El compromiso real del presidente estadounidense George W. Bush con el proceso de paz de Medio Oriente está a prueba desde que el parlamento palestino aprobó la designación de Mahmoud Abbas como primer ministro.
El nombramiento de Abbas era la última condición de Estados Unidos a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para iniciar un proceso que culminará en 2005 con la creación de un estado palestino independiente.
Bush insiste en que está plenamente comprometido con el proceso, previsto en la ”hoja de ruta” diseñada por el Cuarteto, instancia de mediación internacional integrada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea (UE), Estados Unidos y Rusia.
”Trabajaré duro para lograr una solución de dos estados. Presionaré y presionaré”, dijo Bush en una entrevista televisiva esta semana.
Pero a esa presión deberá sumarse la que ejercerán precisamente sobre el presidente estadounidense su secretario de Estado (canciller), Colin Powell, y el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair.
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Powell y Blair recordarán a Bush la importancia de tratar de resolver el conflicto entre Israel y Palestina.
Expertos del Departamento de Estado (cancillería) y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) advirtieron que sólo la reanudación del camino hacia la creación del estado palestino pondría fin a la ira y humillación que sembró en el mundo árabe la invasión estadounidense a Iraq.
Pero el compromiso público de Bush choca con la posible oposición del primer ministro israelí Ariel Sharon a la hoja de ruta del Cuarteto.
El plan de siete páginas, entregado este miércoles por el Departamento de Estado a Israel y a la ANP, obliga a ambas partes a tomar pasos sucesivos y paralelos durante dos años, hasta la creación del estado palestino.
Los primeros pasos exigidos a la ANP son detener la violencia contra Israel e iniciar reformas políticas y económicas. Estas comenzaron con la designación de Abbas, que, según confía Washington, será cada vez más independiente de la figura del presidente palestino Yasser Arafat.
Al mismo tiempo, los israelíes deberán retirar sus fuerzas de poblados clave de Cisjordania y aliviar el bloqueo sobre los territorios ocupados, detener la construcción de asentamientos judíos en esos territorios y desmantelar los instalados desde septiembre de 2000.
Los palestinos afirman que el plan deberá implementarse al pie de la letra, pero los israelíes insisten en que no deberá obligárseles a tomar ningún paso sustantivo antes de que se ponga fin a todo acto de violencia contra sus ciudadanos y antes de que Abbas consolide su control sobre la ANP.
La posición israelí pone en entredicho todo el proceso. ”La simultaneidad es la clave de la hoja de ruta”, dijo este miércoles al diario estadounidense Los Angeles Times el experto M. J. Rosemberg, del Israel Policy Forum, organización que respalda el proceso.
Hasta ahora, el gobierno de Bush ha insistido, al igual que la ANP y a sus socios del Cuarteto, en que las obligaciones incluidas en la hoja de ruta son recíprocas y simultáneas.
Pero aún está por verse cuán dispuesto está el presidente estadounidense a presionar a Sharon en tal sentido.
Muchos funcionarios estadounidenses, entre ellos colaboradores del secretario (ministro) de Defensa Donald Rumsfeld y del vicepresidente Dick Cheney, consideran que cualquier acuerdo debe incluir la entrega a Israel de al menos la mitad del territorio de Cisjordania.
Algunos allegados a Rumsfeld y Cheney, como el ex jefe de asesores del Departamento de Defensa Richard Perle y el ex presidente de la Cámara de Representantes y actual asesor del Pentágono Newt Gingrich, cuestionaron el plan del Cuarteto, así como el papel de la ONU y de la UE en el proceso.
Esos puntos de vista son compartidos por el director de Asuntos de Medio Oriente del Consejo de Seguridad Nacional Elliott Abrams y el subsecretario de Defensa Douglas Feith, según funcionarios.
Perle, Abrams, Feith y otros actuales funcionarios como el también subsecretario de Defensa Dov Zakheim y el hoy alto funcionario de la ocupación en Iraq Michael Mobbs firmaron hace 11 años una solicitada publicada en el diario The New York Times.
En el aviso, una treintena de dirigentes del Partido Republicano criticaban al presidente George Bush (1989-1993), padre del actual mandatario, por presionar al entonces primer ministro israelí Itzhak Shamir para que negociara con los países árabes. Esa presión fue la que abrió paso al proceso de paz de Oslo.
Estados Unidos debía ser con Israel ”tan amistoso como lo es con muchos estados árabes”, afirmaron los dirigentes, nucleados en el Comité de Intereses Estadounidenses en Medio Oriente.
Hoy, como entonces, Sharon cuenta con muchos aliados en el gobierno y en las páginas editoriales de los medios de comunicación conservadores, como The Weekly Standard y The Wall Street Journal.
También manifestaron su oposición a la hoja de ruta la organización proisraelí más poderosa, el Comité Estadounidense- Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC), y la Conferencia de Presidentes de Grandes Organizaciones Judías Estadounidenses.
Ochenta y siete de los 100 senadores y 297 de los 435 diputados firmaron una carta propuesta por esas dos organizaciones en la que piden a Bush que presione a Abbas para que impida los actos de violencia contra Israel antes de que el gobierno de Sharon implemente su parte del acuerdo en ciernes.
Pero 14 organizaciones caritativas judías, lideradas por el presidente del Congreso Judío Mundial, Edgar Bronfman, pidieron a los legisladores que apoyen el plan del Cuarteto.
La presidenta de la organización mayoritariamente judía Estadounidenses por Paz Ahora, Debra DeLee, sostuvo, por su parte, que ”ya es hora de que el presidente Bush demuestre que puede ser un líder en la paz”.