Numerosos prisioneros de guerra tomados por Estados Unidos y Gran Bretaña en Iraq sufrieron torturas, y 2.000 aún no tuvieron contacto con el mundo exterior, aseguró un equipo de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional.
Dos investigadores de Amnistía, Said Bourmedouha y Judit Arenas, presentaron este viernes en Londres las conclusiones a las que llegaron luego de visitar el sur de Iraq.
”Conocemos casos de prisioneros torturados” en el aeropuerto de Basora y en la también meridional ciudad de Nasiriya, dijo Bourmedouha.
Un ciudadano saudita capturado y luego liberado aseguró haber recibido choques eléctricos en Basora, ciudad capturada en marzo y desde entonces bajo control de las fuerzas británicas.
Bourmedouha dijo que el equipo de Amnistía procuró reunirse con alguno de los 2.000 prisioneros incomunicados. Pero ”el comando estadounidense rechazó nuestra solicitud”, explicó.
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El informe sobre Basora constituye la primera parte de una investigación de Amnistía sobre la situación de los derechos humanos en Iraq al cabo del régimen de Saddam Hussein (1979-2003) y tras la invasión estadounidense-británica, iniciada el 20 de marzo. ”Ahora nos dirigiremos al norte”, indicó Arenas.
Amnistía indicó que las fuerzas ocupantes son aún incapaces de imponer el respeto por la ley y el orden en Basora. ”Todos en la ciudad dicen que no quieren alimentos ni agua, sino seguridad”, dijo Bourmedouha.
El equipo de la organización mostró a la prensa imágenes de fosas comunes en el área e informó sobre la gran cantidad de desaparecidos durante el régimen de Saddam Hussein.
Tras 24 años de tiranía ejercida por un partido laico, la mayoría de cuyos miembros eran originarios del minoritario Islam sunnita, el sur de Iraq sufre más de lo mismo a manos de autoridades civiles instaladas por los invasores, miembros de la mayoría chiita y muchos de ellos radicales en materia religiosa.
”Surge un nuevo patrón de asesinato. Dos comerciantes fueron muertos por vender alcohol. Dos propietarios de centros nocturnos también fueron asesinados y otro fue amenazado y dejó de pernoctar en su hogar”, indicó Bourmedouha.
La inseguridad es generalizada. Una niña fue secuestrada y violada, y sólo se la liberó tras el pago de un rescate, recordó el activista. Otras dos fueron secuestradas en Nasiriya, pero una fue rescatada y la segunda, asesinada.
Nadie puede caminar por la calle de noche, cuando resuenan los tiroteos por doquier, agregó. Las mujeres temen salir de sus hogares sin compañía masculina, y ”muchas aseguran sufrir el hostigamiento de los islámicos”, agregó el activista.
”Hicimos notar el asunto a las fuerzas británicas, pero ellos se excusan en la falta de fuerzas”, según Bourmedouha. Algunos de los delincuentes fueron detenidos, ”pero luego liberados porque no hay cárceles para mantenerlos”, sostuvo.
De todos modos, la situación debe haber mejorado desde hace diez días, cuando se instaló la primera estación de policía en Basora, según los investigadores de Amnistía. Ahora hay cuatro destacamentos.
El equipo de Amnistía aún está recolectando evidencia para presentar un informe completo a las autoridades de la coalición ocupante.
Por otra parte, los alrededores de Basora están cubiertos de municiones sin detonar y minas antipersonales activadas, que han causado muchas muertes, dijo Arenas.
Sobre la base de al menos 500 formularios distribuidos entre la población en las pasadas dos semanas, el equipo de investigadores de Amnistía calculó la cantidad preliminar de desaparecidospor el régimen de Saddam Hussein en 17.000 personas.
Pero las fuerzas invasoras no vigilaron los sitios donde se encontraron fosas comunes. ”Vimos los restos de víctimas con los ojos vendados y atados de pies y manos. Vimos camisetas con perforaciones de bala”, dijo Arenas.
Esos hallazgos fueron reportados a las fuerzas estadounidense- británicas. ”Pero cinco días después volvimos al sitio de las fosas comunes y aún carecían de vigilancia. Pedimos guardia constante para facilitar la identificación apropiada de los cuerpos”, agregó la activista.
