Los argentinos esperan que su nuevo presidente, Néstor Kirchner, afronte con éxito graves problemas de pobreza, desempleo, endeudamiento y corrupción. Pero, por sobre todo, anhelan que su mandato ponga fin a un prolongado ciclo de frustraciones políticas.
Siempre aumentan las expectativas cuando hay un nuevo presidente, pero aquí se profundizan porque hay un clima de fin de ciclo, explicó a IPS la encuestadora Graciela Romer.
No obstante, los argentinos tienen una visión realista de lo que pasa y si bien saben lo que quieren, tienen claras las dificultades que habrá para lograrlo, remarcó.
A juicio de la socióloga, Kirchner se beneficia con el balance positivo que obtuvo el presidente saliente, Eduardo Duhalde, ambos del Partido Justicialista (peronista).
Es un gobierno que termina mucho mejor de lo que comenzó (el 1 de enero de 2002) y que deja al ministro de Economía, Roberto Lavagna, que tiene gran aceptación, subrayó.
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Duhalde impulsó la candidatura presidencial de Kirchner, cuando éste cumplía su tercer mandato como gobernador de la austral provincia de Santa Cruz.
Una encuesta realizada esta semana por la consultora Julio Aurelio y asociados indicó que el gobierno de Duhalde —iniciado en medio de un caos político, económico y social— termina con una aprobación de 59,5 por ciento de los consultados.
Ese caudal deviene en una expectativa positiva hacia Kirchner de 64,9 por ciento de encuestados.
Aurelio entiende que el principal capital que Kirchner hereda de Duhalde es el logro de haber estabilizado la colapsada economía.
En su estudio, 69,6 por ciento de los consultados se manifestó favorable a la continuidad de Lavagna en el nuevo gobierno, en tanto la encuestadora Opinión, Servicios y Mercado otorga al ministro 80 por ciento de opiniones positivas.
A su vez Romer apuntó que Kirchner es un dirigente con un discurso firme, aun sin prometer nada.
Emite señales muy caras al electorado como las de terminar con la impunidad, con la exclusión social, y controlar a los sectores financieros que se beneficiaron en los últimos años a costa de otros grupos interesados en la producción y el empleo, dijo.
Kirchner, elegido con 22 por ciento de los votos en la primera vuelta en virtud del retiro cinco días antes de la segunda instancia electoral de su oponente, el ex presidente Carlos Menem (1989-1999), deberá enfrentar simultáneamente numerosos desafíos en diversos frentes.
Su partido cuenta con mayoría en la cámara alta del Congreso legislativo (41 senadores en 76) y con la primera minoría en la Cámara de Diputados (119 escaños en 257).
Pero no todos los legisladores justicialistas responderán de modo automático al presidente, que procura encarnar la renovación política de su partido.
Las fuertes divisiones que afronta el peronismo llevaron a que se presentaran a la primera vuelta presidencial tres candidatos de la misma agrupación, aunque con propuestas muy diferenciadas, como fueron las de Kirchner, Menem y del ex gobernador de la occidental provincia de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá.
Por eso el nuevo presidente deberá esforzarse por tejer acuerdos con al menos alguna de los otros dos sectores peronistas y con la oposición de centroizquierda y de centroderecha.
Anticipándose a las dificultades que tendrá para construir consensos, ya dijo que no hay que dramatizar si el parlamento no apoya alguna de sus iniciativas.
En cualquier caso, el nuevo gobierno esperará mejorar su caudal parlamentarios en octubre, cuando se celebren las elecciones para renovar parcialmente ese cuerpo.
En los gobiernos provinciales, también el justicialismo es mayoría, pero muchos gobernadores apoyaron a Menem en la primera vuelta.
Mientras, uno de los mayores problemas a enfrentar por las nuevas autoridades será la conformación de la Corte Suprema de Justicia, cuya credibilidad es severamente cuestionada por la sociedad.
Menem amplió de cinco a nueve la cantidad de miembros de la Corte en los primeros años de su mandato, para así sumar mayoría de magistrados afines. Desde entonces, los fallos del máximo tribunal carecen de legitimidad ante la ciudadanía, que los considera sesgados.
Duhalde intentó impulsar el juicio político a los jueces de la Corte, pero el proceso fracasó por falta de apoyo en el Congreso legislativo.
Ahora, Kirchner ya anticipó que no obstaculizará las iniciativas en ese mismo sentido que surjan de aquí en más.
Sin embargo y pese a no contar con mayorías parlamentarias propias, al menos hasta que se complete el cronograma de elecciones legislativas, el nuevo presidente no duda en fijar el rumbo y anunciarlo contra viento y marea.
Para sorpresa de muchos observadores, aseguró que no favorecerá a los sectores financieros concentrados ni a los bancos y relativizó la legitimidad de los reclamos de aumentos de tarifas de servicios públicos realizado por las empresas privatizadas durante la gestión de Menem.
También apoyó las críticas de su ministro de Economía al accionar de las privadas Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones, creadas en los años 90 y que no parecen brindar beneficios a sus adherentes y han contribuido a desfinanciar el Estado.
También Kirchner no dudó al señalar que Argentina demostró en 2002 que se puede vivir sin el Fondo Monetario Internacional, en alusión a los meses que demoró el acuerdo entre ambas partes, y le negó a ese organismo multilateral cualquier intento de intervenir en la definición de la agenda de problemas a resolver.
Muchos expertos consideran que son muchos los frentes que abrió antes de asumir el gobierno y entienden que aún está por verse si los argentinos lo respaldarán en el camino trazando en estos días. Por de pronto, su gestión comienza con buenos augurios.
Tengo algo de esperanza y un moderado optimismo, confesó a IPS José Grecco, un profesional desempleado de la misma edad que Kirchner, 53 años.
Sería bueno retomar el camino del país que alguna vez pudimos ser y, al menos por el momento, me alegro con las opiniones que virtió Kirchner, añadió.
Sé que es poco, pero le agrego algo de entusiasmo porque remitió 'al cáncer' que fue Menem, lo condimento con el sueño de pensar que (Kirchner) es un sobreviviente de la Juventud Peronista – con ideales progresistas- y que viene de la Patagonia, puntualizó Grecco, que vivió en esa región los últimos 20 años.
Los buenos augurios se concentraron la semana que precedió al cambio de gobierno en un centro comercial de Buenos Aires, donde el orfebre Juan Carlos Pallarols talló el bastón de mando que simboliza el poder que recibe el nuevo mandatario.
Tradicionalmente se ofrece a los presidentes optar entre el bastón europeo y el criollo, y Kirchner eligió el último.
Pallarols invitó a los paseantes a efectuar un golpe simbólico de cincel que exprese los deseos de los argentinos para el nuevo gobierno.
El bastón está confeccionado en madera de los más nobles árboles argentinos, con plata —que simboliza la riqueza del país— y piedras que usaban los indígenas del sur argentino para sus pinturas.
Mujeres, hombres, jóvenes, ancianos y hasta niños —algunos tan pequeños que se sentaban en la falda del orfebre— quisieron dejar su marca y su deseo sumado al de otros miles en el bastón de mando que, desde este domingo, queda en manos de Kirchner hasta el final de su gestión previsto para diciembre de 2007.