DESARROLLO: Pobreza y degradación amenazan estabilidad mundial

La persistente brecha entre países ricos y pobres, así como el aumento del deterioro ambiental y del gasto militar, socavan la estabilidad mundial, advirtió la organización no gubernamental WorldWatch Institute.

La pobreza mundial está directamente vinculada con la degradación ambiental y la propagación de enfermedades como el sida y probablemente la neumonía atípica o síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), afirmó WorldWatch en la última edición de su informe anual ”Signos Vitales”.

Este año, el informe fue producido en cooperación con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

”El fracaso mundial en la reducción de la pobreza contribuye a la inestabilidad mundial bajo la forma de terrorismo, guerras y enfermedades contagiosas”, sostuvo el jueves Michael Renner, coautor del informe.

”Un mundo inestable no sólo perpetúa la pobreza, sino que en definitiva amenaza la prosperidad de una minoría”, agregó.

Casi la mitad de los más de 6.000 millones de habitantes del planeta sobreviven con menos de dos dólares al día, mientras la brecha entre el ingreso per capita de los 20 países más ricos y los 20 más pobres se duplicó con creces en los últimos 40 años, al compás de la integración económica mundial, dice el informe.

”No se debe perder de vista el hecho de que gran parte de la población humana se ha quedado atrás”, destacó el director de WorldWatch, Christopher Flavin.

De hecho, el mundo está dividido entre una minoría que disfruta de ”alimentos abundantes, movilidad casi ilimitada, acceso a tecnología de vanguardia y otras facilidades” y una mayoría ”con escasas oportunidades de superar las preocupaciones de la supervivencia cotidiana”, dice el informe.

En estas circunstancias, tienen lugar dos tipos de destrucción ambiental.

”Los ricos son los que más castigan al planeta con su estilo de vida contaminante, con consumo intensivo de materiales, mientras los pobres sobreviven en las peores condiciones ambientales, explotando al máximo sus tierras, bosques y recursos hídricos”, observa Signos Vitales.

El patrón de consumo de los ricos inevitablemente golpea más a los pobres y hace su vida muy difícil.

Mientras Estados Unidos genera un cuarto de todas las emisiones de dióxido de carbono por la quema de combustibles fósiles, los países pobres son los que más sufren las consecuencias del resultante cambio climático.

El año pasado, por ejemplo, las lluvias torrenciales obligaron a más de 150.000 personas a abandonar sus hogares en Kenia, mientras casi un millón de chinos resultaron afectados por la sequía más severa en más de un siglo.

Las inundaciones y otros desastres climáticos forzaron a cerca de 10 millones de personas a emigrar desde Bangladesh a India en las últimas dos décadas, en tanto los residentes de al menos siete pequeños estados insulares pronto tendrán que abandonar sus islas debido al creciente aumento del nivel del mar.

”Es casi imposible asegurar paz y estabilidad duraderas mientras existe una desigualdad tan grande y los sistemas naturales que nos sustentan están amenazados”, señaló el director ejecutivo del PNUMA, Klaus Toepfer.

”La gente está dejando de creer en la posibilidad de un futuro mejor”, afirmó Renner, quien agregó que ”los jóvenes desempleados o sin oportunidades de educación” constituyen buenos candidatos para las organizaciones terroristas.

Desafortunadamente, señaló, la respuesta de Estados Unidos y otros gobiernos involucrados en la ”guerra contra el terrorismo” ha sido recurrir a la fuerza militar sin abordar los problemas económicos, sociales y ambientales subyacentes.

”El mensaje de estos gobiernos es que la violencia paga”, sostuvo Renner.

De hecho, el aumento del gasto militar agrava la pobreza, la desigualdad social y la degradación ambiental, por la simple razón de que los fondos invertidos en armas y soldados no pueden utilizarse para combatir esos males.

El gasto en defensa, que había disminuido en los años 90 tras el fin de la guerra fría, está en aumento nuevamente, en particular en Estados Unidos, que representa casi 40 por ciento del total, según el informe.

Y aunque los 51 países más pobres representan apenas siete por ciento del gasto total en armas, el monto aun representa el doble de su proporción del producto interno bruto mundial.

En algunos países en desarrollo, como Eritrea, Burundi y Pakistán, el gasto militar es igual o mayor que el presupuesto combinado de educación y salud, destaca el informe.

Además, existe un vínculo entre guerra, pobreza y brecha de desarrollo, porque la mayoría de los conflictos actuales en los países pobres son por el control de recursos naturales que luego se venden a países ricos.

Tales conflictos han desplazado a millones de personas, en especial en Africa, que deben sobrevivir por sí mismas en ciudades superpobladas o en áreas silvestres donde deben ganarse el sustento a expensas del ambiente.

Otra presión sobre los pobres del mundo es el de las enfermedades infecciosas, que matan cada año al doble de personas que el cáncer.

Como los que mueren de esas enfermedades suelen estar en sus años más productivos, sus familias luego tienen dificultades para sostenerse económicamente, y esto aumenta la brecha entre ricos y pobres, dentro de los países y entre éstos.

Para 2010, unos 25 millones de niños habrán perdido a uno o ambos padres por el sida, según el informe.

Otra amenaza para el ambiente y la estabilidad es el sistema internacional de comercio, que según WorldWatch está ”sesgado contra los intereses de los pobres”.

Por ejemplo, subsidios agrícolas por más de 300.000 millones de dólares al año permiten que agricultores de países ricos exporten alimentos a precios entre 20 y 50 por ciento por debajo del costo de producción.

”Las tragedias humanas detrás de estas estadísticas recuerdan que el progreso social y ambiental no es un lujo que puede dejarse de lado cuando el mundo experimenta problemas económicos y políticos”, dijo Flavin.

Flavin expresó ”profunda preocupación” porque los problemas económicos mundiales y la atención concentrada en Medio Oriente desvíen los recursos necesarios para reducir la pobreza.

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