Organizaciones de la sociedad civil volvieron a reclamar al Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo la anulación de la deuda externa contraída por los 52 países más pobres, pero sin esperanzas en una respuesta favorable.
Seguramente, los líderes del G-8 alegarán que carecen de recursos para cancelar la deuda de los países pobres altamente endeudados, previnieron los grupos reunidos en la contracumbre de Annemasse, a 40 kilómetros de la oriental ciudad francesa de Evian, donde comenzará este domingo la cumbre del G-8.
Esa sería una mentira total, porque cuando esos países quieren encontrar dinero siempre son capaces de hacerlo, sostuvo Barry Coates, del Movimiento de Desarrollo Mundial, con sede en Gran Bretaña.
El G-8 está integrado por Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Japón y Rusia.
Paralelamente a la reunión que todos los años esos gobiernos dedican a examinar el cuadro político y económico internacional, la sociedad civil debatirá asuntos como la interacción entre comercio y desarrollo, los efectos de la globalización, el terrorismo, problemas ambientales y de derechos humanos.
Entre los principales reclamos de las organizaciones no gubernamentales (ONG) al G-8 figuran, además de la cancelación de la deuda, la financiación de los programas de lucha contra el VIH/sida, el acceso al agua, el control de la responsabilidad de las empresas transnacionales y otros.
Las demandas incluyen también la extensión de los programas de alivio de la deuda a todos los países en desarrollo obligados por compromisos financieros en el exterior.
Más de 150 ONG de todo el mundo se sumaron a la iniciativa global Jubileo 2000, lanzada en 1996 por agencias de desarrollo británicas para presionar a los gobiernos más poderosos a perdonar la deuda de los países más pobres antes de la entrada del nuevo siglo.
Desde ese año, unos 34 millones de personas de todo el mundo suscribieron una petición del alivio de la deuda dirigida al G-8.
De manera simultánea, se realizaron manifestaciones multitudinarias en ciudades europeas porque las campañas para poner fin a las injusticias de la deuda tienen que efectuarse en los países del Norte, explicó Coates.
Los mayores actos tuvieron lugar en Birmingham, Gran Bretaña, y en Génova, Italia. En junio de 1999, unas 35.000 personas formaron una cadena humana de ocho kilómetros en la ciudad alemana de Colonia para reclamar la cancelación total de la deuda externa de los países pobres.
Pero todos esas demandas cayeron en saco roto porque en lugar de aceptarlas, el G-8 redujo sus promesas, efectuadas en 1996, de reducir el peso de la deuda sobre las naciones más pobres del mundo.
El monto total de la deuda de los 52 países pobres más endeudados asciende a unos 350.000 millones de dólares, calculó Coates en Annemasse, donde se realizan los actos de la Cumbre por otro mundo que organiza la sociedad civil para protestar por la cumbre gubernamental de Evián.
Al pedido de cancelación total de esos 350.000 millones de dólares, el G-8 respondió con la promesa de reducir ese monto en 110.000 millones, refirió Coates.
Más tarde se anunció que el recorte de la deuda ascendería a sólo unos 60.000 millones, y en definitiva las sumas aprobadas apenas llegan a 36.000 millones, o el 10 por ciento de lo reclamado, resumió el activista británico.
Los planes de alivio para la categoría de los países pobres altamente endeudados responden a criterios establecidos por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que incluyen la posibilidad de desembolsos.
Pero la entrega de esos recursos ha dado lugar a casos de verdaderos saqueos en algunos países de Africa subsahariana, aseguró Solange Koné, de la Asociación de Apoyo a la Autopromoción Sanitaria Urbana, de Costa de Marfil.
La sociedad civil ha quedado decepcionada por el empleo de esos primeros fondos, dijo.
En Níger, por ejemplo, con esos recursos se construyeron escuelas en lugares donde no hay agua potable. Ningún niño va a esas escuelas, sólo las gamuzas merodean allí, ironizó Koné.
En el mismo país africano, se construyeron hospitales a sólo dos o tres kilometros de centros de salud ya existentes para atender una población que en cambio necesitaba más de asistencia agrícola, insistió.
Las ONG africanas cuestionan los documentos estratégicos para la lucha contra la pobreza, instrumentos ideados por las instituciones financieras internacionales para identificar las áreas más necesitadas de recursos para la reducción de la pobreza.
La sociedad civil de los países francófonos de Africa comenzó a reunirse en Bamako, Mali, para elaborar posiciones comunes ante esos documentos, mientras los países anglófonos se congregan en Kampala, Uganda.
Koné anunció que en diciembre se realizará una reunión conjunta de la sociedad civil africana, incluidos representantes de países lusófonos, para convenir una posición común frente a los requisitos del Banco Mundial y del FMI.
Pero los montos adelantados por las instituciones financieras a los países más endeudados resultan insuficientes inclusive para atender los criterios establecidos por las mismas organizaciones, criticó Coates.
Además, el derrumbe constante de los precios de los productos básicos en los mercados internacionales convierte en impagable la deuda de esos países, argumentó.
El activista insistió en que el G-8 podría perfectamente cancelar la deuda si tuviera voluntad política.
La parte correspondiente a Gran Bretaña en el plan de cancelación total de la deuda para esos países altamente endeudados costaría unos 48 dólares a cada contribuyente británico.
Esa suma equivaldría a la mitad de lo que ha gastado el gobierno británico en la guerra ilegal a inmoral contra Iraq, arguyó Coates.
En resumen, si los países industrializados deciden que se trata de una prioridad, seguramente encontrarán el dinero, concluyó.
El mensaje que la sociedad civil reunida en Annemasse dirige al G- 8 aclara que su cuestionamiento no se refiere al monto a amortizar, sino al criterio de utilizar la deuda como un instrumento en beneficio del mundo de los ricos.
Enrique Arceo, del Instituto de estudios sobre estado y participación, de Argentina, coincidió con la justicia del reclamo por la cancelación total de la deuda de los países pobres altamente endeudados.
El activista refirió que Argentina ha pasado de país emergente a país sumergido, al borde de la quiebra financiera, con una deuda externa que supera al producto nacional.