carácter de ”roja”, o sea muy a la izquierda.
Pero IU también ha ganado la posibilidad de influir en gobiernos importantes, como el de las comunidades de Madrid y de Asturias, en dos provincias vascas y en algunos ayuntamientos, en los que ganó el PSOE aunque sin mayoría absoluta, por lo cual deberá recurrir a esa coalición e incorporarla a su gobierno.
Mientras, el País Vasco, una comunidad autónoma que aparece claramente dividida entre nacionalistas y el constitucionalistas, lo más notorio fue que rondaron 10 por ciento los votos nulos impulsados por los sectores afines a la organización ilegal ETA, a los que no se le permitió participar.
Una semana antes del acto electoral el Tribunal Constitucional ratificó una sentencia judicial que anuló las listas presentadas en el País Vasco y Navarra en las que figuraban ex parlamentarios o dirigentes de los partidos ilegalizados por responder a ETA, grupos que en anteriores elecciones sumaron casi el doble de los votos anulados del domingo.
La coalición moderada del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y su escisión, Eusko Alkartasuna (EA, obtuvo el primer lugar en las tres provincias del País Vasco, aunque en dos de ellas la suma de los votos del PP y el PSOE la superó.
Esa agrupación de nacionalistas logrará gobernar en las provincias de Guipuzcoa y Vizcaya gracias al apoyo de IU.
La tercera, Alava, en la que se encuentra Vitoria, la capital del País Vasco, seguirá en manos de los constitucionalistas, ya que el PP y el PSOE suman 28 escaños, frente a los 12 del PNV-EA, y tres de IU.