Los trámites técnicos del tratado bilateral de libre comercio entre Chile y Estados Unidos pasaron a la fase final, pero su firma aún depende de que Washington opte por castigar a Santiago por su postura ante el conflicto en Iraq o por priorizar sus intereses económicos en América Latina.
La incógnita que sigue en pie es si el gobierno estadounidense de George W. Bush acelerará las gestiones que restan o si optará por postergar la rúbrica del acuerdo en represalia porque Santiago no respaldó la guerra contra Iraq en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El jefe de Relaciones Económicas Internacionales de la cancillería chilena, Osvaldo Rosales, dijo que alrededor del 20 de este mes estarán aprobados en la Casa Blanca los textos en inglés y en español del acuerdo comercial, así como sus respectivas actas de implementación.
Esos documentos deben ser rubricados por Bush y su par chileno, Ricardo Lagos, ya sea en forma directa o a través de representantes plenipotenciarios, como paso previo al envío del tratado a los congresos legislativos de los dos países para su ratificación.
El Congreso de Estados Unidos tendrá un plazo de 60 días, a partir del momento en que reciba los textos, para votar en bloque por la ratificación o el rechazo del tratado de libre comercio (TLC), según lo establece la facultad de la llamada ”vía rápida” (fast track) concedida por ese cuerpo a Bush en 2002.
La puesta en marcha del acuerdo depende así de que Bush actúe con soberbia, contra un país que no se manifestó como un ”aliado confiable” en su cruzada internacional contra el terrorismo, o que proceda en forma realista ante un acuerdo que constituye una señal clave para sus futuras relaciones comerciales con América Latina.
Washington y Santiago comenzaron a negociar el acuerdo bilateral en enero de 2001 y en diciembre del año pasado culminaron exitosamente las tratativas, un mes antes de que Chile ocupara una de las 10 plazas de miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
Singapur terminó de negociar un tratado comercial con Estados Unidos casi al mismo tiempo que Chile, y el 6 de este mes el primer ministro de esa nación asiática, Goh Chok Tong, fue convocado a la Casa Blanca para firmar el acuerdo, que Bush remitió de inmediato al Congreso.
¿Por qué la Casa Blanca dio prioridad a un país y postergó a otro? La respuesta oficial atribuyó la diferencia de plazos a que el tratado comercial con Singapur tiene su texto oficial exclusivamente en inglés y que el tratado con Chile fue demorado por las ”complejidades” de la versión al español.
Sin embargo, en medios diplomáticos y periodísticos se subrayó que Bush recompensó así a Goh Chok Tong por su decidido respaldo a la invasión de Estados Unidos y Gran Bretaña a Iraq, y castigó a Lagos, quien rechazó esa acción militar, al igual que México, el otro miembro latinoamericano del Consejo de Seguridad de la ONU.
”Es innegable que Washington sintió decepción o frustración frente a la postura asumida por Chile, México y los principales países de la región, incluyendo a Canadá”, dijo hace una semana el ex ministro Heraldo Muñoz, designado el día 7 nuevo embajador chileno ante la ONU.
En la visión de Muñoz y otros analistas chilenos era previsible la preferencia estadounidense por Singapur.
Tampoco descartan que Bush imprima alguna prioridad a las conversaciones para un acuerdo de libre comercio con América Central, cuyos países respaldaron en bloque la ofensiva de la llamada coalición aliada contra el gobierno de Saddam Hussein.
La postergación de Chile ”no tendrá un efecto duradero ni pondrá en riesgo lo avanzado en temas como el libre comercio o la promoción de la democracia”, según Muñoz.
”Si Estados Unidos llegase a poner en duda el TLC con Chile sería una peligrosa señal para el objetivo del libre comercio que la administración Bush ha promovido en la región”, subrayó el nuevo embajador ante la ONU.
Si la creación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) continúa siendo una prioridad estadounidense en la región, ”Chile seguirá siendo un socio clave (de Washington) para la conclusión de las negociaciones antes de 2005”, agregó Muñoz.
El diario estadounidense The Washington Post publicó el día 2 que el retraso de la firma del tratado bilateral con Chile era una ”venganza insensata” de la administración de Bush, por la posición de Lagos en la crisis de Iraq, e instó a Washington a ponerle fecha a la suscrpición del acuerdo comercial.
Ese rotativo calificó a Chile como un ”líder” en la apertura de mercados en América Latina y sostuvo que el acuerdo con este país sudamericano será una señal de Estados Unidos hacia otros, como Argentina y Brasil, de que la apertura comercial rinde beneficios.
Judy Biggert, del gobernante Partido Republicano y jefa del cabildeo a favor de Chile en la Cámara de Representantes, exhortó el día 5 a sus colegas a aprobar el acuerdo bilateral de comercio y a no mezclar la política con los temas comerciales.
Las 250 empresas estadounidenses que forman la ”Coalición para el TLC Chile-Estados Unidos” dirigieron el día 6 una carta a Bush en la que le solicitan un rápido cierre de los procedimientos para el envío del tratado al Congreso.
Las empresas, entre las cuales se incluyen transnacionales como Caterpillar, UPS y Lockeed Martín, instaron a Bush a entregar ”una potente señal en favor del libre comercio en América Latina”.
Le advirtieron igualmente que un atraso en el TLC significará un ”costo de oportunidad” para su competitividad, considerando que Chile ya puso en marcha el acuerdo comercial con la Unión Europea.