DERECHOS HUMANOS-IRAQ: La loca Lahid

La historia de la abogada iraquí Lahid Kishmesh, que ahora vive sola y escribe obsesivamente sus memorias en las paredes de su casa en Bagdad, es paradigmática del dolor sufrido por los opositores al régimen de Saddam Hussein.

Desde niña Kishmesh parecía predestinada a una vida próspera y pacífica. Lo tenía todo. Sus padres la habían enviado a París en los años 70 para que estudiara abogacía, y su temprano éxito le auguraba una brillante carrera.

Pero todo se desmoronó. Ahora está sola, visitada de vez en cuando por los vecinos que, preocupados, quieren saber cómo está esa señora a la que todos llaman ”la loca Lahid”.

”Váyanse todos de aquí. ¿Dónde estaban ustedes cuando los necesitaba? ¿Por qué no me ayudaron? ¿Cómo puedo vivir aquí sin agua y con ustedes molestándome todo el tiempo?”, les grita ella y se acerca, mostrando un rostro amargado, marcado por el dolor.

”Mi querido Iraq, mi querido Iraq, ¿qué ha sido de ti?”, se puede leer en las paredes de su deteriorada casa en el otrora lujoso distrito de Ghadeer, en Bagdad.

Lahid Kishmesh se calma. Se sienta y habla. Está confusa, pero su confusión resulta lógica después de todo lo que dice haber vivido y sufrido.

Esta mujer de 48 años escribió sus memorias en las paredes quemadas de su casa, que una vez se vieron hermosas. Lo hizo allí porque temía que el régimen le robara sus escritos, y quería que su denuncia fuera pública.

”Me sacaron todo lo que tenía”, repite una y otra vez. La casa no tiene agua y un pequeño colchón en el suelo es su cama.

Todos en el barrio tienen distintas historias sobre ella. El colegio de abogados niega que haya sido abogada. En el hospital psiquiátrico dicen que miente. Algunos familiares, colegas y amigos aseguran conocer la verdadera historia.

A mediados de los años 80, la vida de Lahid Kishmesh comenzó a derrumbarse. Un egipicio empleado del Hotel Babel de Bagdad le pidió entonces que lo defendiera. Había sido detenido por tener una pelea con la novia de Uday Hussein, uno de los hijos del presidente Saddam Hussein.

El empleado había sido acusado de robo, pero no era verdad. Kishmesh lo representó y logró que fuera liberado, recuerda un abogado que trabajó entonces con ella.

Después de eso, sin ninguna razón, fue detenida y enviada a un hospital psiquiátrico.

”Cuando me di cuenta que no les importaba lo que les decía para defenderme y que me llevarían de todas maneras, dejé de preocuparme de lo que pudiera pasarme y les decía todo lo que pensaba de ellos”, recuerda.

Cuando quedó en libertad, pasó a ser considerada loca por muchos. No por su estilo de vida, sino por oponerse al régimen. Se negaba a usar billetes con el rostro de Saddam Hussein e incluso se atrevió escribir un insulto al presidente en una pared de su vecindario.

Todos coinciden en que lo peor llegó en 1988.

Ese año, Uday Hussein asesinó a golpes durante una fiesta a Kamal Hanna Jajjou, un asesor de Saddam Hussein que estaba preparando el divorcio del presidente con la madre de su hijo. Muchos fueron testigos del crimen.

Uday fue detenido por orden de su propio padre y sentenciado a un año de prisión, aunque luego se le conmutó la pena con un breve exilio en Ginebra.

Lahid Kishmesh fue convocada a representar a Uday en el juicio, pues ya conocían su talento. La abogada aceptó, pero optó por una estrategia diferente a la planificada por la familia presidencial: admitió la culpabilidad de su cliente y solicitó clemencia.

Saadiyeh Salman, una abogada que conoció bien a Kishmesh, señaló que las asociaciones de juristas de Iraq estaban muy vinculadas al régimen. La propia Salman tuvo problemas tras ganar un caso contra amigos de la familia de Saddam Hussein.

Luego del juicio a Uday, Kishmesh pasó más de 10 años entrando y saliendo del hospital psiquiátrico de Al Rashad, donde los pacientes pasan sus días bajo el efecto de fuertes drogas.

Su doctor en el hospital, Saad Mehdi, insiste en que está enferma y en que inventó toda la historia de Uday. ”Fijó su psicosis en una persona poderosa, como es frecuente en estos casos”, explicó.

Pero otros funcionarios del hospital aseguraron que el centro de salud recibe con frecuencia ”pacientes” que han insultado al presidente o su familia. Un examen psiquiátrico es el procedimiento normal en esos casos.

Alí Al Khattab, uno de los médicos del hospital, recordó que Lahid Kishmesh era enviada allí con frecuencia. ”Siempre tenía la mente clara. Pero llegaron a darle choques eléctricos”, señaló.

La Cruz Roja Internacional aseguró que muchas mujeres fueron violadas en hospitales psiquiátricos iraquíes durante el régimen de Saddam Hussein.

Ahora, Lahid Kismesh está sola. Casi no tiene esperanzas. Pocos le creen, pero todavía tiene fuerzas. ”Iraq tiene que castigar a los que tienen las manos sucias, y hay muchos”, afirma. (

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