Las fuerzas de ocupación de Estados Unidos en Iraq ganaron la guerra, pero continuarán perdiendo la paz mientras sean incapaces de poner fin a la inseguridad en Bagdad y restaurar los servicios públicos, como demanda la población.
Las tropas de Estados Unidos solo controlan el hotel Palestina, elegido como base de operaciones y donde se alojan la mayoría de los periodistas extranjeros, y algunas instalaciones alrededor de los palacios del presidente Saddam Hussein, cuyo paradero es hoy un misterio.
El área cubierta por las fuerzas ocupantes suma apenas una milla cuadrada (1,6 kilómetros cuadrados), según calculan los capitalinos.
Un oficial del ejército estadounidense apostado en el Palacio Republicano admitió que sus tropas fueron atacadas con granadas impulsadas por cohetes en los últimos días.
”Pensamos que las cosas se estaban saliendo de control, así que detonamos un par de cajas de 300 o 400 granadas cada una. Espero que eso los tranquilice”, dijo el militar.
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La falta de respeto por la ley es el mayor problema hoy en Bagdad, un problema que representa una amenaza directa para los planes de Estados Unidos. La inseguridad ha impedido la restauración de los servicios públicos, la asistencia humanitaria y la reapertura de los comercios.
Los saqueos continúan. Los ladrones ya vaciaron los edificios del gobierno, los bancos y los centros comerciales, y ahora dirigen su codicia hacia las viviendas. Residentes de numerosas áres de Bagdad organizan milicias armadas para proteger sus propiedades.
”Solíamos tener seguridad, agua, electricidad y teléfono. Ahora, no tenemos nada y me veo obligado a estar de guardia todas las noches para proteger a mi casa y a mi familia”, dijo Tareq Ahmad, ingeniero mecánico que perdió su trabajo en una fábrica iraquí de la empresa de automóviles británica Mercedes Benz.
Bagdad fue en el pasado una ciudad destacada en el mundo árabe por apacible y próspera. Incluso tras las sanciones económicas impuestas por la Organización de las Naciones Unidas en 1990, muchas familias aún podían permitirse cenar en restaurantes, tomar el té en confiterías y disfrutar un helado en la calle.
En las noches de la Bagdad de posguerra, sólo hay luz alrededor del hotel Palestina y en unos pocos edificios que cuentan con generadores autónomos de electricidad. Los tiroteos intermitentes resuenan durante el día y se hacen incesantes una vez que se pone el sol.
Un soldado estadounidense que monta guardia en una carretera de ingreso a la ciudad dijo que las calles principales son seguras, pero que en los barrios ”la gente está enloqueciendo”.
Cientos de manifestantes se concentran todos los días en la plaza Fardous de la capital iraquí, frente al hotel Palestina, para pedir seguridad, restauración de los servicios públicos y el fin de los saqueos a las fuerzas ocupantes estadounidenses.
El enojo de la población con los ocupantes crece día a día. ”Estados Unidos solo protege el petróleo. No protege los comercios ni las casas”, dice un letrero. En las calles que rodean la alambrada de púas que rodea el hotel Palestina, los disparos resuenan de noche.
El ejército ocupante comenzó esta semana a patrullar las calles. Un grupo de policías iraquíes ataviados con el tradicional uniforme verde oliva se acercaron al hotel Palestina para ofrecer sus servicios.
Pero no es frecuente ver a esos policías iraquíes en las patrullas. De vez en cuando alguno participa, pero la mayoría permanecen cerca de la base estadounidense.
En un puesto de control, un policía iraquí luce melancólico detrás de un infante de Marina (marine) de Estados Unidos. ”Empiezan a salir de a poco, para que la población vuelva a acostumbrarse a ellos”, explicó el soldado.
Pero algunos de los manifestantes desconfían de cualquier representante del viejo régimen de Saddam Hussein. ”Si se atreven a dar la cara, los destrozaremos”, dijo un hombre.
Otros no son tan categóricos. ”Necesitamos seguridad ahora. Pero algún otro podría encargarse de eso”, manifestó Aisha Al Safar, un graduado universitario que contempla la manifestación desde lejos.
El hijo de Safar, Sadq, estudiante de ingeniería, está en desacuerdo. ”Este caos tiene que terminar, y la vieja policía es mejor que nada, al menos por ahora”, afirmó.
No todos los integrantes de las antiguas fuerzas de seguridad simpatizan con Saddam Hussein.
El general Mohammed Samir Mahmoud, del distrito de Babilonia, en las afueras de la capital, fue despedido en 1991 luego de las manifestaciones opositoras que siguieron a la primera guerra del Golfo. Ahora, ofreció sus servicios a las fuerzas de ocupación. ”Es tiempo de regresar y ayudar a la población”, dijo.
Mientras, el estadounidense capitán Joe Plezner, portavoz de los marines, admite que muchos habitantes de Bagdad desconfían de la policía. ”Hay algunos malos elementos entre ellos, y los mantendremos vigilados”, aseguró.
La actividad alrededor del hotel Palestina aumenta durante el día. Es el unico lugar que funciona y donde los iraquíes pueden hacer algo de dinero. Para ello, ofrecen sus servicios como choferes o traductores a los periodistas.
Y muchos piden a los extranjeros que les permitan usar sus teléfonos satelitales para comunicarse con familiares en otros países.