POBLACION-CUBA: Delirio por emigrar

Marlene Guzmán vivía feliz hasta comienzos de los años 90 de tener casi toda su familia en Cuba, pero ahora sufre la ”agonía” de quedarse ”cada día más sola”.

”No es que todo el mundo fuera revolucionario, pero nos gustaba vivir en Cuba. Tengo cuatro tíos y 12 primos por el lado paterno, y nos reuníamos todos los domingos en casa de la abuela”, contó a IPS esta mujer de 41 años que trabaja como investigadora en un instituto científico.

Sólo un tío, con su esposa y dos primos habían decidido vivir fuera del país a fines de los años 60 y hacer su vida en Estados Unidos. El resto de la familia Guzmán se mantuvo unida en Cuba hasta 1990, cuando ”todo cambió de repente”, añadió.

La desaparición de la Unión Soviética y del campo socialista europeo, con los cuales Cuba tenía una privilegiada relación económica y comercial, desató una severa crisis en la isla caribeña.

”Creo que fue la crisis económica, pero también otras cosas… la gente se cansa de pasar tanto trabajo y no tener esperanzas de vivir un poquito mejor. En mi familia fue un delirio: todos pensaban en irse”, narró.

La decisión de emigrar de los familiares de Guzmán, como de otros casos estudiados en Cuba, respondió —y aún responde— a los más diversos motivos, desde económicos y políticos hasta la natural necesidad de reunificación familiar.

Cada vez que la economía se estanca, aumenta la cotización del dólar, bajan los ingresos o el gobierno aplica alguna nueva medida restrictiva a la iniciativa privada aparece en el horizonte el fantasma de la crisis migratoria en este país de régimen socialista y con 11,2 millones de habitantes.

El potencial migratorio cubano era a fines de la década del 90 de 490.000 a 700.000 personas, según fuentes del Centro de Estudios de Migraciones Internacionales de la Universidad de La Habana.

La población cubana decreció en casi 30.000 personas en 2000 y en 33.000 al año siguiente por causas migratorias, según el Anuario Demográfico de Cuba 2001 de la gubernamental Oficina Nacional de Estadísticas.

Alberto Guzmán, el tío de Marlene y primero en asentarse en la sudoriental ciudad estadounidense de Miami, tuvo que volverse casi un mago para darle una mano a todos los parientes que a partir de 1990 acudieron a él con la idea de mudarse a esa meca de la comunidad cubana fuera de Cuba.

Trece años después, Marlene Guzmán tiene en Estados Unidos un hermano y ocho primos. Sólo uno de ellos llegó por una vía que podría considerarse legal, ya que salió con permiso de residencia en Venezuela y de ahí ”dio el gran salto”.

”Consiguió una beca en una universidad norteamericana y al año pidió la residencia”, explicó.

En cambio, una prima y su esposo viajaron a Alemania invitados por unos amigos, después se trasladaron a Santo Domingo y de ahí se ”embarcaron” en una nave de pasajeros indocumentados que casi naufraga en su camino ”al paraíso”, agregó.

Otro de sus primos, tras varios intentos frustrados de salida del país en lancha, compró un pasaje en avión hasta Moscú y se quedó en Madrid durante la escala técnica. Ya en España, esperó cinco meses antes de poder viajar a Miami.

Un tercer pariente de Guzmán pagó 7.000 dólares para casarse con una mujer que había ganado una visa en el sorteo que convocada al respecto el gobierno de Estados Unidos. Así pudo reunirse con su pareja verdadera que había salido de Cuba dos años antes, gracias también a un matrimonio ”por conveniencia”.

Además, tres primos ingresaron a Estados Unidos por la frontera con México y fueron detenidos por unos cuantos días, sólo los necesarios para pasar los exámenes médicos y demostrar que procedían de Cuba.

Guzmán piensa que ”la historia sería diferente si Estados Unidos tratara a Cuba como a cualquier otro país latinoamericano”.

La llamada ley de Ajuste Cubano, aprobada en 1966 en Estados Unidos, garantiza asilo político a toda persona procedente de Cuba que logre entrar a territorio estadounidense por mar o por tierra, sin importar si su entrada es legal o ilegal.

”En mi familia no hay delincuentes, pero la mayoría de mis primos no tiene una alta calificación. Me parece que por la vía legal nunca hubieran recibido una visa de emigrante permanente”, comentó.

Admitió al mismo tiempo que ”es una suerte que no tengamos que lamentar ni una muerte”. ”Con mi hermano pasamos varios sustos porque no hacía más que hablar de hacer una balsa y tirarse al mar”, precisó.

Expertos estiman que, a comienzos de la pasada década, por cada dos cubanos que llegaban al sur del sudoriental estado estadounidense de Florida a bordo de balsas y otras embarcaciones precarias dos morían en el intento. Sin embargo, no existen datos estadísticos sobre las pérdidas humanas en esa ruta.

Cuba responsabiliza a Washington de estas y otras muertes pues, asegura, los privilegios que da a los inmigrantes cubanos al recibirlos con ”los brazos abiertos” estimula las salidas ilegales.

Por su parte, Estados Unidos sostiene que la esencia no está en el mantenimiento de esa legislación sino en la existencia de condiciones internas en Cuba que propician el deseo de una parte de su población de emigrar.

Las acusaciones se cruzan cada vez que ambos países se enfrascan en un nuevo conflicto, con el matiz de que un éxodo masivo desde Cuba puede considerarse una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos.

El canciller cubano, Felipe Pérez Roque, acusó este mes a Washington de intentar provocar una crisis migratoria ”deliberadamente” con el bajo ritmo de entrega de visas a emigrantes cubanos durante el actual año fiscal.

El propio presidente de Cuba, Fidel Castro, atribuyó a una ”conspiración” de Washington para justificar una agresión militar contra su país los varios secuestros de naves o intentos ocurridos en las últimas semanas, que culminó con el fusilamiento de tres hombres el día 11.

La aplicación de la pena de muerte recayó, tras un juicio sumario, sobre tres de los ocho hombres que el día 2 secuestraron una lancha cargada de pasajeros, a los cuales mantuvieron durante horas bajo amenaza de muerte.

Mientras, un alto funcionario del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos aseguró en La Habana que la lentitud en la entrega de visas se debe a un ”filtro antiterrorista” que su país aplica a ciudadanos de Corea del Norte, Cuba, Iraq, Irán, Libia, Siria y Sudán.

”Esto no significa que el gobierno de Estados Unidos esté tratando de causar una crisis migratoria”, añadió el funcionario y ratificó el compromiso de su país de otorgar un mínimo de 20.000 visas anuales.

Fuentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos aseguran que en los años fiscales (octubre-septiembre) de 1999 a 2001 ingresaron de modo irregular 6.482 emigrantes procedentes de Cuba. En el año fiscal 2002, la cifra ascendió a 1.335 personas.

Un estudio realizado en septiembre de 2001 arrojó que casi 70 por ciento de los visitantes legales cubanos menores de 60 años se quedaron en Estados Unidos. Del total de mayores de esa edad sólo se quedó 30 por ciento.

”Yo hubiera podido irme, pero me gusta vivir aquí. A diferencia de la mayoría de la gente de mi familia he viajado, conozco otros países y me gusta el mío”, afirmó Guzmán.

A lo mejor, reconoció, hubiera sido distinto si supiera que podía viajar, vivir en Estados Unidos con sus familiares, y regresar a Cuba cuando quisiera. Pero el conflicto de más de cuatro décadas entre ambos países sigue marcando la emigración como un camino sin retorno.

Para Marlene Guzmán, esta situación se vuelve muy desgarrante para los que se van y para los se quedan: ”aunque traten de aferrarse a la familia y a los amigos, ellos pierden su país, su casa, sus costumbres. Nosotros los perdemos a ellos”.

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