Néstor Kirchner se erigió este miércoles en presidente electo de Argentina ante la renuncia de su competidor Carlos Menem, pero deberá conquistar con su gestión una legitimidad que no pudo conseguir en las urnas al quedar sin efecto la segunda vuelta electoral de este domingo.
Con el retiro de la candidatura del ex presidente Carlos Menem (1989-1999), que había logrado el primer lugar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 27 de abril, Kirchner se convierte en presidente electo, y sucederá al actual mandatario Eduardo Duhalde el 25 de mayo.
La Constitución dispone que ante el retiro de una de las dos candidaturas presidenciales que pasan a la segunda vuelta, la restante se convierte, en forma automática, en la fórmula ganadora.
Pero el gobernador de la austral provincia de Santa Cruz y amplio favorito para la segunda vuelta, no cuenta —por obra del retiro de Menem— con la legitimidad que le hubiera conferido un categórico pronunciamiento de los votantes.
El renunciante Menem logró 24 por ciento de los votos en la primera ronda. Kirchner recibió apenas 22 por ciento, por lo que será el presidente electo con el porcentaje más bajo de sufragios de la historia argentina.
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En cambio, según las encuestas, el gobernador de Santa Cruz recibía entre 71 y 79 por ciento de las intenciones de voto para el domingo, mientras su rival cosechaba entre 21 y 29 por ciento de respaldos.
Ambos pertenecen al Partido Justicialista (peronista) en el poder desde el colapso del gobierno de Fernando de la Rúa (1999- 2001), quien al frente de una amplia alianza centro-izquierdista obtuvo la presidencia con la bandera del combate a la corrupción que caracterizó la gestión de Menem.
Este no aceptó afrontar lo que aparecía como una derrota segura. ”Que él (Kirchner) se quede con su 22 por ciento, yo me quedo con el pueblo”, dijo Menem poco después de firmar la carta con su renuncia, entregada a la justicia electoral.
Kirchner tiene que afrontar ahora los retos de un país que debe renegociar su abultada deuda externa, reducir la pobreza y el desempleo y poner en marcha la colapsada actividad económica, que apenas ha comenzado a dar signos de reactivación.
Además, deberá cumplir con la promesa de renovar las dirigencias partidarias, un reclamo central de las protestas que estallaron en diciembre de 2001, sintetizado en la consigna ”que se vayan todos”.
Con el retiro de Menem de la contienda electoral ”culmina un ciclo histórico de liderazgo mesiánico y fundamentalista”, dijo Kirchner en un discurso este miércoles, mientras el ex presidente daba a conocer su renuncia.
”Un nuevo tiempo está por comenzar, vamos hacia un nuevo amanecer”, prometió.
El gobernador calificó de ”oprobiosa y bochornosa” la etapa que comenzó al mediodía del martes, cuando Menem y sus allegados daban a conocer las marchas y contramarchas sobre su participación en los comicios.
”El país estuvo en vilo, con sus instituciones democráticas jaqueadas por un ex presidente que tiró del mantel sin importarle los daños”, sostuvo Kirchner.
El presidente electo opinó que su rival incurrió en una actitud ”cobarde”, y cometió ”una falta de respeto sin precedentes y un ridículo sin retorno ante el mundo”.
”Yo voy a asumir toda la responsabilidad que la Constitución y el pueblo disponen”, aseguró.
A juicio de Kirchner, la renuncia de Menem es ”funcional a los intereses de grupos económicos que se beneficiaron con privilegios inadmisibles durante la década pasada”, debido a que ello hace que el nuevo presidente asuma con menos apoyo popular que el que hubiese recogido en la segunda ronda.
No obstante, el gobernador de Santa Cruz puso énfasis en que no será presa de las corporaciones. ”Mis convicciones no se quedarán a las puertas de la Casa Rosada”, dijo, en referencia a la sede del gobierno argentino.
Menem sólo firmó la renuncia a participar en la segunda ronda presidencial poco antes de la conferencia de prensa de Kirchner, un acto con el cual el ex mandatario dejó atrás casi dos días de indefiniciones y rumores encontrados.
Pero el camino que comienza a andar este miércoles Kirchner no será fácil, según analistas políticos.
El director del Centro de Estudios de Opinión Pública, Roberto Bacman, recordó que De la Rúa asumió el gobierno en 1999 con la gran legitimidad de haber sido elegido con 48 por ciento de los votos, pero luego chocó con graves problemas de gobernabilidad al punto que debió renunciar en 2001, a mitad de su mandato.
Así Duhalde heredó una profunda crisis de credibilidad al tomar las riendas del gobierno en enero de 2001 para completar la gestión de De la Rúa por disposición de la Asamblea General Legislativa, las dos Cámaras del Congreso reunidas.
Sin embargo, el actual presidente logró ”estabilizar la economía”, lo cual fortaleció su gobierno, aunque nunca contó con la legitimidad de haber sido elegido por el voto popular, añadió Bacman.
”Kirchner tiene el doble desafío. Por un lado, el de la legitimidad de una gestión que se inicia con un nivel de respaldos en las urnas que es muy bajo y, por el otro lado, en una sociedad que todavía tiene muchos problemas por resolver. El desafío será también el de la gobernabilidad”, destacó Bacman.
El analista político Rosendo Fraga coincidió en que la tarea de Kirchner será ardua.
El futuro mandatario deberá estar muy dispuesto a buscar consensos entre los dirigentes políticos de fuerzas ajenas al justicialismo que también ”hicieron una buena elección en primera vuelta” presidencial, indicó Fraga, director del Centro de Estudios Nueva Mayoría.
Por su parte, el sociólogo Gerardo Adrogué entiende que Kirchner asumirá con una ”precaria legitimidad de origen”, pero que podría revertir a través de una buena gestión.
Si el nuevo presidente adopta una serie de medidas que tengan un alto consenso en la sociedad, sus posibilidades de incrementar la legitimidad serán mayores que si se demora en transitar ese camino.consideró Adrogué, director de la maestría de análisis de opinión pública de la Universidad Nacional de San Martín.
En tanto, el futuro vicepresidente, Daniel Scioli, sostuvo antes de que se confirmara la renuncia de Menem que Kirchner estaba ”preparado y con todo listo” para gobernar.
”Quiero llevar tranquilidad a la gente, ya tenemos técnicos trabajando y el gabinete definido”, se apresuró a señalar.
En cambio, el politólogo Marcos Novaro sostuvo que ”no es razonable” minimizar los problemas que tendrá el nuevo presidente para legitimarse en el cargo, pues su gobierno ”iba a ser difícil aun luego de un fuerte apoyo en segunda vuelta”.
”Ahora su margen de maniobra será aún más limitado”, explicó a IPS Novaro, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
”Eso puede ser una ventaja, porque obligará a Kirchner a un comportamiento que no permite fallas, pero también revela las limitaciones que tendrá su administración”, aseguró.